Índice:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo II (1909).djvu

Autor Lucio V. Mansilla
Título Una excursión a los indios ranqueles
Volumen Tomo I Tomo II
Año 1909
Imprenta Imprenta y estereotipia de La Nación
Fuente Obra en Internet Archive y en Commons.
Serie o colección Biblioteca de La Nación 198
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Metadatos Q113682407
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ÍNDICE



Cap.Pág.
I.
 Visita del cacique Ramón.—Un almuerzo y una conferencia en el toldo de Mariano Rosas.—Mi futura ahijada.—Ideas de Mariano Rosas sobre el gobierno de los indios comparado con el de los cristianos.—Reflexiones al caso.—Explico lo que es Presupuesto, Presidente y Constitución.—El pueblo comprenderá siempre mejor lo que es la vara de la ley, que la ley........................................................................................................................................................................................................
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II.
 Camargo y José de visita en los momentos de recogerme.—Me llevaban una música.—Horresco referens.—Fisonomía de Camargo.—Zalamerías de José.—Por qué lo respetan los indios á Camargo.—Vida de Camargo contada por él mismo.—Por qué produce esta tierra tipos como el de Camargo........................................................................................................................................................................................................
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III.
 Noche de hielo.—Dónde es realmente triste la vida.—Preparativos para la misa.—Resuena por primera vez en el desierto el Confiteor Deo Omnipotenti.—Recuerdo de mi madre.—Trabajos de Mariano Rosas, preparando los ánimos para la junta.—Como y duermo.—Conferencia diplomática.—El archivo de Mariano Rosas.—En Leubucó reciben la «Tribuna».—Imperturbabilidad de Mariano Rosas.—Mi comadre Carmen en el fogón........................................................................................................................................................................................................
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IV.
 Creencias de los indios.—Son uniteístas y antropomorfistas.—Gualicho.—Respeto por los muertos.—Plata enterrada.—¿Será cierto que la civilización corrompe?—Crueldad de Bargas, bandido cordobés.—Triste condición de los cautivos entre los indios.—Heroicidad de algunas mujeres.—Unas con otras.—Modos de vender.—Eufonía de la lengua araucana.—¿La carne de yegua puede ser un antídoto para la tisis?........................................................................................................................................................................................................
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V.
 Preparativos para la marcha á las tierras de Baigorrita.—Camargo debía acompañarme.—Motivos de mi excursión á Quenque.—Coliqueo.—Recuerdo odioso de él.—Unos y otros se han valido de los indios en las guerras civiles.—En lo que consistía mi diplomacia.—En viaje rumbo al Sud.—Confidencia de un espía.—El espionaje en Leubucó.—Poitaua.—El algarrobo.—Pasión de los indios por el tabaco.—Cómo hacen sus pipas.—Pitralauquen.—Baño y comida.—Mi lenguaraz Mora, su fisonomía física y moral........................................................................................................................................................................................................
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VI.
 Una noche eterna.—Aspecto del campo al amanecer después de la helada.—En marcha.—Encuentro con indios.—Me habían descubierto de muy lejos.—Medios que emplean los indios para conocer á la distancia si un objeto se mueve ó no.—La carda.—Un monte.—Gente de Baigorrita sale á encontrarnos.—Baigorrita.—Su toldo.—Conferencia y regalos.—Las botas de mis manos.—Carneada.—Una cara patibularia........................................................................................................................................................................................................
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VII.
 Qué es la vida.—Reflexiones.—Los perros de los indios.—Recuerdos que deben tener de mi magnificencia.—Un intérprete.—Cambio de razones.—Sans façon.—Yapaí y yapaí.—Detalles.—En Santiago y Córdoba los pobres hacen lo mismo que los indios.—Fingimiento.—Otra vez la cara patibularia.—Averiguaciones.—Una navaja de barba mal empleada........................................................................................................................................................................................................
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VIII.
 Dos desconocidos.—El cuarterón.—El mayor Colchao y su hijo.—Una cautiva explica quién era Colchao y refiere su historia.—Provocaciones de Caiomuta.—Gualicho redondo.—Contradicciones del cuarterón.—Juan de Dios San Martín.—Dudas sobre la fidelidad conyugal.—Picando tabaco.—Retrato de Baigorrita.—Un espía de Calfucurá........................................................................................................................................................................................................
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IX.
 Cansancio.—Puesta del sol.—Un fogón de dos filas.—Mis caballos no estaban seguros.—Aviso de Baigorrita.—Los indios viven robándose unos á otros.—La justicia.—Los pobres son como los caballos patrios.—Cena y sueño.—Intentan robarme mis caballos.—Cantan los gallos.—Visión.—El mate.—Un cañonazo........................................................................................................................................................................................................
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X.
 Baigorrita se levanta al amanecer y se baña.—Saludos.—En el toldo de mi futuro compadre.—El primer bautismo en Quenque.—Deberes recíprocos del padrino y del ahijado.—Nociones de los indios sobre Dios.—Promesas de mi compadre sobre mi ahijado.—Me hablan de una cosa y contesto otra.—Lucio Victorio Mansilla sería algún día un gran cacique.—Pensamientos locos.—Visita al toldo de Caniupán.—Usos y costumbres ranquelinas.—Un fumador sempiterno........................................................................................................................................................................................................
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XI.
 El cuarterón cuenta su historia.—Recuerdo de Julián Murga.—Los niños de hoy.—Diálogo con el cuarterón.—Insultos.—Nuestros juicios son siempre imperfectos.—Un recuerdo de la Imitación de Cristo.—Dudas filosóficas.—Última mirada al fogón.—El cuarterón me da lástima.—Alarma.—Caiomuta ebrio, quiere matarme.—Un reptil humano........................................................................................................................................................................................................
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XII.
 Medio dormido.—Un palote humano.—Un baño de aguardiente.—Los perros son más leales que los hombres.—Preparativos.—El comercio entre los indios.—Dar y pedir con vuelta.—Peligros á que me expuso mi pera.—En marcha para Añacué.—Una águila mirando al Norte, buena señal........................................................................................................................................................................................................
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XIII.
 Mi compadre Baigorrita me pide caballos prestados.—El que entre lobos anda á aullar aprende.—Aves de la Pampa.—En un monte.—Perdido.—Las tinieblas.—Fantasmas de la imaginación.—¿Somos felices?—Disertación sobre el derecho.—El miedo.—Hallo camino.—Me incorporo á mis compañeros.—Clarines y cornetas........................................................................................................................................................................................................
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XIV.
 Mariano Rosas y su gente.—¡Qué valiente animal es el caballo!—Un parlamento de noche.—Respeto por los ancianos.—Reflexiones.—La humanidad es buena.—Si así no fuese estaría perturbado el equilibrio social.—El arrepentimiento es infalible.—Lo dejo á mi compadre Baigorrita y me retiro.—Un recién llegado.—Chañilao.—Su retrato........................................................................................................................................................................................................
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XV.
 Quién es Chañilao.—Su historia.—El carácter es un defecto para las medianías.—Diferencia entre el gaucho y el paisano.—El primero no es nada, el segundo es siempre federal.—¿Tenemos pueblo propiamente hablando?—Sentimientos de un maestro de posta cordobés cuando estalló la guerra con el Paraguay.—Chañilao y yo.—Frescas.—Intrigas.—Una china........................................................................................................................................................................................................
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XVI.
 Mi compadrazgo con Baigorrita había alarmado á los de Leubucó.—Censura pública.—Nubes diplomáticas.—Camargo conocía bien á los indios.—Confío en él.—Camilo y Chañilao no se entienden.—En marcha para la junta grande.—Quieren que salude á quien no debo.—Me niego á ello.—Ceden saludos.—Empieza la conversación.—Discurso inaugural.—Entusiasmo que produce Mariano Rosas.—El debate.—Un tonto no será nunca un héroe........................................................................................................................................................................................................
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XVII.
 Repito la lectura de los artículos del tratado de paz.—Los indios piden más qué comer.—Mi elocuencia.—Mímica.—Dificultades.—El recuerdo de un sermón de Viernes Santo me salva.—El representante de la Liberté en Bruselas y yo.—Cargos mutuos.—Argumentos etnográficos.—Recursos oratorios.—En el banco de los acusados.—Interpelaciones ad hominem.—El traidor calla.—Redoblo mi energía é impongo con ella.—Se establece la calma.—Apéndice.—Once mortales horas en el suelo........................................................................................................................................................................................................
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XVIII.
 Revelación.—Más había sido el ruido que las nueces.—Nuevas presentaciones.—El último abrazo y el último adiós de mi compadre Baigorrita.—Otra vez adiós.—Mariano Rosas después de la junta.—¡Qué dulce es la vida lejos del ruido y de los artificios de la civilización!—Los enanos nos dan la medida de los gigantes y los bárbaros la medida de la civilización.—Una mujer azotada.—No era posible dormir tranquilo en Leubucó........................................................................................................................................................................................................
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XIX.
 La paz estaba definitivamente hecha.—El doctor Macías.—Gotas maravillosas.—Padre é hijo indios.—Lo pido á Macías.—Visita á Epumer........................................................................................................................................................................................................
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XX.
 Fama de Epumer.—Me esperaban en su toldo.—Recepción.—Indias y cristianas.—Pasteles y carbonada entre los indios.—Amabilidades.—Celo apostólico del padre Marcos.—Puchero de yegua.—Insisto en sacar á Macías.—Negativas.—Un indio teólogo.—Un espectro vivo........................................................................................................................................................................................................
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XXI.
 Intrigas contra Macías.—Envidia de los cristianos.—Preparativos para el bautismo.—Animación de Leubucó.—Aspavientos de las madres.—Sentimiento que las dominaba.—El mal de este mundo es materia de religión.—Mi ahijada, la hija de Mariano Rosas.—De gala, con botas de potro de cuero de gato, y vestido de brocado.—Invencible curiosidad.—No puedo explicar lo que sentí.—Una cristalización en el cerebro.—Regalos recíprocos.—Pobre humanidad........................................................................................................................................................................................................
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XXII.
 Se acerca la hora de partida.—Desaliento de Macías.—El negro del acordeón y un envoltorio.—Era un queso.—Calixto Oyarzábal anuncia que hay baile.—Baile de los indios y de las chinas.—En un detalle encuentro á los indios menos civilizados que nosotros........................................................................................................................................................................................................
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XXIII.
 Solo en el fogón.—¿Qué habría pensado yo si hubiera tenido menos de treinta años?—Con las mujeres es mejor no estar uno solo.—El crimen es hijo de las tinieblas.—El silencio es un síntoma alarmante en la mujer.—Visitas inesperadas.—Yo no sueño sino disparates.—Los filósofos antiguos han escrito muchas necedades........................................................................................................................................................................................................
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XXIV.
 La loca de Séneca.—El sueño Cesáreo se me había convertido en substancia.—Salida inesperada de Mariano Rosas.—Un bárbaro pretende que un hombre civilizado sea su instrumento.—Confianza en Dios.—El hijo del comandante Araya.—Dios es grande.—Una seña misteriosa........................................................................................................................................................................................................
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XXV.
 Astucia y resolución de Camilo Arias.—Última tentativa para sacar á Macías.—Un indio entre dos cristianos.—Confitemini Domino.—Frialdad á la salida.—La palabra amigo en Leubucó y en otras partes.—El camino de Carrilobo.—Horrible, most horrible!—Todavía el negro del acordeón.—Felicidad pasajera de Macías........................................................................................................................................................................................................
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XXVI.
 Á orillas de un monte.—Un barómetro humano.—En marcha con antorchas.—Ecos extraños.—Conjeturas.—Un chañar convertido en lámpara.—Aparición de Macías.—Inspiración del gaucho.—Alrededores del toldo de Villarreal.—Una cena.—Cumplo mi palabra........................................................................................................................................................................................................
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XXVII.
 Con quién vivía mi comadre Carmen.—Una despedida igual á todas.—Yo habría hecho igual á todas las mujeres.—Grupo asqueroso.—¡Adiós!—Una faja pampa.—Arrepentimiento.—Trepando un médano.—Desparramo.—Perdidos.—El Brasil puede alguna vez salvar á los Argentinos.—Llegamos al toldo de Ramón........................................................................................................................................................................................................
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XXVIII.
 El sueño no tiene amo.—El toldo de Ramón nada dejaba que desear.—Una fragua primitiva.—Diálogo entre la civilización y la barbarie.—Tengo que humillarme.—Se presenta Ramón.—Doña Fermina Zárate.—Una lección de filosofía práctica.—Petrona Jofré y los cordones de Nuestro Padre San Francisco.—Veinte yeguas, sesenta pesos, un poncho y cinco chiripáes por una mujer.—Rasgo generoso de Crisóstomo.—El hombre ni es un ángel ni una bestia........................................................................................................................................................................................................
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XXIX.
 La familia del cacique Ramón.—Spañol.—Una invasión.—Despacho al capitán Rivadavia.—Cuestión de amor propio.—Buen sentido de un indio.—En Carrilobo soplaba mejor viento que en Leubucó.—Suenan los cencerros.—Atíncar (véase bórax).—El hombre civilizado nunca acaba de aprender.—Me despido.—Cómo doman los bárbaros.—¡Últimos hurrahs!........................................................................................................................................................................................................
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XXX.
 Á la vista de la Verde.—Murmuraciones.—Defecto de lectores y de caminantes.—Dos cuentos al caso.—Reglas para viajar en la Pampa.—La monotonía es capaz de hacer dormir al mejor amigo.—Dos polvos.—Suerte de Brasil.—Reproche de los franciscanos.—¿Tendrán alma los perros?—Un obstáculo........................................................................................................................................................................................................
297
XXXI.
 Otra vez en la Verde.—Últimos ofrecimientos de Mariano Rosas.—Más ó menos todo el mundo es como Leubucó.—Augurios de la Naturaleza.—Presentimientos.—Resuelvo separarme de mis compañeros.—Impresiones.—¡Adiós!—Un fantasma.—Laguna del Bagual.—Encuentro nocturno.—Un cielo al revés.—Agustinillo.—Miseria del hombre........................................................................................................................................................................................................
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 Epílogo........................................................................................................................................................................................................
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