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Para divertirnos viendo bailar, tenemos que gastar nuestro dinero.

Es otro inconveniente de la civilización.

La música instrumental consistía en unas especies de tamboriles; eran de madera y cuero de carnero y los tocaban con los dedos ó con baquetas.

El baile empezó con una especie de llamada militar redoblada.

Oyéronse unos gritos agudos, descompasados y cinco indios en hilera se presentaron haciendo piruetas acancanadas.

Venían todos tapados con mantas.

Entraron en la arena, dieron unas cuantas vueltas al son de la música, alrededor del mogote de tierra, como pisando sobre huevos, de repente arrojaron las mantas y se descubrieron.

Se habían arrollado los calzoncillos hasta los muslos, la camisa se la habían quitado; se habían pintado de colorado las piernas, los brazos, el pecho, la cara; en la cabeza llevaban plumas de avestruz en forma de plumero, en el pescuezo collares que hacían ruido y las mechas les caía sobre la frente.

Las mantas las arrojaron sin hacer alto, sacudieron la cabeza, como dándose á conocer, y empezó una serie de figuras, sin perder los bailarines el orden de hilera.

Mareaba verlos girar en torno del mogote, agitando la cabeza á derecha é izquierda, de arriba abajopara atrás, para adelante, se ponían unos á otros las manos en los hombros, excepto el que hacía cabeza, que batía los brazos; se soltaban, se volvían á unir formando una cadena, se atropellaban, quedando perados como una rosca; se dislocaban, pataleaban, sudaban á mares, hedían á potro, hacían mil muecas, se besaban, se mordían, se tiraban manotones obsce-