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1 Mariano Rosas la tomó.

Me preguntó con qué derecho habíamos ocupado el Río 5.°; dijo que esas tierras habían sido siempre de los indios, que sus padres y sus abuelos habían vivido por las lagunas de Chemecó, la Brava y Tarapendá, por el cerrillo de la Plata y Langheló; agregó que no contentos con eso todavía, los cristianos querían acopiar (fué la palabra de que se valió) más tierra.

Estas interpelaciones y cargos hallaron un eco alarmante.

Algunos indios estrecharon la rueda, acercándose á mí para escuchar mejor lo que contestaba.

Me pareció cobardía callar contra mis sentimientos y mi conciencia, aunque el público se compusiera de bárbaros.

Siempre con los codos en los muslos y la cara entre las manos, fija la mirada en el suelo, tomé la palabra y contesté:

Que la tierra no era de los indios, sino de los que la hacían productiva trabajando.

No me dejó continuar, é interrumpiéndome, me dijo:

—¿Cómo no ha de ser nuestra cuando hemos nacido en ella?

Le contesté que si creía que la tierra donde nacía un cristiano era de él; y como no me interrumpiera proseguí :

—Las fuerzas del Gobierno han ocupado el Río 5.º para mayor seguridad de la frontera; pero esas tierras no pertenecen á los cristianos todavía; son de todos y no son de nadie; serán algún día de uno, de dos ó de más, cuando el Gobierno las venda, para criar en ellas ganados, sembrar trigo, maíz.

¿Usted me pregunta con qué derecho acopiamos la tierra ?