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XXVII

Con quién vivía mi comadre Carmen.—Una despedida igual á todas.—Yo habría hecho igual á todas las mujeres.—Grupo asqueroso. —¡Adiós! — Una faja pampa.— Arrepentimiento.

Trepando un médano —Desparramo. — Perdidos.—El Brasil puede alguna vez salvar á los Argentinos — Llegamos al toldo de Ramón.

Mi comadre Carmen vivía con su madre, su hija y un individuo viejo, entre gallinas y perros.

Me esperaba, los demás dormían.

Conversamos de lo que nos interesaba y á la media hora nos separamos para siempre, quizá.

Yo había cumplido mi promesa de visitarla antes de salir de Tierra Adentro, ella la suya, comunicándome ciertas intrigas contra mí, que por una casualidad había descubierto.

Nuestra despedida fué como todas las despedidas, triste.

Me dirigí al toldo de Villarreal, pensando en lo que es la mujer.

Me acordaba de lo que me habían hecho gozar y exclamaba interiormente: son adorables.

Me acordaba de lo que me habían hecho sufrir y exclamaba :

son infames.

Estudiándolas y analizándolas, las hallaba física-