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que es un presidente, primero, porque tenía otro nombre, porque se llamaba Domingo lo mismo que habría podido llamarse Bartolo; segundo, porque mandaba el ejército.

Por consiguiente, resulta de mi estudio sobre las entendederas de un indio, que el pueblo comprenderá siempre mejor lo que es la vara de la ley, que la ley.

Los símbolos impresionan más la imaginación de las multitudes, que las alegorías.

De ahí, que en todas las partes del mundo donde hay una Constitución y un Congreso, le teman más al Presidente.

Algunas horas después volví á verme con Mariano.

Viéndole festivo, aproveché sus buenas disposiciones y le pedí permiso para decir una misa, al día siguiente, manifestándole el vehemente deseo de oirla que terían muchos de los cristianos cautivos y refugiados en Tierra Adentro.

Llevéles la buena nueva á mis franciscanos, y, como verdaderos apóstoles de Jesucristo, la recibieron con júbilo.

Resolvimos decirla, si el tiempo estaba bueno, si no había viento ó tierra, en campo raso, apoyando el altar sagrado en el viejo tronco de un chañar inmenso, cuyos gajos corpulentos le servirían de bóveda.

Mañana estaremos de misa.