Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo II (1909).djvu/231

Esta página no ha sido corregida
— 227 —

los divorcios, los raptos voluntarios de inocentes doncellas, hechos desconocidos en Tierra Adentro, considerando todo esto, decía, lo cierto es que nuestra civilización es un asunto muy serio.

¡Con razón se predica tanto contra el baile !

Yo comprendo la indispensable necesidad que un hombre de estado tiene de saber bailar. Porque, como decía Moliére por boca de uno de sus personajes, cuando se dice que un ministro ha dado un mal paso, es porque no ha aprendido la danza, con lo cual el maestro de este arte le probaba al del florete la superioridad del baile sobre la esgrima.

Pero no comprendo la necesidad de que un médico ó un abogado bailen.

Por supuesto, que los indios, comprendiendo que bailar es un ejercicio, que á la vez que obra sobre el sistema nervioso de una manera fruitiva, conviene á la higiene del cuerpo, porque despierta el apetito y contribuye al desarrollo de la musculatura, les permiten á sus mujeres bailar solas de vez en cuando, reservándose ellos la parte que más adelante se verá.

El salón de baile, ó mejor dicho, la arena, tendría unas cuarenta varas de circuito.

Imagínate la era de trillar las mieses, rodeada de palos, á modo de corral; ponle con el pensamiento, Santiago amigo, un mogote de tierra en el centro como de dos varas de diámetro y una de alto y tendrás una idea de lo que he intentado describir.

Los concurrentes estaban colocados alrededor del círculo del lado de afuera.

Aquí viene bien hacer notar que los indios en materia de coreografía son menos egoístas que nosotros.

Ellos bailan para divertir á sus amigos; nosotros por divertirnos nosotros mismos.