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XXIX

La familia del cacique Ramón.—Spañol.—Una invasión.—Despacho al capitán Rivadavia.—Cuestión de amor propio—Buen sentido de un indio.—En Carrilobo soplaba mejor viento que en Leubucó.—Suenan los cencerros.—Atincar (véase bórax) El hombre civilizado nunca acaba de aprender.—Me despido.

Cómo doman los bárbaros.—¡Ultimos hurrahs!

Me invitaron á pasar al toldo de Ramón.

Dejé á doña Fermina Zárate y á Petrona Jofré con los franciscanos y entré en él.

La familia del cacique constaba de cinco concubinas, de distintas edades, una cristiana y cuatro indias; de siete hijos varones y de tres hijas mujeres, dos de ellas púberes ya.

Estas últimas, y la concubina que hacía cabeza, se habían vestido de gala para recibirme.

No hay indio ranquel más rico que Ramón, como que es estanciero, labrador y platero.

Su familia gasta lujo.

Ostentaban hermosos prendedores de pecho, zarcillos, pulseras y collares, todo de plata maciza y pura, hecho á martillo y cincelado por Ramón; mantas, fajas y pilquenes de ricos tejidos pampas.

Las dos hijas mayores se llamaban, Comeñé, la primera, que quiere decir ojos lindos, de come, lindo, y