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para entrar en la escuela de Medicina, de la que salió doctor.

Su vida ha tenido grandes alternativas; ha sido médico, leñatero en las islas del Paraná é industrial en el Chaco, entre cuyos indios pasó algunos años voluntariamente. Hay algo de poético, de novelesco y misterioso en esta existencia, mas yo no debo descorrer el velo sino hasta aquí.

Por muchísimos años, Macías y yo nos perdimos de vista; desde la última vez que nos vimos en la escuela de primeras letras, no nos habíamos vuelto á encontrar hasta el día de mi arribo á Leubucó.

Macías había tenido el desgraciado talento de ponerse mal en Tierra Adentro con casi todos los que habían podido ayudarle á pasar los menos malos ratos posibles.

Tiene un carácter extraño, indómito y dócil, firme y versátil á la vez. Es capaz de acometer una empresa arriesgada y no tiene valor personal.

Estas dos últimas fases de su carácter explican su presencia entre los indios, sin ser cautivo, y su falta de prestigio entre ellos.

Macías estaba en el Río 4.º por el año 1867.

El coronel Elía, jefe de la frontera de Córdoba, había iniciado una negociación de paz con los indios.

Se ofreció y partió con las credenciales correspondientes.

Pero sea que el coronel Elía no estaba autorizado para negociar un tratado de paz, sea lo que fuera, el hecho es que el plenipotenciario fué abandonado á sus propios recursos y á su suerte.

Por falta de tacto ó por falta de suerte, fatalidad que suele obscurecer las dotes más relevantes del hombre, burlar sus planes y desvanecer sus ilusiones unas tras otras, lo mismo que los vendavales deshojan los