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porque tiene el instinto de creer que le harán justicia de miedo, y hay ejemplos; si no se la hacen, se venga, hiere ó mata. El primero compone la masa social argentina, el segundo va desapareciendo. Para los que, metidos en la crisálida de los grandes centros de población, han visto su tierra y el mundo por un agujero; para los que suspiran por conocer el extranjero, en lugar de viajar por su país; para los que han surcado el Océano en vapor; para los que saben dónde está Riga, ignorando donde queda Yaví; para los que han experimentado la satisfacción febril de tragarse las leguas en ferrocarril, sin haber gozado jamás del placer primitivo de andar en carreta, para todos esos el gaucho es un ser ideal.

No lo han visto jamás.

La libertad, el progreso, la inmigración, la iarga y lenta palingenesia que venimos atravesando hace dieciocho años lo va haciendo desaparecer.

El día en que haya desaparecido del todo será probablemente aquel en que se comprenda que tenemos una masa de pueblo sin alma, que en nada, ni en nadie cree; que desparramada en inmensas campañas, no tiene iglesias, ni escuelas, ni caminos, ni justicia, nada que la ampare eficazmente, que la prepare para el gobierno propio, para la verdad del sufragio popular, para el respeto siquiera del extranjero que viene á compartir con nosotros todo, menos el dolor porque no nos estima, nada, nada en fin, sino un caudillejo armado ó togado que la oprima ó la explote.

Sólo entonces tendremos, propiamente hablando, pueblo; pueblo con corazón, con conciencia, con convicción y pasión.

Entonces no habrá paisanos honrados, con intereses que perder, que encerrándose en el egoísmo, que todo