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XXV

Astucia y resolución de Camilo Arias.—Ultima tentativa para sacar á Macías.—Un indio entre dos cristianos.—Confitemini Domino.—Frialdad de la salida.—La palabra amigo en Leubuco y en otras partes.—El camino de Carrilobo.—/Horrible, most horrible!—Todavia el negro del acordeón.—Felicidad pasajera de Macias.

Ya he dicho que Camilo Arias conocía la lengua de los indios y que éstos lo ignoraban. Algo había oído, cuando espiaba la ocasión de hacerme una seña. Mis órdenes no habían variado; conmigo no tenía que hablar sino en casos urgentes y graves.

¿Qué habrá? me dije, al entrar en el toldo de Mariano Rosas; me detuve, y diciéndole á éste: Ahora vuelvo, haciendo como que buscaba en mis bolsillos un objeto extraviado, di media vuelta, salí y me dirigí á mi rancho.

El astuto vigilante Camilo agachó la cabeza, fijó la vista en tierra, caminó distraído sin rumbo, al parecer, y por medio de una maniobra casual para quien no hubiera estado en autos, al mismo tiempo que yo entraba en mi rancho, él se recostaba en sus pajizas paredes y por uno de sus resquicios me decía:

—Hay novedad, señor.