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En los unos hay el candor pristino, en los otros hay la inofensiva debilidad.

.«Last scene of all, That ends this strange eventful history Is second childishness, and more oblivious, Sans teeth, sans eyes, sans taste, sans everything.> Los unos merecen nuestra atención y nuestro amparo, porque vienen; los otros nuestra lástima y nuestro sostén porque se van.

Como la luz del día, bella al nacer, bella al morir, así son ellos. El alfa y el omega de la humanidad se encierra en estas dos palabras: nacer y morir.

Nacer es elevarse, sentir, aspirar; morir, es hundirse en el abismo del tiempo. La vida y la muerte son dos instantes solemnísimos.

Pensad en el placer de ver venir al mundo un hijo, placer inefable, inmenso, y veréis que sólo es comparable á la amarga pesadumbre de ver al objeto querido que nos dió el ser darle á esta vida fugaz y transitoria un eterno adiós. ¡Los niños! ¡Ah! ¡ los niños son una cifra!

¡Cuántas esperanzas para la madre, para el padre, para la familia no encierra el recién nacido! ¡ Ellos labrarán algún día la soñada felicidad de todos! Gratas esperanzas mecen su cuna. Hasta el egoísmo se afana por ellos sin darse cuenta de sus recelos. Si muriera, ¡cuántas ilusiones desvanecidas!

¡El tiempo pasa, la vejez llega! Todos han desaparecido. Sólo el objeto de tantos anhelos y cuidados sobrevive, y solo, solo en el lo, su pecho encierra im penetrables arc S.

¡Cuántas historias lúgubres no sabe!

¡Sus ojos no lloran ya, su corazón está frío, helado!