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Fama de Epumer.—Me esperaban en su toldo.—Recepción.—Indias y cristianas.—Pasteles y carbonada entre los indios.

Amabilidades.—Celo apostólico del Padre Marcos.—Puchero de yegua.—Insisto en sacar á Macías —Negativas.—Un indio teólogo.—Un espectro vivo.

El toldo de Epumer distaba un cuarto de legua del de Mariano Rosas.

No hay indio más temido que Epumer; es valiente en la guerra, terrible en la paz cuando está achumado.

El aguardiente lo pone demente.

Sea adulación, sea verdad, todos dicen que no estando malo de la cabeza es muy bueno.

No tiene más que una mujer, cosa rara entre los indios, y la quiere mucho.

Vive bien y con lujo; todo el mundo llega á su casa y es bien recibido.

A mí me esperaban hacía rato.

El toldo acababa de ser barrido y regado; todo estaba en orden.

Epumer estaba sentado en un asiento alto, de cueros de carnero y mantas.

Enfrente había otro más elevado, que era el destinado para mí.