Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo II (1909).djvu/154

Esta página no ha sido corregida
— 150 —

lo seca, hasta el patriotismo, sientan solos los animales sociales que pueden asolar su casa.

Entonces no habrá en Córdoba un maestro de posta, hacendado, que conteste lo que me contestaron á mí en el Molle.

Era el mes de abril del año 1865. Ibamos de pasajeros, de Mendoza para Córdoba en una galera, el doctor don Eduardo Costa, Alejandro Paz y don Francisco Civit, todos excelentes compañeros de viaje. En el primero, sobre todo, nadie habría sospechado un hombre tan avenido y varonil.

En el Río 4.° el general don Emilio Mitre nos había dado la noticia de la primera agresión de López. Teníamos una impaciencia febril de llegar á Córdoba, donde se hallaba el doctor Rawson.

En la referida posta le pregunté yo al dueño de casa, que era un vejete bastante alentado.

—¿Y, qué noticias tiene, paisano?

—Ningunas—me contestó.

—Pero hombre—agregué asombrado ;—; no sabe usted que los paraguayos han invadido la Provincia de Corrientes con cuarenta mil hombres; que nos han apresado unos vapores; que han robado, incendiado y cautivado muchas familias ?

Por toda contestación exclamó, con la tonada consabida:

—¡Lo bueno que por aquí no han de llegar !

¡Qué consoladora ingenuidad! Pero qué bien pinta el estado moral de un país.

Después de esto habladme cuanto queráis del patriotismo argentino. Yo os diré que el patriotismo es una virtud cívica, que no apasiona las multitudes sino cuando la noción del deber se ha encarnado en ellas ; que todo deber responde á un ideal; que la libertad, la religión, la patria, el honor nacional son un ideal,