Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo II (1909).djvu/125

Esta página no ha sido corregida
— 121 —

¿Y qué, mi compadre no tiene vacas gordas aquí?

—le pregunté á San Martín.

—No, señor, si está muy pobre—me contestó.

— Muy pobre ?

—Sí, señor.

—¿Y cuánto vale una vaca?

—No tiene precio.

—¿Cómo no tiene precio?

Cuando es para comercio, depende de la abundancia; cuando es para comer no vale nada; la comida no se vende aquí, se le pide al que tiene más.

—De modo que los que hoy tienen mucho, pronto se quedarán sin tener qué dar.

—No, señor; porque lo que se da tiene vuelta.

—¿Qué es eso de vuelta?

—Señor, es que aquí el que da una vaca, una yegua, una cabra ó una oveja para comer, la cobra después; el que la recibe, algún día ha de tener.

—Y si á un indio rico le piden veinte indios pobres á la vez, ¿qué hace?

—A los veinte les da con vuelta y poco a poco se va cobrando.

—Y si mueren los veinte, ¿quién le paga?

—La familia.

— Y si no tienen familia ?

—Los amigos.

—i Y si no tienen amigos?

—No pueden dejar de tener.

—Pero todos los hombres no tienen amigos que paguen por ellos.

—Aquí sí; no ve, señor, que en cada toldo hay allegados, que viven de lo que agencia el dueño.

—¿Y si se les antoja no pagar?

—No sucede nunca.

—Puede suceder, sin embargo.