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— 279 En la chafalonia, prefieren el gusto chileno; porque con Chile tienen comercio y es de allí de donde llevan toda clase de prendas, que cambalachean por ganado vacuno, lanar y caballar.

La fragua consistía en un paralelepípedo de adobe crudo.

Tenía dos fuelles y se conocía que el día anterior habían trabajado; las cenizas estaban tibias aún.

En un saco de cuero había carbón de leña y sobre la mesa se veían varios instrumentos cortantes, martillos limas rotas.

Los fuelles llamaron sobremanera mi atención por su extraña estructura.

Antes de examinar su construcción entablé un diálogo conmigo mismo.

—A ver, me dije, representante orgulloso de la civilización y del progreso moderno en la pampa, ¿cómo harías tú un fuelle?

— Un fuelle?

—Sí, un fuelle, ¿no se llama así por la Academia española «un instrumento para recoger viento y volverlo á dar», aunque habría sido más comprensible y digno de ella decir: un instrumento construido según ciertos principios de física, para recoger aire por medio de una válvula, y volverle á despedir con más ó menos violencia, á voluntad del que lo maneje, por un cañón colocado á su extremo?

—Entiendo, entiendo.

—Y bien, si entiendes, dime, ¿cómo lo harías?

—¿Cómo lo haría?

—¡ Sí, hombre, por Dios! parece que te hubiera puesto un problema insoluble.

—No digo eso.

—¿Entonces ?

—Es que...