Los miserables (Labaila tr.)/V.1.3
Iban a comenzar los disparos del cañón.
- Nos hace falta un colchón para amortiguar las balas -dijo Enjolras.
- Tenemos uno -replicó Combeferre-, pero sobre él están los heridos.
Jean Valjean recordó haber visto en la ventana de una de las casas un colchón colgado al aire.
- ¿Tiene alguien una carabina a doble tiro que me preste? -dijo.
Enjolras le pasó la suya. Jean Valjean disparó. Del primer tiro rompió una de las cuerdas que sujetaban el colchón; con el segundo rompió la otra.
- ¡Ya tenemos colchón! -gritaron todos.
- Sí -dijo Combeferre-, ¿pero quién irá a buscarlo?
El colchón había caído fuera de la barricada, en medio del nutrido fuego de los atacantes. Jean Valjean salió por la grieta, se paseó entre las balas, recogió el colchón, y regresó a la barricada llevándolo sobre sus hombros. Lo colocó contra el muro. El cañón vomitó su fuego, pero la metralla rebotó en el colchón; la barricada estaba a salvo.
- Ciudadano -dijo Enjolras a Jean Valjean-, la República os da las gracias.