Los miserables (Labaila tr.)/IV.2.2
El triunfo de Javert en el caserón Garbeau parecía completo, pero no lo fue.
En primer lugar, y éste era su principal problema, no detuvo al prisionero. Es probable que este personaje, que para los bandidos era captura importante, lo fuera también para la justicia.
En seguida, se le había escapado Montparnasse. Montparnasse, al llegar a la casa, se había encontrado con Eponina que estaba al acecho, y se la había llevado consigo, prefiriendo sabiamente la hija al padre. Gracias a eso estaba libre. En cuanto a Eponina, Javert la recupero más tarde y fue a acompañar a Azelma a la prisión de las Madelonnettes.
Finalmente, en el trayecto a la comisaría, se le perdió uno de los principales presos, Claquesous, y no lo volvió a encontrar. ¿Se fundió Claquesous con la bruma? ¿Tan misterioso eclipse fue en connivencia con los agentes? Javert se mostró más irritado que sorprendido.
En cuanto a Marius, Javert pensó que "ese abogadillo bobo" había tenido miedo, y olvidó hasta su nombre.
El juez de instrucción consideró de utilidad no incomunicar a uno de los hombres de Patrón-Minette, esperando que hablara. Se eligió a Brujon; lo pusieron en el patio Carlomagno, y bajo especial y discreta vigilancia.
Los ladrones no interrumpen su actividad por estar en manos de la justicia. No se preocupan por tan poco. Estar en prisión por un crimen no impide comenzar otro crimen. Brujon pasaba el día mirando como un idiota las paredes. O bien, castañeteando los dientes y diciendo que tenía fiebre. Pero se las ingenió para obtener ciertas informaciones del exterior.
Hacia la segunda quincena de febrero de 1832, un vigilante vio a este adormilado reo escribiendo un papel en su cama. Lo castigaron a un mes de calabozo, pero fue imposible encontrar el papel. Pero a la mañana siguiente alguien lanzó un "perdigón" desde el patio Carlomagno hacia la Force.
Los detenidos llaman perdigón a una pelota de miga de pan artísticamente amasada que se lanza por encima de los techos de una prisión, de patio a patio. Esta pelota cae al patio. El que la recoge la abre y encuentra dentro un mensaje para algún prisionero de esa sección. Si es otro reo quien hace el hallazgo, entrega el mensaje al destinatario; si es un guardia, entrega el mensaje a la policía.
Esta vez el perdigón llegó a su destino, a pesar de que aquel a quien se dirigía estaba incomunicado. Era nada menos que Babet, una de las cuatro cabezas de Patrón-Minette.
El perdigón contenía sólo estas palabras:
"Babet. Hay un negocio en calle Plumet. Una antigua verja que da a un jardín".
Era lo que había escrito Brujon la noche anterior.
A pesar de la minuciosa vigilancia, Babet encontró el medio de transmitir el mensaje desde la Force a la Salpétrière, a su amante que estaba allí encarcelada. Esta pasó el papel a una mujer llamada Magnon, a quien la policía tenía en su mira, pero que todavía no había sido detenida. Esta Magnon era gran amiga de los Thenardier; ella podía, por tanto, servir de puente visitando a Eponina en las Madelonnettes. Sucedió que en esos mismos momentos Eponina y Azelma quedaban en libertad por falta de pruebas en su contra.
Cuando salió Eponina, Magnon, que la esperaba en la puerta, le entregó el mensaje de Brujon a Babet y le encargó que investigara el negocio.
Eponina fue a la calle Plumet, encontró la verja y el jardín, observó la casa, espió, acechó, y unos días después le llevó a Magnon un bizcocho que ésta entregó a la amante de Babet en la Salpétrière. Bizcocho, en el tenebroso lenguaje de la prisión, significa: "Nada que hacer".
De modo que una semana después, cuando Babet y Brujon se cruzaban en el camino de ronda de la Force, uno hacia la instrucción y el otro regresando, Brujon preguntó:
- ¿Y? ¿La calle Plumet?
- Bizcocho -respondió Babet.
Así abortó este feto de crimen concebido por Brujon en la Force. Sin embargo, este aborto tuvo consecuencias totalmente diferentes a las planeadas, como ya se verá. A menudo, cuando se intenta anudar un hilo, se anuda otro.