Los miserables (Labaila tr.)/IV.7.1
Habían dado las diez y aún no llegaba nadie. De súbito en medio de aquella calma lúgubre, se oyó en la barricada una voz clara, juvenil, alegre, que parecía provenir de la calle de Saint-Denis, y que empezó a cantar, con el tono de una antigua canción popular, otra que terminaba por un grito semejante al canto del gallo.
- Es Gavroche -dijo Enjolras.
- Nos avisa -dijo Combeferre.
Una carrera precipitada turbó el silencio de la calle desierta; Gavroche saltó con agilidad y cayó en medio de la barricada, sofocado y gritando:
- ¡Mi fusil! ¡Ahí están!
Un estremecimiento eléctrico recorrió toda la barricada; y se oyó el movimiento de las manos buscando las armas.
- ¿Quieres mi carabina? -preguntó Enjolras al pilluelo.
- Quiero el fusil grande -respondió Gavroche.
Y cogió el fusil de Javert.
Cuarenta y tres insurgentes estaban arrodillados en la gran barricada, con las cabezas a flor del parapeto, los cañones de los fusiles y de las carabinas apuntando hacia la calle. Otros seis comandados por Feuilly se habían instalado en las dos ventanas.
Pasaron así algunos instantes; después se oyó claramente el ruido de numerosos pasos acompasados. Sin embargo, no se veía nada. De repente desde la sombra una voz gritó:
- ¿Quién vive?
Enjolras respondió con acento vibrante y altanero:
- ¡Revolución Francesa!
- ¡Fuego! -repuso una voz.
Estalló una terrible detonación. La bandera roja cayó al suelo. La descarga había sido tan violenta y tan densa, que había cortado el asta. Las balas que habían rebotado en las fachadas de las casas penetraron en la barricada e hirieron a muchos hombres.
El ataque fue violento; era evidente que debían luchar contra todo un regimiento.
- Compañeros -gritó Courfeyrac-, no gastemos pólvora en balde. Esperemos a que entren en la calle para contestarles.
- Antes que nada -dijo Enjolras-, icemos de nuevo la bandera.
Precisamente había caído a sus pies, y la levantó.
Se oía afuera el ruido de la tropa cargando las armas.
Enjolras añadió:
- ¿Quién será el valiente que vuelva a clavar la bandera sobre la barricada?
Ninguno respondió. Subir a la barricada en el momento en que estaban apuntando de nuevo era morir y hasta el más decidido dudaba.