Recuerdos del tiempo viejo: 70
XXV
editarUn detalle curioso de otro curiosísimo personaje. Salía yo una tarde con Agustín Aynslie de la casa de baños, frente a la cual tenía la suya el sastre Porzio; y éste, que estaba aguardándome en el balcón del piso bajo, me llamó y me alargó una carta cerrada. Creí que era la cuenta que con él tenía; pero él me dijo:
—No es la cuenta: es otra cosa; no la abra usted hasta que esté en su casa.
Saludóme, guardé la carta y volví con Agustín a casa de Lira.
La carta decía, en italiano: «He leído en los periódicos la muerte de Cagigas; y no creyendo justo hacerle a usted pagar su ropa, que no ha tenido tiempo de usar, suplico a usted que me la devuelva, porque tengo ya su valor restado de su cuenta de usted.»
Yo le contesté al día siguiente: «Cagigas ha sido enterrado con el traje negro que usted le hizo; suplico a usted, pues, que vuelva a convertir en suma la resta.»
Y contestó Porzio: «No puedo raspar ni corregir mi libro mayor, porque si tuviera que presentarlo a un tribunal, me deshonraría. Usted ha pagado el entierro de su amigo, yo pagaré la mortaja; estamos en paz.»