La leyenda del Cid: 16
II
editarII
editarY al tiempo que sucedía
esto en Vivar, al rastrillo
llegaba de su castillo
el conde que a él se volvía.
Echó pie a tierra, y llegó
Jimena a abrazarle; pero
él con semblante severo
su abrazo la rechazó.
«¿Qué traes, padre?» — le pregunta
la niña atemorizada:
respondióla el conde — «¡Nada!»
y la cara cejijunta
volviendo a su servidumbre
dijo: — «Mañana volvemos
a Asturias, donde tendremos
mejor sol que nos alumbre.»
Dijo, y a su cuarto fuése:
Jimena al suyo tornóse,
y sin que chistar nadie ose
aunque tal orden le pese,
buscaron todos sus lechos,
como a siervos corresponde,
que las órdenes del conde
a obedecer están hechos.
Mas desde el suyo Jimena
oyendo a su padre estuvo
que en vela en su cuarto anduvo
como en su jaula una hiena.