La leyenda del Cid/Introducción/VI
VI
¿Quién soy? —Tú no lo ignoras, ¡oh patria á quien adoro!
tú, cuyas tradiciones son mi único tesoro,
cuya futura gloria mi solo sueño de oro,
cuya aficion y estima son mi único laurel:
tú, que eres sola el germen de mi cantar sonoro,
que para tí acompañan el pastoril rabel,
el caracol marino y el tarabuk del moro,
la lira de la Grecia y el arpa de Israel.
Yo soy átomo frágil á quien el viento mueve,
insecto susurrante que zumba sin cesar,
el trovador errante del siglo diez y nueve
que cruza mar y tierras en brazos del azar,
y voy, de mi fe mártir, mas fiel á mi destino,
á España por do quiera cantando sin cesar;
y por do quiera francos encuentro en mi camino
amigos que me esperan y hospitalario hogar.
Como una ave de paso
que nunca anida
y que vuela al acaso
sola y perdida,
yo siempre he ido
por el aire del mundo
solo y perdido.
Pero ave como el ái^uila
de noble vuelo,
la voz para mis cánticos
busco en el ciclo:
y donde alcanza
mi voz va derramando
fe y esperanza.