Compendio de la filosofía: 62
SENTENCIA QUARTA.
Es tambien comun proverbio, que el amigo de uno es un otro él, ......... [1], como escribió Aristóteles, y Ciceron amicus alter idem. Como se pueda entender esto, lo explicarémos de dos maneras.
En primer lugar no es fuera del uso comun el decir que aquello que es semejante sea lo mismo. ¿Quien es el que viendo el retrato de César bastante semejante, no diga luego: he aquí César: el mismo es? Y si la semejanza, como enseñan los Escolásticos, mira á la unidad, siendo los amigos entre sí muy semejantes en voluntades y pareceres, como ya hemos declarado, se podrá decir en cierto modo que sean ambos una cosa sola, y que el uno sea el otro. Porque si el retrato de César se dice que es César, porque tiene los mismos delineamentos del semblante, ¿quanto mejor deberémos decir que el un amigo sea el otro amigo, teniendo la misma voluntad y los mismos sentimientos, que son los delineamentos del ánimo?
En segundo lugar se puede decir, que el amigo de uno sea un otro él, porque le quiere bien como á sí mismo. Pero esto pide explicacion. Digo, pues, que hay dos maneras de querer bien: la primera es quando se quiere bien á uno por su bien, y no por otro fin: la otra es quando se quiere bien á uno por otro fin. Y no hay duda alguna en que cada uno se quiere bien á sí mismo del primer modo, esto es, por su bien, y no por otra cosa. Ahora, pues, queriendo bien tambien al amigo en la misma forma, esto es, por su bien, y no por otra cosa, se sigue que él quiera bien al amigo no de otra suerte que á sí mismo, y que sea la una y la otra benevolencia de un mismo género. Ni por esto se ha de inferir, que si el un amigo quiere bien al otro como á sí mismo, le quiera tambien tanto como á sí mismo; porque si bien la benevolencia que uno se tiene á sí mismo, y la benevolencia que tiene al amigo son de un mismo género, podrian no obstante no ser del mismo grado, y ser la una mayor que la otra: de lo que hablarémos en otro lugar quando tratemos del amor propio.
- ↑ Frase en griego.