Compendio de la filosofía: 22
CAPÍTULO X.
editarY ciertamente si quando se dice, que la virtud está puesta en un medio entre el exceso y el defecto, no se quiera entender otra cosa, sino que ella no puede tener en sí ni el uno ni el otro, la cosa es clarísima; porque si la virtud tuviese en sí exceso alguno, ó defecto, se viciaría por el uno, ó el otro, y de consiguiente no seria ya virtud.
Y acaso tuvo presente este argumento Aristóteles, aunque él lo propusiese por modo de analogía, cuya manera de argüir, bien que no induzca evidencia en los discursos, es con todo muy comun y familiar entre los Filósofos. Aristóteles, pues, argüia de esta manera. Todas las cosas bien y rectamente constituidas están en un medio entre el exceso y el defecto: el trabajo rectamente tornado no debe ser mucho, ni poco: la lanza no debe ser ni muy larga ni muy corta: el viento al navegante no ha de ser ni muy fuerte ni muy débil; y así acontece en otras mil cosas; ¿y por que no dirémos lo mismo de la virtud ? La qual siendo la mejor de todas, es muy debido que esté mas libre y exenta que todas de qualquiera exceso y defecto.
Esto se confirma tambien por Aristóteles por via de induccion; pues habiendo señalado algunas virtudes, las quales están ciertamente puestas entre el exceso y el defecto, como la fortaleza entre la temeridad y el temor, y la templanza entre la disolucion y la estupidez, parece que lo que se dice de algunas pueda creerse de todas. Para dar mayor vigor á este argumento, seria á propósito formar un catálogo, ó índice de las virtudes, y mostrar esto mismo en cada una; lo qual es dificilísimo. Se dice que lo hizo Teofrasto, que fué famoso Peripatético, discípulo de Aristóteles, del qual sabemos que se valia mucho de la induccion para probar la opinion de su maestro. Mas entre las injurias que el tiempo nos ha hecho, no es la menor el habernos privado de los escritos de aquel gran Filósofo.