Compendio de la filosofía: 20

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

CAPÍTULO VIII. editar

De la materia de la virtud.
La materia, acerca de la qual se emplea y se exercita la virtud, consiste, segun Aristóteles, en el placer, ó en el dolor. Esto necesita de explicacion. Declarémonos, pues, de este modo.

La voluntad, lo que es de por sí, seguiria facilísimamente, y por su natural instinto lo honesto, que es á lo que la convidan el entendimiento y la razon, si para seguirlo no tuviese que vencer la fuerza de las pasiones, que la inducen freqüentemente á lo contrario. Sin embargo sigue alguna vez lo honesto venciendo las pasiones, al principio difícilmente y con fatiga, despues con mayor facilidad, hasta que se haga hábito, el qual adquirido las vence facilísimamente siempre que sea necesario. Y este hábito es la virtud; y así se ve claramente, que la virtud se usa, se emplea, y se exercita acerca de las pasiones; por lo que se puede decir que las pasiones con la materia próxima de la virtud.

Las pasiones, ademas de esto, versan acerca del placer, ó del dolor, conmoviéndose siempre, y excitándose por la apariencia de alguna de estas cosas, en tal grado, que la primera y principal division de las pasiones (aunque hay otras muchas) es en tristeza y temor, las que se conmueven por la apariencia de un dolor, ó presente, ó futuro; y en alegría y confianza, que se conmueven por la apariencia de un placer, ó conseguido, ó que se espera conseguir. Las demas pasiones se reducen á estas quatro. Por tanto siendo cierto que la virtud versa acerca de las pasiones, y estas acerca del placer, ó del dolor, parece claro, que así como las pasiones son la materia próxima de la virtud, así el placer y el dolor deban ser la materia remota.

Dirá alguno: Si la materia de la virtud son las pasiones, no se dará por consiguiente acto alguno de virtud donde no haya alguna pasion que vencer: ni executará virtud, ni justicia aquel Juez, que juzgue rectamente en una causa, en la qual no sea incitado por alguna pasion; esto se hace en verdad duro, é increíble: luego la materia de la virtud no son las pasiones.

Respondo: que el que hace una accion buena, no hace con todo una accion virtuosa, si no la hace con constancia de ánimo; esto es, con disposicion á executarla, aun quando batallasen contra él las pasiones: ni yo tendré por muy virtuoso aquel Juez que juzga rectamente en una causa, en la qual ni el interes, ni el favor le tientan y acometen, si estuviese dispuesto á hacer un juicio diverso en caso que fuese importunado. De aquí se colige, que no puede exercitarse la virtud sin ánimo y disposicion para vencer las pasiones; y esta disposicion es realmente la virtud misma, cuya materia son las pasiones que ella vence, ó está dispuesta á vencer.

Pero dirás: Si uno tuviese tan sujetas las pasiones, que ya no le inquietasen, segun esta opinion, no podria obrar virtuosamente; pues faltándole la oposicion de las pasiones, le faltaria la materia de la virtud; lo que en verdad parece falso.

A esto se responde: que el que tiene enfrenadas las pasiones, las tiene todavía sin embargo en sí; y si no le hacen oposicion, es porque en virtud del hábito que ha adquirido, las sabe tener en aquella sujecion, á que ya las reduxo, y que ellas por su naturaleza no sufren de buena gana. Esto supuesto, dirémos que este enfrenamiento de las pasiones es una cierta manera de estarlas siempre venciendo; porque es verdaderamente vencerlas el tenerlas de modo que no puedan hacer resistencia. Todavía dirás: Si se diese un hombre sin pasiones, sería ciertamente mas perfecto que los demas hombres; esto no obstante tendría en sí la virtud; y de consiguiente no deberia faltarle la materia de la virtud; es así que en dicho caso le faltarian las pasiones: luego no se ha de decir, que la materia de la virtud sean las pasiones.

A lo qual respondo: que el que no tuviere pasion alguna, tampoco tendria la virtud: no ya porque él no obraría las cosas honestas, que á la verdad las executaría, y con facilidad y prontitud suma, sino porque en él no sería virtud el executarlas; pues no toda prontitud para hacer las cosas honestas es virtud, sino solamente aquella que se adquiere con el uso de vencer las pasiones, y es hábito. Aquella prontitud que tendria uno contra quien no se tumultuasen las pasiones, seria una inclinacion muy feliz; mas no seria virtud.

Ni yo sé á la verdad si deba conceder lo que se dice en el argumento; esto es, que un hombre á quien le faltasen las pasiones, fuese por esto mas perfecto que los otros; ni aun tampoco el que siendo este maravilloso hombre mas perfecto que los otros, debiese por esto tener la virtud. Yo me explicaré.

En quanto á lo primero, nada importa que las pasiones se digan por su naturaleza malas, y que sean imperfecciones, para inferir, que el que careciese de ellas, debiese por esto ser mas perfecto que los otros. Porque todavía no está averiguado si son, ó no malas por su naturaleza las pasiones; sobre lo qual hay una gran qüestion, de la que tratarémos despues. Mas dado que las pasiones contengan en sí imperfección: tambien es imperfeccion el ser corporeo, y no por esto seria perfecto un hombre á quien le faltase el cuerpo; y por la misma razon no seria perfecto un hombre á quien le faltasen las pasiones.

En quanto á lo segundo; esto es, que siendo aquel hombre maravilloso, á quien le faltasen las pasiones, mas perfecto que los demás hombres, deberia por lo mismo estar adornado de la virtud que tienen los otros: siendo ciertamente, como es, la virtud una perfeccion, debo decir, que esto es falso; pues la virtud es sin disputa perfeccion; mas es perfeccion del hombre. Mas claro: es perfeccion de un sugeto racional capaz de las pasiones. Y á la verdad, si nosotros suponemos un hombre incapaz de pasiones, le suponemos al mismo tiempo mas que hombre, y lo hacemos quasi un Dios; y á este tal le convendrian mas bien las perfecciones divinas que las humanas. Por tanto no sería virtuoso, y obrando las cosas buenas, no las obraria por virtud, sino por otra disposicion mucho mas noble que la virtud.


Dedicatoria - Advertencia de la traductora - La Filosofía Moral según la opinión de los peripatéticos
PARTE PRIMERA - De la felicidad: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX
PARTE 2º - De la virtud moral en general: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII
PARTE 3º - De las virtudes morales en particular: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII - XIII - XIV - XV
PARTE 4º - De las virtudes intelectuales: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII
PARTE 5º - De algunas cualidades del ánimo, que no son vicios ni virtudes.: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI: (- - - ) - XII: (- - - - ) - XIII: (- - - - - ) - XIV - XV - XVI - XVII - XVIII