Compendio de la filosofía: 07
CAPÍTULO IV.
editarY en la realidad la salud es un bien, puesto que la quieren los hombres por sí misma, y no por otro fin; y lo mismo puede decirse de la belleza, de las riquezas, y de los honores. Pues ahora, si estas cosas faltasen al virtuoso, como muchas veces le faltan, ¿quien diria que era feliz, faltándole tantos bienes? Sin embargo no le faltaria la virtud: luego la virtud no basta para la felicidad.
Pero dirás: los Estoicos negaron que la salud fuese algun bien, y lo mismo dixeron de la robustez y de la belleza, como tambien de las riquezas, de los honores, de los placeres, y de otros dones de la fortuna, queriendo ellos que ninguna otra cosa se hubiese de contar entre los bienes sino solamente la virtud. Lo qual, si es cierto, aquel que tenga la virtud, tendrá al mismo tiempo todos los bienes, y por consiguiente nada le faltará.
Yo respondo: que los Estoicos no quisieron llamar bienes, ni á la salud, ni á las otras cosas arriba dichas; pero sin embargo las llamaron comodidades, y dignas de ser preferidas á sus contrarios, y de ser procuradas con diligencia; y por tanto dexaron á aquellas cosas la naturaleza y esencia del bien, quitándoles solamente el nombre. Porque realmente ¿que otra cosa es el bien, sino aquello que debe ser preferido á su contrario, y es digno de ser querido y de ser procurado? Poco importa ciertamente el que los Estoicos llamasen á la salud un bien, ó una comodidad, siendo uno mismo el sentido de ambas cosas. Y si á la enfermedad, al dolor, á la pobreza, y á la ignominia no las quisieron llamar males, nada importa, supuesto que las llamaron incomodidades, que viene á ser lo propio.
Dirá alguno: El hombre sabio desea la salud,las riquezas y las ciencias, para poder exercitar la virtud: luego no es verdad que se deseen y se quieran estas cosas por sí mismas. Respondo ser verdad que el sabio desea estas cosas, porque sirven á la virtud; pero las desearia igualmente sin este motivo. Dos razones en suma tiene el hombre sabio para desear la salud, ya porque ella es deseable por sí misma, y ya porque sirve á la virtud, que es una cosa no menos digna de desearse.