Compendio de la filosofía: 23
CAPÍTULO XI.
editarAristóteles distingue dos medios, al uno de los quales llama aritmético, al otro geométrico. El medio aritmético es aquel que esta puesto entre dos determinados extremos, y está igualmente distante del uno y del otro, como el número ocho, que dista igualmente del diez, y del seis. Este medio no puede mudarse, y es uno mismo para con todos. El medio geométrico es aquel, que estando puesto entre dos extremos, sigue sin embargo una cierta proporcion, por lo que varía, ni puede siempre ser el mismo. De este modo un vestido que esté bien hecho, y por consiguiente esté en un medio entre el muy largo y el muy corto, requiere una cierta proporcion con la persona para quien se hizo; pues aquel vestido, que es de una largura mediana para uno, podia ser muy largo, ó muy corto para otro; ni se dice mediana, sino á proporcion de la persona. Tal es el medio geométrico. Y si por medio geométrico entendiésemos aquí otra cosa diferente de lo que suelen entender los Geómetras, importa muy poco; porque quando se entienden las cosas, no se ha de cuidar mucho de los nombres.
La virtud, pues, segun Aristóteles, está puesta en un medio geométrico, el qual no es uno mismo para con todos, sino que varía segun la variedad de las personas á quienes debe proporcionarse. De hecho, si aquello que uno come con templanza, lo comiese otro, seria destemplanza, porque aquella misma cantidad de comida, que respecto de uno es moderada, puede ser superabundante y excesiva respecto de otro. A este modo los peligros que uno puede despreciar con fortaleza, no se pueden despreciar por otro sino con audacia; y en unos será prodigalidad, lo que en otros sería liberalidad perfecta. Luego es evidente que el medio en que consiste la virtud, es geométrico, y por tanto varía segun la proporcion de las personas.
Veamos ahora como se digan malos los extremos de la virtud. Y ciertamente pueden decirse malos en quanto están privados de aquella virtud de que son extremos, siendo una cierta especie de mal la privacion de un bien. Con todo podrian estar privados de aquella virtud de que son extremos, y no ser malos ni torpes; y podrian tambien alejándose de una virtud, acercarse tanto á otra, que pareciesen dignos de alabanza. Y á la verdad si la estupidez es un extremo, como dicen, de la templanza, tendrá la templanza un extremo, que no será ni malo ni torpe, siendo la estupidez defecto de naturaleza, no vicio de voluntad: y así lo juzga tambien Aristóteles. Ademas el Príncipe que castiga al delinqüente menos de lo que él merece, apartándose de la justicia se acerca á la clemencia, y merece mas alabanza siendo menos justo. Luego no son los extremos de la virtud siempre malos, porque contengan en sí algun mal. Estos puntos acaso se entenderán mejor en la tercera parte de este Compendio, donde tratarémos de las virtudes en particular y de sus extremos.