Compendio de la filosofía: 53
CAPÍTULO VI.
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Aunque el que así se indigna merezca alabanza en quanto ama la virtud; mas la mereceria sin embargo en mi juicio, si supiese amarla sin indignacion; lo que sin duda haria, si aprendiese de la virtud misma quan poco aprecio se deba hacer de las dignidades y de los honores, y de los otros bienes de fortuna; porque si él los estimase en poco, no le daria tanto sentimiento que los hubiesen y gozasen los malos, é indignos, como quasi siempre sucede; pero da á entender que los estima demasiado el que los mira con tanta pasion, y hace como los Estoicos, los quales despreciaban la salud, las riquezas y los honores, no teniéndolos por bienes; pero en tanto querian que ninguno los poseyese sino el virtuoso, con lo que daban á entender que los estimaban.
Á la indignacion se opone una disposicion de ánimo, á la qual no sabria yo que nombre darle; mas llámese como se quiera, consiste en no sentir el hombre disgusto alguno de ver exaltado el vicio, y oprimida la virtud. Mas una disposicion semejante está muy cerca de la malicia; porque á quien no le disgusta el ver oprimida la virtud, con facilidad se dexará inducir á oprimirla; ni cuidará mucho de ser virtuoso; y por consiguiente está muy próximo á ser malvado el que no se indigna jamas.
- ↑ Palabra griega.