Compendio de la filosofía: 40
PARTE QUARTA.- DE LAS VIRTUDES INTELECTUALES.
editarCAPITULO PRIMERO
editar
Aristóteles fué de parecer, y no sin razon, que el entendimiento se deba distinguir en dos facultades, una de las quales se puede llamar contemplativa, y la otra consultativa, ó deliberativa. La contemplativa es aquella que considera las cosas no por otro fin que para conocerlas, como hace el Matemático quando considera la revolucion de las esferas. La consultativa es aquella que considera las cosas no solamente para conocerlas, sino tambien para deliberar, y tomar consejo sobre ellas; porque si bien la eleccion es propia de la voluntad, corresponde sin embargo al entendimiento el examinar las razones de la eleccion.
Pues ahora, pudiendo el hombre engañarse fácilmente, y errar, ya en contemplar las cosas que solo quiere conocer, y ya tambien en deliberar, es constante que puede con el estudio, y con la industria, y con el largo exercicio adquirirse un hábito de juzgar rectamente, y conocer las cosas como son en sí, y saber en las ocasiones qual consejo se deba tomar, y qual no; y supuesto esto, no puede negarse que este hábito sea un complemento, y una perfeccion de las dos facultades arriba dichas. Por lo qual no sin razon se llama virtud, y se dice intelectual, porque pertenece al entendimiento: así como las virtudes, que residen en la voluntad, y la constituyen rectora y señora de las pasiones, se llaman morales, porque pertenecen á las costumbres.
Digamos, pues, que la virtud intelectual es un hábito de conocer las cosas rectamente, ya se consideren solamente para conocerlas, ó ya se consideren para deliberar algo acerca de ellas; y con esto se sabe qual sea el sugeto de la virtud intelectual, y qual la materia; porque el sugeto es el mismo entendimiento en que reside la tal virtud, y la materia son las mismas cosas que se consideran en quanto son para conocerse. Y baste esta breve noticia acerca de la esencia de la virtud intelectual, y de su sugeto, y su materia.