Compendio de la filosofía: 09

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

CAPÍTULO VI.

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La felicidad consiste en la suma de todos los bienes, que convienen á la naturaleza.
Diciendo que se debe poner la felicidad en la suma de todos los bienes, que convienen á la naturaleza del hombre, parece que nada se afirma de fixo, si no se establece primero quales sean aquellos bienes que á la naturaleza del hombre sean convenientes. Porque por esta via tambien los Epicureos podrían decir, que consistia la felicidad en la suma de todos los bienes, que convienen á la naturaleza humana, reduciéndolos todos al placer: y lo mismo podrian hacer los Estoicos reduciéndolos á la virtud, y los Platónicos á la contemplacion. Pero ántes de establecer quales sean los bienes que convienen á la naturaleza de los hombres, parece que deba establecerse qual sea esta naturaleza, lo qual executó Aristóteles con muy buen órden.

El hombre, segun Aristóteles, está compuesto por su naturaleza de alma y de cuerpo; y siendo así tiene necesidad de servirse quasi continuamente de cosas extrínsecas. Y esto supuesto, ¿quien no ve que á su naturaleza convienen tanto los bienes del ánimo, como los del cuerpo, y aun tambien los extrínsecos? ¿Y por consiguiente que le convienen igualmente las ciencias, las virtudes morales, la salud, la belleza, los honores, las riquezas, y los demas bienes de fortuna? Luego consistiendo la felicidad en la suma de todos los bienes, que son convenientes á la naturaleza, será necesario decir, que consiste en la suma de todas las cosas arriba dichas.

Mas conviene considerar la naturaleza del hombre todavía con mayor discernimiento y distincion; porque algunos han querido mirar al hombre en calidad de solitario, y como quien no existe sino para sí mismo; y otros le han considerado como nacido, no solamente para sí mismo, sino tambien para la República; y es cosa clara, que segun estas diversas consideraciones se habrán de establecer tambien fines diversos, siendo muy diferentes los bienes que corresponden al solitario de los que convienen al ciudadano.

Y aquí vendrian bien dos qüestiones muy diversas á la verdad la una de la otra, pero muy afines entre sí; esto es, si el hombre se compone de alma y de cuerpo, y si ha nacido para la sociedad; porque aunque parece que Aristóteles no dude de esto, no se ha de despreciar la autoridad de Platon, el qual fué de opinion, de que el hombre no era otra cosa que el alma, y que el cuerpo no le perteneciese á él mas, que lo que pertenecen los grillos al encarcelado. Y á la verdad, ¿que otra cosa podia él decir considerando que el alma despues de la muerte habia de permanecer para siempre sin el cuerpo? En la realidad la razon natural no podia enseñarle otra cosa. Y si el hombre no es naturalmente corporeo, ¿como podrá decirse que sea naturalmente ordenado para la sociedad? La qual en tanto le corresponde y conviene en quanto estando en la prision del cuerpo debe vivir por algun espacio de tiempo con otros prisioneros semejantes á él. Así pensaba Platon.

Pero Aristóteles consideraba al hombre como compuesto naturalmente de alma y de cuerpo, y lo destinaba á la sociedad. De aquí es que no se ha de admirar el que Platon propusiese al hombre una felicidad, y Aristóteles otra, porque estableciendo diversos principios, buscaron cosas diversas, aquel la felicidad del solitario, y este la del hombre civil.

De hecho, habiendo despues Aristóteles dividido la felicidad en dos; esto es, en la del solitario, y en la del hombre civil, llamó la primera contemplativa, y la hizo consistir en la contemplacion, del mismo modo que Platon. Y apreció tanto esta felicidad, que la antepuso á la del hombre civil, como mas noble que esta, y por tanto mas excelente, y digna solamente de las formas separadas, y de las inteligencias eternas. La otra que llamó política civil, ó de ciudadanos, juzgó Aristóteles, que aunque fuese menos noble, era sin embargo mas conforme á la naturaleza del hombre, y la estableció, como se dixo arriba, en la suma de todos los bienes, así del alma, como del cuerpo, y de fortuna; y esta felicidad la hizo propia de los hombres, dexando aquella bienaventuranza Platónica para los Dioses.


Dedicatoria - Advertencia de la traductora - La Filosofía Moral según la opinión de los peripatéticos
PARTE PRIMERA - De la felicidad: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX
PARTE 2º - De la virtud moral en general: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII
PARTE 3º - De las virtudes morales en particular: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII - XIII - XIV - XV
PARTE 4º - De las virtudes intelectuales: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII
PARTE 5º - De algunas cualidades del ánimo, que no son vicios ni virtudes.: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI: (- - - ) - XII: (- - - - ) - XIII: (- - - - - ) - XIV - XV - XVI - XVII - XVIII