Compendio de la filosofía: 14

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

CAPÍTULO II.

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De las leyes.
No es otra cosa la ley que una ordenanza, la qual prescribe á los hombres alguna cosa que deben hacer, ó que están obligados á observar; de tal modo, que observándola, obran bien y merecen alabanza y aprobacion; y no observándola, se hacen culpables, y son dignos de reprehension y de castigo. La ley se divide en natural y civil; aunque la civil nace y dimana de la natural.

La ley natural consiste en las reglas de lo honesto; y no solamente en las primeras, que se llaman principios, sino tambien en las otras, que se infieren de los principios, por via de argumentacion. Y estas reglas son verdaderamente leyes; pues manifestándose por ellas, y declarándose que se debe hacer por los hombres la tal, ó tal cosa, inducen en ellos obligacion de hacerla; y les condenan como culpables, si no la hacen. Y por quanto se perciben por una cierta voz de la naturaleza, que las publica, por decirlo así, y las promulga en el ánimo de cada uno, por esto se llaman leyes naturales.

La ley civil es una ordenanza de algun hombre, la qual tiene fuerza de obligar á los otros, para que hagan lo que ella ordena. De donde provenga en esta ley tanto vigor, conviene que se explique diligentemente; porque en la realidad no parece que su fuerza dimane de la naturaleza. ¿Quien dirá que Speusipo y Senócrates estén obligados á executar una cosa, solamente porque Alexandro haya declarado públicamente que así lo quiere? Aquella voluntad de Alexandro, y aquella pública declaracion, ¿que autoridad tienen por su naturaleza para obligar á otros?

Hay muchos en el dia, los quales riéndose de lo honesto, del mismo modo que de las otras obligaciones, pretenden que esta de que hablamos nace del interes; y enseñan, que el súbdito debe obedecer al Príncipe, no por otra cosa, sino porque le tiene cuenta el hacerlo así. Segun la qual opinion, en cesando la razon de utilidad en aquel que obedece, cesaria tambien la obligacion; y deberia el tutor, siempre que juzgase poder hacerlo con seguridad, y teniéndole cuenta, matar al pupilo. Mas esta vil Filosofía no es digna de los hombres de bien, y dotados de razon.

Se ha de advertir, que lo honesto, ó sea la ley natural, obliga á los hombres á mantener en lo que se han convenido, y á practicar siempre que puedan lo que es necesario al bien comun. Siendo, pues, necesario al bien comun el que alguno proponga sus intenciones públicamente, y que los otros se sometan á ellas, y estando los hombres convenidos en esto; se sigue, que si aquel á quien toca, propone públicamente sus intenciones, deben los otros por ley natural someterse á ellas, y obedecerlas, y no debe alguno por causa del propio interes eximirse de la obligacion. Y de aquí nace toda la autoridad de los Magistrados, á los quales no obedecemos propiamente nosotros, sino que haciendo lo que ellos quieren, obedecemos á la ley inmudable y sempiterna de lo honesto.

Es tanta la autoridad de lo honesto, que tiene imperio sobre los mismos Magistrados, imponiendo altamente al Príncipe el mirar siempre en sus leyes á la pública felicidad, la qual debe él procurar buscando para los ciudadanos, no solamente las riquezas, que suelen algunas veces dañarles, sino tambien y con mayor cuidado la virtud, que siempre les aprovecha. Ni debe el Príncipe procurar el bien de los ciudadanos por su propio interes, sino por el bien de los ciudadanos. Si esto hicieran los Príncipes, obedecerian á lo honesto, y mandarian á los hombres, y gobernarian las Repúblicas mucho mejor que lo hacen.


Dedicatoria - Advertencia de la traductora - La Filosofía Moral según la opinión de los peripatéticos
PARTE PRIMERA - De la felicidad: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX
PARTE 2º - De la virtud moral en general: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII
PARTE 3º - De las virtudes morales en particular: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI - XII - XIII - XIV - XV
PARTE 4º - De las virtudes intelectuales: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII
PARTE 5º - De algunas cualidades del ánimo, que no son vicios ni virtudes.: I - II - III - IV - V - VI - VII - VIII - IX - X - XI: (- - - ) - XII: (- - - - ) - XIII: (- - - - - ) - XIV - XV - XVI - XVII - XVIII