Compendio de la filosofía: 31
CAPÍTULO VII.
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La Magnanimidad es una virtud por la qual el hombre procura conseguir los primeros honores; pero moderadamente, esto es, segun lo requiere la razon. Por esto las concurrencias magníficas, los puestos elevados, y los grandes títulos son la materia que tiene por mira el magnánimo. Pero es necesario que haga por merecerlos, para que pueda creer que le corresponden; pues no creyéndolo así, los pretendería contra razon, y en esto habria exceso, y no virtud. Y de aquí es, que el magnánimo entre todas las acciones virtuosas emprende siempre las mas ilustres y heroicas, á las que ciertamente se deben los primeros honores; y por esto se dice, que la magnanimidad hace grandes todas las otras virtudes.
Los extremos de la Magnanimidad consisten, ó en querer los primeros honores quando no corresponden, lo que se llama soberbia, ó en no hacer caso de ellos quando convendrian, lo qual no sabria como llamarlo en nuestra lengua. Aristóteles se sirvió del nombre ...... [1], que quiere decir pusilanimidad.
Ha habido algunos que han vituperado esta Aristotélica magnanimidad, ni la han querido colocar en el número de las virtudes, pareciéndoles que sea contraria á la humildad christiana, la qual virtud hace que el hombre huya todos los honores, y juzgue que no los merece; y pasa tan adelante, segun los Ascéticos, que por ella el hombre viene á creer que es el peor de todos, aunque sea de una bondad muy singular. Yo me he propuesto el no introducir por ningun caso en este Compendio á la Filosofía santa de los Christianos. Acaso manifestaré en otro lugar quantas luces haya traido ella á la Filosofía natural, y quanto la haya adornado y perfeccionado en todas sus partes. Ahora sin embargo, para deshacer la duda propuesta, diré solamente que el Christiano humilde no puede querer huir los honores, sino segun lo pide la razon; y quando la razon lo quiera deberá recibirlos y aquietarse. Y sí estuviere constituido en alto grado, por exemplo, en dignidad Regia, deberá conocer que le son debidos los honores Reales, y los querrá, y sabrá ser humilde en medio de estos honores, lo qual es el sumo grado de la humildad. Aquí se ve que el Christiano humilde no se opone al magnánimo de Aristóteles, pudiendo él muy bien merecer muy grandes honores, y conocer que se le deben, como á magnánimo, y de consiguiente quererlos. Y esta fue tambien la opinion del famoso Aguirre, que adelantó tanto en la Filosofía; y lo mismo creyó Santo Thomas, el qual excedió en la sabiduría á todos los demas. Y si nosotros escuchásemos al Rodriguez, Maestro excelente entre los Ascéticos, hallarémos que la humildad christiana no se opone en modo alguno á la magnanimidad de Aristóteles, antes bien que es su principal fundamento, y que no puede ser verdaderamente magnánimo sino el christiano humilde. Pero baste de esta materia.
- ↑ Palabra griega.