Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

MUERTE.

Y esto que ahora le quiero decir llévelo en la memoria que le será de mucho provecho y alivio en sus trabajos, y es que aparte la imaginacion de los sucesos adversos que le podran sobrevenir, que el peor de todos es la muerte, y como esta sea buena, el mejor de todos es el morir. Preguntáronle á Julio Cesar, aquel valeroso emperador romano, cual era la mejor muerte. Respondió que la impensada, la de repente y no prevista: y aunque respondió como gentil y ageno del conocimiento del verdadero Dios, con todo eso dijo bien, para ahorrarse del sentimiento humano, que puesto caso que os maten en la primera faccion y refriega, ó ya de un tiro de artilleria, ó volado de una mina, ¿qué importa? todo es morir, y acabose la obra.


La muerte es sorda, y cuando llega á llamar á las puertas de nuestra vida siempre va de priesa, y no la harán detener ni ruegos, ni fuerzas, ni cetros, ni mitras, segun es pública voz y fama, y segun nos lo dicen por esos púlpitos.


Todas las cosas tienen remedio sino es la muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida.


Ninguna comparacion hay que mas al vivo nos represente lo que somos y lo que habemos de ser como la comedia y los comediantes. Sino dime ¿no has visto tu representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personages? Uno hace el rufian, otro el embustero, este el mercader, aquel el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple, y acabada la comedia y desnudándose de los vestidos de ella, quedan todos los recitantes iguales. Pues lo mismo acontece en la comedia y trato de este mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y finalmente todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.


¡Brava comparacion! dijo Sancho, aunque no tan nueva que yo no la haya oido muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego cada pieza tiene su particular oficio, y en acabándose el juego todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.


A buena fe, señor, respondió Sancho, que no hay que fiar en la descarnada, digo en la muerte, la cual tambien come cordero como carnero; y á nuestro cura he oido decir, que con igual pie pisaba las altas torres de los reyes, como las humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora mas de poder que de melindre; no es nada asquerosa, de todo come y á todo hace, y de toda suerte de gentes, edades y preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que á todas horas siega y corta asi la seca como la verde yerba, y no parece que masca, sino que engulle y traga cuanto se le pone delante, porque tiene hambre canina que nunca se harta; y aunque no tiene barriga, da á entender que está hidrópica y sedienta de beber todas las vidas de cuantos viven, como quien se bebe un jarro de agua fria.