Album de un loco: 34
La inteligencia
editarXVIII
editarNosotros, hoy, que vemos
en calma estas edades exaltadas
por su fe y sus pasiones, ¿no seremos
imparciales con ellas? –Las cruzadas,
¿Han sido nada más grandes locuras,
causa no más de atraso y desventuras
en naciones por dicha encarriladas
ya por vías de error más despejadas?
¿Nada influyó la religión en ellas?
¿Nada ellas en el mundo? Su heroísmo,
¿no dejó más que sangre tras sus huellas?
¿Son no más que un borrón del cristianismo,
cuya fe las creó? Cuando la historia
sus hechos en sus fastos inventarie,
¿cuál la marca será de su memoria?
¿La civilización o la barbarie?
XIX
editarYo, que aunque es evidente que estoy loco,
algunas veces reflexiono un poco,
tengo la convicción de que la guerra
es la más fuerte y vergonzosa valla
que el adelanto de los pueblos halla;
que es el mayor azote de la tierra.
Un gran conquistador, un gran guerrero,
que la razón poniendo en las espadas,
se la da a las naciones conquistadas
escrita con el filo de su acero,
en la piel de sus razas degolladas;
hablemos francamente,
por más que preconice el mundo entero,
la gloria de este bárbaro valiente,
desde Nembrod a Napoleón Primero,
nunca es más que un insigne bandolero.
Si el hombre, hecho por Dios inteligente,
ha de legitimar sus pretensiones
a ser hijo de Dios y hecho a su imagen,
como él dice, orgulloso e insolente,
por mucho que los sabios nos barajen
con sus razones la razón, yo entiendo
que creando ha de ser, no destruyendo.
Yo no creo en la gloria que se alumbra
del destructor incendio con la tea;
mi mente a concebir no se acostumbra
que la caliente sangre que gotea,
digno alimento de la gloria sea.
Pero no hay ningún mal que no conduzca
a algún futuro bien; no hay podredumbre
que la tierra no abone, y no produzca,
o pasto, o fruto, o flor. No nos seduzca
la opinión de parciales escritores,
que del catolicismo en las doctrinas,
muestran a la ignorante muchedumbre
los páramos no más que dan espinas,
no los jardines que producen flores.