Granada. Poema oriental: 23

Tomo Segundo, libro sesto: «Narración», Granada. Poema oriental
de José Zorrilla

Su vida y su vigor recobró al punto
Libre de Aly-Mazer de la presencia,
Y al misterioso escrito echó Zoraya
Una mirada de pavura llena.
Criada desde niña entre los Arabes,
De la superstición de su creencia
Es víctima su espíritu, y con miedo
De él contempló las misteriosas letras.
El escrito es su horóscopo: los datos
De la consultación que le encabeza,
De su país, su raza y nacimiento
Son los nombres esactos y las fechas.
Un confuso dibujo cabalístico
Marca la conjunción de los planetas
Que, desde el punto en que nació, su vida
Dominan con su mágica influencia;

Y bajo el doble nombre entrelazado
Que entre Cristianos y Arabes conserva,
Esplicando sus cálculos y signos
Se leía en arábigo esta letra:

«Cinco años será Cristiana,
Veinticinco será Mora,
Diez esclava y diez sultana:
Mas su estrella protectora
Va á apagar antes de un hora
Otra estrella soberana. —
Ni Española ni Africana,
Ni de raza engendradora,
Morirá en tierra cristiana
Ni cautiva ni señora;
Odiada como tirana,
Oculta como traidora.»

Fijos aún los espantados ojos
En el fatal pronóstico, y apenas
Con tiempo de ocultarle, en la otra cámara
Oyó los pasos del Wazir Ben-Egas.
Dominó su emoción, dio á su semblante
Su espresión ordinaria, y de la puerta
Al dintel el Wazir apareciendo,
Diálogo se entabló de esta manera:

ZORAYA. ¡Por Aláh, que impaciente te aguardaba!


EL WAZIR. Detúvome Muley más que quisiera

Mi impaciencia también.

ZORAYA. ¿Partió?


EL WAZIR. Va lejos,

Sultana.

ZORAYA. ¿Y la ciudad?


EL WAZIR. Tranquila queda.


ZORAYA. Del callado albaycin la misteriosa

Oscuridad algún secreto encierra.

EL WAZIR. El que todos los barrios: por Alhama

Lloran con profundísima tristeza,
Y la ciudad por la perdida villa
Yace de luto universal cubierta.

ZORAYA. ¿Y la sultana? ¿Y Abdilá? ¿Qué órdenes

Con respecto á los dos Muley te deja?

EL WAZIR. ¡El infierno sin duda les protege!


ZORAYA. Acaba de una vez: habla.


EL WAZIR. Funestas

Nuevas de ellos te traigo. El rey no quiso
Que por su propia boca lo supieras.
Abdilá, descolgado por su madre,
Por un balcón huyó.

ZORAYA. ¡Maldita sea

Mi confianza en ti! Siempre he temido
Que te burlara su infernal destreza.
Pero explícame en fin…

EL WAZIR. Es imposible:

Todo se ignora aún.

ZORAYA. Pero ¿y la fuerza

De tu ley? ¿No eres tú juez de la Alhambra?

EL WAZIR. Muley prohibe que se emplee en ella

Mi autoridad, y manda que en su alcázar
No obedecida pero libre sea.

ZORAYA. ¿Aixa libre en la Alhambra?


EL WAZIR. Sí.


ZORAYA. ¿Acotada

Tu autoridad?

EL WAZIR. Prohibe que la ejerza

Contra ella.

ZORAYA. Wazir, te estás mofando.


EL WAZIR. No lo permita Aláh. Del rey la letra

Conoces: lee sus órdenes escritas
Por él: esta es su ley mientras su ausencia.
«Sin potestad, mas libre, viva Aixa
Mi esposa, Abú-l'Kasin: la mas pequeña
Ofensa ó vejacion que sufrir la hagas,
La consideraré contra mí hecha.
La razon yo la sé: de la sultana
Me respondes, Wazir, con la cabeza.»

ZORAYA. ¡Oh! la mia se pierde en tal misterio.


EL WAZIR. Pero tal vez la mia le penetra.

He interrogado á Zil, á los esclavos
Que le sirvieron, á su guardia negra,
Y á la torre maldita sé que ha ido:
Que en Comares furioso entró á su vuelta,
Que estuvo allí con la sultana á solas,
Que ella salió despues altiva y fiera,
Y que Muley sombrio y aterrado
Libre la dejó ir, cielos y tierra
Diciendo que contra él se conjuraban,
De una impresion supersticiosa presa.
Pues bien, Zoraya, en esa torre creo
Que encontraré la esplicacion entera
De su supersticion y de sus órdenes
Incomprensibles de hoy.

ZORAYA. Bien dices: vuela,

Wazir Abú-l'Kasin, vuela á esa torre,
Demuele sus murallas, y sus piedras
Rejistra una por una, y aprisiona
Sin piedad, interroga y atormenta
Al sér aciago que en la torre encuentres,
Hasta que des con la verdad.

EL WAZIR. Modera

Tu cólera, sultana: todavía
Algo que hacer en la ciudad me resta.
En sus bárrios acaso entre las sombras
Ya criminal conspiracion fermenta,
Y es mi primer obligacion á salvo
Ponerte á tí de su furor. Te esperan
Al postigo del agua tus esclavos
Y una guardia leal que te defienda.
Vas á habitar los Alijares: este
Mas que régio palacio es fortaleza,
Y en ausencia del rey todo lo temo
De la sultana audaz.

ZORAYA. Me desesperas,

Abú-l'Kasin con tu prudencia imbécil.
Cuando torne Muley que la halle muerta,
Y nos dará las gracias.

EL WAZIR. Tú deliras,

Zoraya, eso seria en ancha hoguera
Tornar el fuego que debajo duerme
De la ceniza aún: mientras alienta
El príncipe Abdilá siempre los suyos
Tienen un capitan y una bandera:
Y en tanto que la madre está segura
Rehén tenemos para el hijo en ella.
Vamos, y fía en mí; partamos antes
Que la luna en los cielos aparezca,
Porque importa que nadie se aperciba
De que el palacio de la Alhambra dejas.



La Zoraya, cediendo á las razones
Del prudente Wazir, aunque la pesa,
Dejó el mirab y, en el espeso velo
Embozada la faz, siguió sus huellas.
De la torre del agua en el postigo
Una escolta leal halló dispuesta,
Y al fuerte de los régios Alijares
La condujo el Wazir en las tinieblas.

Mas en el punto de partir, del muro
Donde la torre apoya á las almenas.
Una muger que se asomó espiaba
La ruta por do van. Era la reina.

Primer tomo:

Libro primero «Esposición» (I. Invocación - II. Narración)
Libro segundo «Las sultanas» (I. El camarín de Lindaraja - II. El salón de Comares)
Libro tercero «Zahara» (I. Gonzalo Arias de Saavedra - II - III - IV)

Segundo tomo:

Invocación
Libro cuarto «Azäel» (I - II - III - IV - V)
Libro quinto (Introducción - «Narración»: I - III - IV - V - VI)
Libro sexto «Las torres de la Alhambra» (Introducción - «Narración»: I - II - III - IV)
Libro séptimo (I - II - III - IV)
Libro octavo «Delirios» (I - II -III - IV - V - VI - VII - VIII - IX. Kaleb - X)
Libro noveno «Primera parte» (Introducción - I - II - Serenata morisca)