Granada. Poema oriental: 20
VI
editar«¡Ay de mi Alhama!» en su palacio dijo
Muley, que aun suya en su dolor la llama:
Y el eco triste, de sus techos hijo,
Suspiró: «¡Alhama!»
Desde las torres del gentil palacio
Bajó en las brisas, y de rama en rama
Corrió los huertos y gimió el espacio:
«¡Ay de mi Alhama!»
Llegó hasta el vulgo la terrible nueva.
¿Quién para el vuelo de la errante fama?
Su voz diciendo en la ciudad se eleva:
«¡Ay de mi Alhama!»
La turba ociosa, de pavor transida,
La aciaga nueva por doquier derrama:
Doquier repiten por donde es oída:
«¡Ay de mi Alhama!»
El ruin villano y el audaz guerrero,
El noble altivo y la orgullosa dama
Dicen, llorando con el pueblo entero:
«¡Ay de mi Alhama!»
Y el pueblo entero del palacio augusta
Corre á las puertas, y furioso clama
Con voz que impone á sus vivientes susto:
«¡Ay de mi Alhama!»
La guardia negra que á Muley defiende
«¡Atrás!» las picas enristrando esclama:
Se irrita el pueblo, y el clamor se extiende
«¡Ay de mi Alhama!»
Las régias salas el motín conturba
Que en torno de ellas cual tormenta brama,
Y al grito tiemblan dé la airada turba:
«¡Ay de mi Alhama!»
Muley no duerme: cinco mil guerreros
En quienes arde del honor la llama,
De sus legiones manda delanteros
Ir sobre Alhama.
Y al caer la noche, gineteando al frente
De hueste inmensa que la lid reclama,
Partió gritando con su armada gente:
«¡Venganza á Alhama!»
«¡Venganza á Alhama!» Repitió la plebe
Que al rey valiente y vengador aclama:
«¡Aláh, le dijo, la victoria lleve
Contigo á Alhama!»
Mas ¿quién penetra en el destino obscuro
De su ancho velo por la espesa trama?
Voz misteriosa suspiró en el muro:
«¡Ay de mi Alhama!»
Eco siniestro, que la fé desmiente
De los Muslimes y á su rey infama,
Toda la noche repitió doliente:
«¡Ay de mi Alhama!»
¡Tal vez las almas de los muertos, cuyos
Miembros sin tumba el agua desparrama
De los nublados, piden á los suyos
Tierra en Alhama!