El príncipe (1854)/Prefacio del Anti-Maquiavelo
Al dar publicidad al Anti-Maquiavelo creo, en conciencia, hacer un beneficio a la humanidad. El ilustre autor de esta refutacion es una de esas almas grandes que suele crear el cielo a fin de atraer a los hombres a la senda de la virtud con sus preceptos y ejemplos. Hace algunos años que escribió estas reflexiones, con el solo objeto de meditar mejor las verdades que su corazon le dictaba: era muy jóven aun, y quería acostumbrarse en edad temprana a la sabiduría y a la virtud. Pero las lecciones que creía tan solo darse a sí mismo, merecen servir de norma a los reyes todos del mundo, y pueden muy bien ser orijen de futura felizidad para los pueblos: por esta razon, cuando quiso honrarme poniendo en mi poder su manuscrito, he creido que debia pedirle permiso para publicarlo. El veneno de Maquiavelo circuló demasiado para que yo no me esforzase en prodigar el antídoto. El público se disputaba ya con ansiedad las copias del manuscrito, entre las cuales corrían algunas plagadas de errores; y a fin de evitar que la obra apareciese desfigurada, he querido dar a luz una copia exacta del orijinal en la edicion presente, con la que espero se conformarán los demás editores.
El lector se admirará, sin duda, cuando sepa que el que escribió este libro en idioma francés, en un estilo tan noble, tan enérjico y tan puro a vezes, es un jóven estranjero, que aun no había puesto los pies en tierra de Francia; y no faltará quien crea que se esplica mucho mejor que Amelot, intérprete de Maquiavelo, cuya traduccion precede por capítulos a la impugnacion de nuestro autor. El hecho es inaudito, lo confieso; pero observaré de paso que en todas sus empresas ha obtenido siempre igual éxito la persona a quien me refiero. En fin, poco importa que sea inglés, español o italiano: se trata de su libro, no de su patria; y digo que, en mi opinion, está mejor pensado y mejor escrito que el libro de Maquiavelo, y es una felizidad para el jénero humano el ver que, al fin, se le presenta la virtud mejor adornada que el vicio.
Dueño de este precioso depósito, he creido deber omitir ciertas espresiones que no son de puro oríjen francés, aunque merecen serlo; y me atrevo a decir que esta obra, tal cual la ofrezco al público, puede servir de modelo en nuestro idioma y de ejemplo a nuestras costumbres. Por lo demás debo advertir que no todos sus capítulos son impugnaciones de los respectivos de Maquiavelo, porque no en todos ellos predica el crimen el escritor italiano. En tales casos puede decirse que nuestro autor no refuta, sino comenta; y tal vez hubiera sido mejor dar a su libro el título de Exámen o Análisis de las doctrinas de Maquiavelo.
El ilustre autor ha dado amplia respuesta a su adversario: a mi me toca ahora contestar brevemente al prefacio de Amelot, traductor de Maquiavelo.
Amelot ha querido pasar por un profundo político; si no lo ha conseguido, yo por mi parte puedo asegurar que el autor del Anti-Maquiavelo es positivamente lo que Amelot aparentaba ser.
Amelot era uno de esos autores que escriben para comer, y el mayor favor que puedo hacerle es decir que, si tradujo a Maquiavelo y sostuvo sus doctrinas, fué con la intencion de vender el libro, y no de persuadir a sus lectores. En su Epístola dedicatoria habla mucho de razones de estado y de cuestiones vitales; y yo diré, con su permiso, que el hombre, como él, que no supo mejorar su estado miserable, ni pudo nunca pasar de un mal vivir, mal puede entender las cuestiones vitales ni las razones de estado.
Amelot quiere justificar a su autor protejido, citando el testimonio de Justo Lipsio que, dice él, era tan devoto y relijioso como sabio y político. A esto respondo: —1.° que ni Justo Lipsio, ni los sabios todos del mundo son suficiente autoridad para deponer en favor de una doctrina funesta al jénero humano. —2.° que la piedad y la relijion, de que hace tan intempestivo alarde, enseñan precisamente una doctrina diametralmente opuesta a la de Maquiavelo. —3.º que Justo Lipsio nació católico, se hizo luterano, luego calvinista, y en fin volvió a convertirse al catolicismo; visto lo cual, nunca pasó por hombre relijioso, apesar de haber compuesto unas poesías detestables, que dedicó a la Vírjen María. —4.° que su voluminoso Libro de Política es la mas despreciable y despreciada de sus obras, apesar de haberlo dedicado a los reyes, principes y emperadores. —5.º que, aparte de todo esto, Justo Lipsio dice, hablando de Maquiavelo, todo lo contrario de lo que Amelot quiere que diga. «Pluguiera a Dios, (dice Justo Lipsio en la pájina 9 de su obra citada) que Maquiavelo hubiese logrado enseñar a su príncipe la senda verdadera que conduce al templo del honor y de la virtud; pero, atento solo a lo que es útil, se ha olvidado de lo que es justo y honorífico.» Amelot ha suprimido espresamente estas palabras del testo que cita. Verdad es que la moda pedantesca de su época le prescribía citar a tontas y a locas; pero alterar de ese modo un punto tan esencial, no es ya pedantería sinó calumnia. El grande hombre que me ha designado para ser su editor no cita nunca; pero, o mucho me engaño, o creo que su obra será citada eternamente por los partidarios de la razon y de la justicia.
Amelot se empeña en probar que Maquiavelo no es impío: ¡buena ocasion por cierto para hablar de su piedad! ¡El hombre que se ha atrevido a dar al mundo lecciones de asesinato y de envenenamiento, encuentra un traductor que se digna informarnos de que era devoto!
Amelot se cansa en balde; no se engaña al público de ese modo. Por mucho que diga que Maquiavelo habló ventajosamente de los Jacobinos y Franciscanos se le contestará que no se trata ahora de frailes, sinó de reyes, de príncipes, a quienes quiso enseñar el arte de ser malos, cosa ya muy sabida antes que Maquiavelo la enseñase.
¿Quedarían justificados Cartouche, Miriwits o Ravaillac con decir que eran relijiosos? ¿Es posible que haya de emplearse siempre la sagrada palabra de relijion para mancillar la probidad y justificar la corrupcion y el crímen?
Cesar Borgia, dice Amelot, es un buen modelo para los príncipes bisoños.» Sin duda quiso decir para los usurpadores. Pero, en primer lugar, no todos los príncipes bisoños son usurpadores: los Médicis no lo eran apesar de ser bisoños en el arte de reinar; y en segundo lugar, César Borgia, el bastardo del papa Alejandro VI, detestado de todos, y al fin perseguido por la desgracia, es un malísimo modelo para un jóven príncipe.
Amelot, para concluir, afirma que Maquiavelo aborrecía la tiranía. Lo creo: no hay nombre en el mundo que no la abomine; pero, en tal caso, Maquiavelo es un escritor vil y despreciable, pues que aborrecía la tiranía, y sin embargo la enseñaba.
No diré mas, porque podría debilitar los sentimientos y espresiones del ilustre autor de este libro. Lealo el publico y juzgue.
Yo, el infrascrito, he entregado el manuscrito orijinal, en manos de Mr. Cirilo Le-Petit, censor eclesiástico de la Iglesia Galicana en el Haya, cuyo manuscrito orijinal está en un todo conforme con el testo del libro titulado Anti-Maquiavelo o exámen del Príncipe de Maquiavelo; y tengo por defectuosa cualquiera otra edicion, debiendo los editores arreglarse en lo sucesivo al testo de la presente.
El Príncipe de Maquiavelo, precedido de la biografia del autor y seguido del anti-Maquiavelo o exámen del Príncipe, por Federico, el Grande, rey de Prusia, con un prefacio de Voltaire, y varias cartas de este hombre ilustre al primer editor de este libro, no publicado hasta ahora en España. Imprenta de D. Jose Trujillo, Hijo. 1854.
Biografía de Maquiavelo * Cartas sobre el Anti-Maquiavelo * Prefacio del Anti-Maquiavelo * Dedicatoria