​El Anti-Maquiavelo​ (1854) de Federico II el Grande
Capítulo XV
Nota: Se respeta la ortografía original de la época.


Exámen.

Los pintores y los historiadores tienen entre sí mucha semejanza; unos y otros se afanan por copiar la naturaleza. El pintor retrata al vivo las facciones y el colorido de les hombres: el historiador pinta sus caractéres y sus hechos. Y hay pintores de habilidad tan singular que nunca han sabido pintar sino mónstruos y demonios. —Maquiavelo es un pintor de este jénero.

Este escritor se empeña en representarnos al universo como un infierno, y a los hombres como criaturas infernales. No parece sinó que se complace en calumniar al jénero humano, en fuerza del odio que profesa a nuestra especie; y que se ha propuesto desterrar del mundo a la virtud, para hacer que los demas hombres se le parezcan.

Maquiavelo sienta por principio que no es posible ser siempre bueno, justo y humano en este mundo malvado y corrompido, sin esponerse a perder la vida. Yo rechazo esta proposicion, y aconsejo, por el contrario, a los que quieran vivir felizes y satisfechos, que obren siempre con prudencia, sin separarse del camino de la virtud: así conseguirán que los malvados les teman y respeten. Los hombres, sin esceptuar los reyes, no son en jeneral ni enteramente buenos ni enteramente malos; pero todos ellos, malos y buenos, respetarán siempre a un príncipe poderoso, justo y hábil. Mejor quisiera yo declarar la guerra a un tirano que a un buen rey: a un Luis XI, por ejemplo, que a un Luis XII, a un Domiciano que a un Trajano; porque un buen rey puede siempre contar con la fidelidad de sus tropas, pero un tirano no podría impedir que sus soldados desertasen y se uniesen a los míos. Si yo quiese marchar sobre Italia con solos diez mil hombres para destronar a un Alejandro VI, la mitad de la Italia me sería favorable; pero si fuese con cuarenta mil hombres a hostilizar a un Inocencio II, la Italia toda se levantaría para defender a su príncipe y castigar al invasor. Ninguno de los reyes buenos y justos que ha tenido la Inglaterra ha sido jamás destronado por la fuerza de las armas; y por el contrario, todos sus malos reyes han sucumbido en la lucha, siempre que se ha levantado un pretendiente con un puñado de hombres.

El príncipe debe ser intrépido y virtuoso, aunque haya de tratar con hombres perversos; de este modo la virtud, emanando del trono, se difundirá entre sus súbditos, y sus vecinos imitarán su ejemplo, y los malvados temblarán en su presencia.



El Príncipe de Maquiavelo, precedido de la biografia del autor y seguido del anti-Maquiavelo o exámen del Príncipe, por Federico, el Grande, rey de Prusia, con un prefacio de Voltaire, y varias cartas de este hombre ilustre al primer editor de este libro, no publicado hasta ahora en España. Imprenta de D. Jose Trujillo, Hijo. 1854.

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