​El Anti-Maquiavelo​ (1854) de Federico II el Grande
Capítulo XVII
Nota: Se respeta la ortografía original de la época.


Exámen.

El depósito mas precioso que se haya jamás confiado a los reyes es la vida de sus súbditos. El elevado cargo que desempeñan les da pleno poder para condenar a muerte o para perdonar a los criminales. Este poder sobre la vida de los hombres es para los buenos príncipes el mas pesado de los deberes de su ministerio; porque saben que son hombres como los demas, y que, si bien hay injusticias que tienen reparacion, una sentencia de muerte impremeditada es un mal irreparable. Por eso el soberano prudente no castiga jamás con severidad sinó para evitar mayores males; semejante al hombre que se deja cortar un miembro gangrenado, para impedir que se corrompa el resto de su cuerpo.

Esta materia, tan grave e importante, es para Maquiavelo de muy escasa entidad. La vida de los hombres le importa poco; el interes, único Dios que reconoce, es el móvil de sus acciones. Para él, la crueldad es preferible a la clemencia; y por eso aconseja, muy principalmente a los usurpadores, que no se arredren porque el mundo los llame crueles. Los heroes de Maquiavelo suben siempre al poder en hombros del verdugo, y solo con la ayuda del verdugo logran conservar su dominacion. El ejemplo de Cesar Borjia es siempre su refujio cuando defiende la crueldad.

En esta ocasion cita tambien el autor unos versos que pone Virjilio en boca de Dido; cita que no viene al caso, porque Virjilio hace hablar a Dido como un autor moderno [1] hace hablar a Jocasto, en la trajedia de Edipo; es decir que, en ambos casos, el poeta acomoda las palabras al caracter del personaje que las usa. Por consiguiente, ni Dido ni Jocasto son autoridades en materia de política, sinó los hombres hábiles y virtuosos que han edificado al mundo con su ejemplo.

Maquiavelo recomienda sobre todo el rigor en los ejércitos, y comparando la indulgencia escesiva de Escipion con la severidad de Anibal, prefiere el cartajines al romano, y concluye que la crueldad es la base del órden, de la disciplina y del triunfo de un ejército. La mala fe de Maquiavelo se trasparentó a primera vista en esta comparacion; porque escoje a Escipion, que siempre ha sido censurado por su debilidad en materia de disciplina, para poder elojiar con alguna razon la crueldad y la barbarie de Anibal.

Es indudable que en un ejército no puede haber orden sin severidad, porque, ¿cómo es posible hacerse respetar de tantos miles de hombres, entre los cuales los hay libertinos, malvados, cobardes, temerarios, groseros y estúpidos, si el temor del castigo no los contiene dentro del límite de sus deberes? Yo solo exijo moderacion en un jeneral; que así como su prudencia debe a vezes prescribirle el rigor, su bondad para con el soldado le incline tambien el perdon. El rigor debe solo hacerse en casos estremos; bien así como el piloto discreto, que solo se decide a cortar el mastil y las cuerdas de su buque, cuando la tempestad le obliga a ello. Hay ocasiones en que es forzoso ser severo, pero nunca cruel. La crueldad no es nunca popular entre los soldados ni entre los jefes; y yo quiero méjor ser amado que temido de mis tropas en un dia de batalla.

A esto dice Maquiavelo que el príncipe debe antes hacerse temer que amar de sus súbditos, porque los hombres todos son ingratos, inconstantes, etc. etc.: este es uno de sus argumentos mas capciosos. Yo no niego que haya ingratos en el mundo, ni que el temor sea, en ocasiones, un ajente poderoso, pero sí digo que el rey cuya política se apoya en este solo móvil, reina en un pueblo de esclavos, y no debe esperar acciones grandes y jenerosas de sus súbditos, porque todo lo que se hace por temor, lleva impreso un carácter de timidez y de bajeza. Por el contrario, el príncipe que sabe hacerse amar de su pueblo, reina verdaderamente en los corazones, y ejemplos hay en la historia de grandes y heroicos hechos nacidos del amor y la fidelidad. Debo añadir que la moda de las revoluciones parece totalmente estinguida en este siglo. El rey de Inglaterra es el solo monarca hoy dia que tenga motivos para temer a su pueblo; pero casi puede afirmarse que reinará tranquilo como no provoque él mismo una revolucion.

Concluyo, pues, que un príncipe cruel está mas espuesto a ser destronado que un príncipe bondadoso; porque la crueldad es insoportable, y los pueblos llegan a cansarse de una vida de temores y sobresaltos; mientras que la bondad será siempre una virtud amable, que jamás cansa a los que esperimentan sus efectos. Los pueblos vivirían mas felizes si los príncipes fuesen bondadosos sin ser demasiado induljentes, de modo que la bondad fuese en ellos una virtud y nunca una flaqueza.


  1. Alude a Voltaire.

El Príncipe de Maquiavelo, precedido de la biografia del autor y seguido del anti-Maquiavelo o exámen del Príncipe, por Federico, el Grande, rey de Prusia, con un prefacio de Voltaire, y varias cartas de este hombre ilustre al primer editor de este libro, no publicado hasta ahora en España. Imprenta de D. Jose Trujillo, Hijo. 1854.

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