Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

Siclo.

Peso y moneda de los Judios. Pero como estos nunca han acuñado moneda, y siempre se han servido en su provecho de la de los demas pueblos, cualquier moneda de oro que pesaba como una guinea, y cualquiera moneda de plata del peso de un pequeño escudo de Francia, se llamaba siclo; y este siclo era el peso del santuario y el peso de rey.

En los libros de los Reyes [1] se dice, que Absalon tenia unos cabellos hermosísimos de los que se hacia cortar todos los años una parte. Muchos grandes comentadores pretenden que se los cortaba todos los meses, y que sacaba de ellos el valor de doscientos siclos. Si eran siclos de oro le valia á Absalon su melena justamente dos mil y cuatrocientas guineas al año. En el dia hay pocos señores que tengan tanta renta como la que Absalon sacaba de su cabeza.

Se ha dicho que cuando Abraham compró una cueva en Hebron al cananeo Efron para enterrar á su muger, le vendió Efron esta cueva en cuatro cientos siclos de plata, moneda corriente y recibida, [2] probaoe monetoe publicpoe.

Ya hemos observado que en aquellos tiempos no habia moneda; y así estos cuatrocientos siclos de plata, debian ser cuatro cientos siclos de peso, los cuales valdrian en el dia á tres libras y cuatro sueldos cada uno, mil doscientas ochenta libras de Francia.

Preciso es que el pequeño campo que se vendió con esta caverna, fuera de una tierra escelente para que costase tan caro.

Cuando Eliezer, criado de Abraham, se encontró á la hermosa Rebeca, hija de Batuel, con un cántaro de agua sobre el hombro, y esta le dió de beber á él y á sus camellos, le dió él unos pendientes de oro que pesaban dos siclos [3], y unos brazaletes de oro que pesaban diez: lo que compone un regalo de veinte y cuatro guineas.

Entre las leyes del Éxodo se dice, que si un buey hiere con sus cuernos á un esclavo varon ó hembra, el dueño del buey dará treinta siclos de plata al amo del esclavo, y el buey será apedreado. Al parecer se suponia, que el buey hubiera hecho una herida peligrosa; sin lo cual treinta y dos escudos hubieran sido una cantidad un poco escesiva hácia el monte Sinai, donde no era comun el dinero. Esto ha hecho sospechar á muchos personages serios, pero demasiado temerarios, que el Éxodo y el Génesis no se habian escrito hasta tiempos posteriores.

Y los ha confirmado en su errónea opinion, lo que se dice en el mismo Éxodo [4]: Tomad de escelepte mirra el peso de quinientos siclos, doscientos cincuenta do cinamomo, doscientos cuarenta de cañas de azucar, doscientos cincuenta de casia, cuatro pintas y media de aceite de olivas para ungir el tabernáculo; y se hará morir á cualquiera que se unte con esta composicion; y se untará con ella á un estrangero.

Se añade, que á todos esos aromas se junte el estactó, el onice, el gálbano y el incienso brillante, y que de todo se debe hacer una coladura segun el arte del perfumista.

Pero yo no encuentro lo que ha debido irritar tanto á los incrédulos en esta composicion. Es natural pensar que los Judios, que segun el testo robaron á los Egipcios todo lo que se pudieron llevar, les rotasen tambien incienso brillante, onice, gálbano, estactó, aceite de olivas, casia, cañas de azúcar, cinamomo y mirra. Sin duda habian robado muchos siclos; y hemos visto que uno de los partidarios mas famosos de esta horda hebráica calcula lo que habian robado solamente en oro, en nueve millones. Yo no cuento segun él.



  1. Lib. I, cap. XIV, v. 24 y 26.
  2. Génesis, cap. XXIII, v. 16.
  3. Génesis, cap. XXIV, v. 22.
  4. Cap. XXX, v. 30 y sig.