Señor/1 (DFV)
Señor. Sección I.
¡Qué desgraciado he nacido! decia Ardassan Ongli, jóven icoglan del gran padisha de los Turcos. Si yo no dependiera mas que del gran padisha; pero yo estoy sometido al gefe de mi odá, al capigi bachi; y cuando quiero recibir mi paga, es necesario que me prosterne ante un oficial del tefterdar, que me quita la mitad. Cuando aun no tenia siete años, me cortaron á mi pesar y en ceremonia un pedazo de mi prepucio; de lo que estuve malo quince dias. El dervis que nos hace la oracion es mi señor; un iman es todavia mas mi señor, y el mola lo es aun mas que el iman: el cadí es otro señor; el cadilesquier lo es mas, el muftí mucho mas que todos estos juntos; el kiaia del gran visir puede con una sola palabra hacerme echar al canal; y en fin el gran visir puede hacerme aserrar el pezcuezo, y rellenar de paja la piel de mi cabeza, sin que nadie repare en ello.
¡Qué de señores, gran Dios! Aunque tuviera tantos cuerpos y tantas almas como tengo deberes que cumplir, no serian bastantes, ¡O Alá! ¿Porqué no me has hecho buho, y viviria libre en mi agugero, y comeria ratones á mi gusto sin señores y sin criados? Este es á la verdad el destino del hombre; y hasta que se ha pervertido no ha habido señores. Ningun hombre está hecho para servir continuamente á otro hombre. Cada uno ayudaria caritativamente á su prójimo, si las cosas estuviéran en el órden. El perspicaz conduciria al ciego, y el bien dispuesto serviria de muletas al impedido. Este mundo seria el paraíso de Mahoma, en lugar de ser el infierno que se encuentra precisamente debajo del puente agudo.
Así hablaba Ardasan Ongli, despues de haber recibido una zurra de parte de uno de sus señores.
Ardassan Ongli llegó al cabo de algunos años á ser bajá de tres colas: hizo un caudal inmenso; y creyó firmemente que todos los hombres, escepto el gran turco y el gran visir, habian nacido para servirlo, y todas las mugeres para darle placer segun su voluntad.