Profecías/1 (DFV)

Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

Profecías. Sección I

Esta palabra significa en su acepcion ordinaria prediccion de lo futuro. En este sentido decia Jesus á sus discipulos: [1] Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mi en la ley de Moises, en los profetas y en los Salmos. Entónces, añade el evangelista, les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras.

Se conocerá la necesidad indispensable de tener abierto el entendimiento para comprender las profecias, si se atiende á que los Judios que eran los depositarios, no han podido jamas reconocer á Jesus por el Mesias; y á que hay diez y ocho siglos que disputan nuestros teólogos con ellos para fijar el sentido de algunas que tratan de aplicar á Jesus. Tales son las Jacob: [2] El cetro no saldrá de Judá, y la llave de su muslo, hasta que venga el que debe ser enviado. La de Moises: [3] El Señor vuestro Dios os suscitará un profeta como yo, de vuestra nacion y de entre vuestros hermanos; que es al que escucharéis. La de Isaías: [4] He aquí que una virgen concebirá y parirá un hijo que será llamado Emmanuel. La de Daniel: [5] Setenta semanas se han abreviado en favor de vuestro pueblo, &c. Nuestro objeto no es entrar aquí en discusiones teológicas.

Solamente observamos que en los Hechos de los Apóstoles se dice: [6] que dando un sucesor á Judá y en otras ocasiones, se proponian espresamente cumplir las profecías: pero los apóstoles citan tambien algunas que no se encuentran en la Escritura de los Judios: por ejemplo la que alega san Mateo: [7] Jesus vino á vivir en una ciudad llamada Nazareth para que se cumpliera esta prediccion de los profetas: El se llamará Nazareno.

Tambien cita san Júdas en su Epístola una profecía del libro de Henoch que es apócrifo: y el autor de la obra imperfecta sobre san Mateo, al hablar de la estrella que vieron los magos en Oriente, se espresa en estos términos: Me han contado (dice) segun el testimonio de yo no sé qué escritura, que á la verdad no es auténtica, pero que alegra á la fe en lugar de destruirla, que en las orillas del Oceano oriental hay una nacion que poseia un libro que tiene el nombre de Seth, y en el que se habla de la estrella que se debia aparecer á los magos, y de los presentes que estos debian ofrecer al hijo de Dios. Instruida esta nacion por este libro, elijió doce personas de las mas religiosas, á las que encargó el cuidado de observar cuando apareciera la estrella. Cuando alguna de estas personas moria, le sustituian uno de sus hijos ó de sus parientes. Estos se llamaban magos en su lengua porque servian á Dios en el silencio y á voz baja.

Estos magos iban pues todos los años despues de la cosecha de los granos sobre un monte que hay en su país que ellos llaman el monte de la victoria, y que es muy agradable por las fuentes que lo riegan y los árboles que lo cubren. Tambien hay una cueva hecha en la roca, que es donde despues de haberse labado y purificado ofrecen sacrificios y hacen oracion á Dios en silencio durante tres dias.

Estos magos no habian interrumpido esta piadosa práctica desde un gran número de generaciones, cuando al fin legó la feliz estrella á bajar sobre su monte. En ella se veia una figura de un niño chiquito sobre el que habia una cruz. Esta figura les habló y les dijo: Id á Judea. Ellos partieron al instante y la estrella iba siempre delante de ellos, y echaron dos años en el camino.

Esta profecía del libro de Seth se parece á la de Zorodascht, ó Zoroastro, con diferencia que la figura que se debia ver en la estrella era la de una jóven vírgen, y que Zoroastro no dijo que tendria una cruz sobre sí. Esta profecía, citada en el Evangelio de la infancia, se refiere tambien por Abulfarage: Zoroastro el maestro de los Maguseos, instruyó á los Persas de la manifestacion futura de Nuestro Señor Jesu Cristo, y les mandó que le ofreciesen presentes cuando hubiera nacido. Les advirtió que en los últimos tiempos concebiria una vírgen sin obra de ningun hombre; y que cuando esta virgen pariria un hijo, se apareceria una estrella que luciria en medio del dia, y en ella verian la figura de una jóven vírgen. Vosotros seréis, hijos mios, añadió Zoroastro, los primeros que la veréis. Al instante que veais aparecer esta estrella, id adonde ella os guie. Adorad este niño recien nacido, porque él es el Verbo que ha criado el cielo.

En la historia natural de Plinio [8] se refiere el cumplimiento de esta profecía: pero ademas de que la aparicion de la estrella hubiera precedido al nacimiento de Jesus cerca de cuarenta años parece este pasage muy sospechoso á los sabios; y no seria ni el primero, ni el único que hubiera sido interpolado en favor del cristianismo. Hé aquí un sumario: "Apareció en Roma durante siete dias un cometa tan brillante, que apénas se podia soportar su vista; y en medio de él se veia un dios en forma humana; el que se tomó por el alma de Julio César que acababa de morir, y lo adoraron en un templo particular."

Mas Asseman en su Biblioteca oriental [9], habla tambien de un libro de Salomon, metropolitano de Basora, titulado la Abeja, en el que hay un capítulo sobre esta prediccion de Zoroastro. Hornio que no dudaba de su autenticidad ha supuesto que Zoroastro era Balaam y esto verosímilmente porque dice Orígenes en su primer libro contra Celso [10], que los magos tenian sin disputa las profecías de Balaam, de las que se encuentran en los Números [11] estas palabras: Una estrella nacerá de Jacob, y un hombre saldrá de Israel. Pero Balaam no era mas judío que Zoroastro, pues que él mismo dice, que habia Venido de Aram, de las montañas del Oriente [12].

Por otra parte, san Pablo habla [13] espresamente á Tito de un profeta cretense; y san Clemente de Alejandría [14] reconocia, que á la manera que queriendo Dios salvar á los Judios, les dió profetas, suscitó tambien los hombres mas escelentes de entre los Griegos, los que eran mas á propósito para recibir sus gracias; y los separó de los hombres del vulgo, á fin de que fueran los profetas de los Griegos y que los instruyeran en su propia lengua. ¿No ha predicho Platon, continua [15], en cierta manera la economía saludable, cuando en su segundo libro de la Republica imita esta parábola de la Escritura [16]: "Deshagámonos del justo, porque nos incomoda", y se ha espresado en estos términos: "El justo será golpeado con varas, será atormentado, le saltarán los ojos, y despues de haber sufrido todas suertes de males, será al fin crucificado?"

San Clemente hubiera podido añadir, que si no le saltaron los ojos á Jesus á pesar de esta profecía de Platon tampoco le rompieron los huesos, aunque se dice en un salmo [17]: ínterin que me rompen mis huesos, me llenarán de injurias mis enemigos que me persiguen. Al contrario, dice san Juan [18] positivamente, que los soldados rompieron las piernas á los otros dos que estaban crucificados con él; pero que no se las rompieron á Jesus para que se cumplieran estas palabras de la Escritura [19]: Vosotros no romperéis ninguno de sus huesos.

Esta escritura citada por san Juan se entendia á la letra del cordero pascual que debian comer los Israelitas; pero habiendo Juan Bautista llamado á Jesus [20] el cordero de Dios, no solamente se le hizo despues la aplicacion, sino que tambien se pretendió que su muerte habia sido predicha por Confucio. Spizeli cita la historia de la China por Martini, en la que se refiere, que en el año 39 del reinado de Kingi mataton unos cazadores fuera de las puertas de la ciudad un animal raro que los Chinos llaman kilin, esto es, cordero de Dios. A esta noticia se dió Confucio golpes de pechos, dió un profundo suspiro, y esclamó mas de una vez: ¡Kilin! ¿Quien es el que ha dicho que tú has venido? Y despues añadió: mi doctrina toca á su fin y no servirá de nada luego que tú llegues.

Tambien se encuentra otra profecia del mismo Confucio en su segundo libro, la cual se aplica igualmente á Jesus, aunque no está designado en ella con el nombre de cordero de Dios. Hela aqui: No se debe temer que cuando el Santo, el esperado de las naciones haya venido, no se haga á su virtud todo el honor que es debido. Sus obras serán conformes con las leyes del cielo y de la tierra.

Estas profecias contradictorias, tomadas en los libros de los Judios, escusan al parecer su ostinacion, y pueden esplicar el embarazo de nuestros teólogos en su controversia con ellos. Ademas, las que acabamos de referir de los demas pueblos, prueban que el autor de los Números, los Apótoles, y los padres reconocian profetas en todas las naciones. Así lo pretenden tambien los Arabes [21] que cuentan ciento veinte y cuatro mil profetas desde la creacion del mundo hasta Mahoma, y creen que cada uno de ellos ha sido enviado á una nacion particular.

En el artículo sibilas hablarémos de las profetisas.


  1. Luc. Cap. XXIV, v.44 y 45.
  2. Génesis, cap. XLIX, v. 10.
  3. Deutoronomio, cap. XVIII, v. 15.
  4. Cap. VII, v. 14.
  5. Cap. IX, v. 24.
  6. Cap. I, v. 16. y cap. XIII, v. 47.
  7. Cap. II, v. 23
  8. Lib. II, cap. XXV
  9. Tom. III, part. I, pag. 316.
  10. Cap. XII.
  11. Cap. XXIV, v. 17.
  12. Num. cap. XXIII, v. 7.
  13. Cap. I, v. 12.
  14. Stromat. I. VI, pag. 638.
  15. Ibid. lib. V, pag. 601.
  16. La Sabid. Cap. II, v. 12.
  17. Psalm. XL, v. 11.
  18. Cap. XIX, v. 36.
  19. Éxodo, cap. XII, v. 46; y N. cap. IX, v. 12.
  20. Juan, Cap. I, v. 29 y 36.
  21. Hist. de los Árabes, cap. XX, por Abraham Echellensis.