Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

VERDAD.


«Moneda pura y legítima que si los maestros del arte no la ensayan y tocan a la piedra angular....» Aquí dejo pendiente el sentido del autor, porque he perdido yo el mio con el encontron que me he dado con los ángulos de esta piedra, piedra de escándalo para mí y para todos los que no tengan el alma de hueso. ¡Esquisita piedra de toque tiene nuestro fiel-contraste para ensayar esa moneda alegórica, una piedra sillar! Quien así toma una por otra, si lo hace á mal hacer, merece comulgar con una piedra de molino, ó andar año y dia la de una tahona; pero el diccionarista no lo habrá hecho con intencion: y eso creo que le absuelva de la pena.

Voy á deshacer la marra, si antes me da palabra de sacerdote ó de monago (lo que sea) de no ofenderse de que ejerza con él la primera obra de misericordia osandole enmendar la plana ¡yo porro de mí! que me daria por muy contento en saber el diezmo de lo que su-mrd. ignora.

Piedra angular ó fundamental se llama la primera que se asienta en la fábrica de algun edificio público ú suntuoso: angular, por su figura; y fundamental, porque es el cimiento sobre que estriba todo el peso del edificio. Con alusion á esto estan dichas aquellas alegóricas palabras con que se rompen los púlpitos, de que Jesucristo es la piedra angular de la Iglesia. [1] Esta piedra suele ser de estraordinaria magnitud, y es bien sabido que no sirve para ensayar metales. La que tiene este oficio, llamada piedra de toque (lapis lydius, para mayor claridad es una pedrezuela negrizca que puede el autor ver en casa de cualquier artífice platero, informandose de sus virtudes y usos, para cuando otra vez tenga que alegorizar sobre ella.

Concluyamos ahora el sentido que dejamos suspenso. -Da capo.

«Verdad. Moneda pura y legítima que si los maestros del arte no la ensayan y tocan á la piedra angular, se falsifica y contrahace geométricamente por- una inundacion de monederos falsos.»--

De veinte de mis mas ladinos lectores, juraria que los diez y nueve y medio, si no se han puesto muy á ello, no han entendido esta quisicosa de la verdad, la moneda pura, la piedra angular (¡tirte afuera!) la geometria,y la inundacion. Media hora he estado yo soliloquiando, y lo único que he podido sacar en limpio, es lo siguiente. Si no fuere esto, vivo está el testo. --Glosa.

La verdad (esta es la moneda) para ser verdad pura y, legitima, necesita que los maestros del arte (como el maestro Alvarado y demas que se erigen en maestros del género humano sin exhibir sus títulos) la declaren conforme (ensayen) al Evangelio (ahí está el toque: esto es lo que el lexicógrafo llama piedra angular): no sea que la falsifiquen, geométricamente, (esto es, con las trampas que la geometría usa, como son las demostraciones y otras bolicherías) la inundacion de monederos falsos. Estos son los filósofos (¡Dios nos libre!): y acabosito.

Todo esto será muy santo y muy bueno; pero me ocurre una cosa: si el que se dice maestro del arte es alguno como el de la presente historia; y si en vez de probar la moneda en una piedra fina de toque la toca á una tosca piedra berroqueña como la de marras, ¿no me dirá vmd., señor lector, que hemos quedado frescos?

Esto me trae á las mientes un principio de crítica que me parece viene de perlas: dice así: «Creer que un hombre ó una reunion de hombres es infalible, porque lo dicen ellos u otros hombres, cuya infalibilidad no está probada; y someterse á sus fallos ciegamente, es fundar una fé infalible sobre fundamentos muy falibles.» --Solo Dios es infalible. Yo no sé si he dicho algo.


  1. Pero a Jesucristo no se le llama piedra angular, sino en esta metafora ó alegoría al edificio de la iglesia.