Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

DEMOCRACIA.


Así se llama aquella forma de gobierno en que el pueblo, en uso de su soberanía, se rige por sí mismo, siendo todos los ciudadanos tan iguales ante la ley que ellos se imponen, como lo somos los desterrados hijos de Eva á los ojos de Dios. Nuestro autor define esta voz con su acostumbrada originalidad: «dice que la democracia es una especie de guarda-ropa en donde se amontonan confusamente medias, polainas, botas y zapatos, calzones y chupas, chalecos y pantalones, con fraques, levitas y chaquetas, casacas, sortúes y uniformes, capas, capotes y ridículos, sombreros redondos y tricornios, manteos, Y (¡ojo!) unos monstruos de la naturaleza que se llaman abates.

Perdoneme Dios si peco; pero este articulo se me antoja que está rebosando malicia: no es esto decir que esté enteramente ese oto de ignorancia y desatino, porque ¿a quien se le ofrece mezclar con toda esa ropería á. los abates, cual si los abates fueran algun género de vestimenta como gavan, redingote ó dominó?

Digo que aqui hay mucho gatuperio; pues ó yo tengo los sesos osificados, ó toda esta trapería es una mascarada para vestir de mogiganga al augusto Congreso nacional haciendole caricatura como bamboches de tapiz flamenco. Digolo y sé porque lo digo: yo he oido conversaciones, y he visto gestos y gestas: y á algunos buenos hombres de la calaña del vocabulero los he sentido hablar á lo somormujo y los he visto y veo gesticular avinagradamente, cuando advierten en el salon de Cortes sentados en un mismo escabel al obispo y al labrador, al Grande y á su vasallo, rozandose la seda con la lana, y mezclada confusamente capa negra con parda, uniforme con sotana y sotana con garnacha.

Toda esta confusion de vestuario se pudiera haber remediado á tiempo: un uniforme llano y sencillo para todos los diputados era lo único; asi no se veria en Cortes al grande ni al pequeño, al lego ni al de misa, sino al Diputado, al Representante del pueblo. Parece cuento, pero es un hecho positivo que el hombre, cuando se viste un hábito, se reviste con él de los hábitos de sentir, de pensar y de obrar, que le son anexos ó pegadizos. Efectivamente, yo he observado (pero puedo errar) que algunos señores diputados, muy señores mios y de toda mi veneracion, cuando se presentan vestidos de hombres, hablan que es una gloria; pero en echandose á cuestas los andularios.... (¡baje Dios, y vealo!) parlan como monjas en locutorio, queriendo gobernar el reino como si fuera un cabildo ó una comunidad de frailes.

Estos hombres benditos y otros tales cuales como quisieran que las cosas fueran como antiguamente: que como antiguamente hubiese sus estamentos con distincion del brazo A y el brazo B; y que como antiguamente se pusiese al clero in capite kalendario; y dos estados mas abajo, tras la nobleza, el Pueblo en lo llano como mosqueteros en corral de comedias, porque antiguamente....-Me matan estos señores mayores con sus antigüedades: antiguamente los hombres eran de carne y hueso, y tenian figura corporal como nosotros. Los antiguos son como los modernos; porque de los modernos sin quitar ni poner se hacen los antiguos, mañana serémos nosotros antiguos, y se nos citará como hombres grandes y mas grandes aun que nuestros abuelos. Esperemos, sino, á que pasen por, aquí un par de siglos, y oirémos contar maravillas de nosotros, de nuestras fechorías, y sobre todo de nuestras presentes Cortes generales y estraordinarias.-¡Quien los viviera, aunque me llevara chasco!