Nota: En esta transcripción se ha mantenido la ortografía original.

PUBLICO.


No me parece que ha sido muy feliz nuestro vocabulista manual en definir al público en estos términos: «el concurso de oficinistas, periodistas, é inquilinos de los cafés y mas desocupados que asisten al teatro, á los cuales llaman los cómicos RESPETABLE, PÚBLICO.» -Esta definicion por de contado no es del dia: ese seria el público de otros tiempos, cuando el teatro no era pecado mortal, el público que ántes asistia al teatro asiste ahora al Congreso Nacional, de quien es tratado con tanto respeto como nosotros debemos á la Magestad.

Sin que sea visto que yo quiera echarla de mas primoroso, voy á probar si doy una idea mas cabal del público, así burlaburlando segun el estilo de mi señor el diccionarista.

Entrando en alguna iglesia ¿no ha reparado el curioso lector, en algunos instantes que haya tenido el espíritu desocupado esperando a que salga misa, algun retablo de Animas donde en confuso zurriburri está revuelto el rey con el carbonero, la monja con la ramera, el papa con el ladron, el soldado con el fraile, la emperatriz con la verdulera; y en fin mezcladas y confusas gentes de todas categorías, sexo, edad, estado, nacion, y lengua? Pues de tantas y tan varias gentes se compone el Público, señor de toda mi veneracion. Vease ahora con cuanta razon los cómicos que como acostumbrados á figurar hasta las gentes de corona y cetro, distinguen por lo regular un poquito mas de colores que algunas gentes de hisopo y corona, con cuanta razon, digo, llaman á tal ayuntamiento de personas RESPETABLE PÚBLICO.