Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos: Capítulo XXX

Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos
Capítulo XXX: Concordancia​
 de Andrés Bello

814 (347). La concordancia es la armonía que deben guardar entre sí el adjetivo con el sustantivo, y el verbo con el sujeto.

815 (348). Cuando el verbo se refiere a un solo sujeto, concuerda con él en número y persona, y cuando el adjetivo se refiere a un solo sustantivo, concuerda con él en género y en número: «Tú estás achacoso»; «La ciudad está desolada»; «Los campos están cultivados».

816 (a). En virtud de la figura llamada silepsis toma a veces el adjetivo el género que corresponde al sexo de la persona, cuando ésta es designada por un sustantivo de género diferente.

«Veis esa repugnante criatura,
Chato, pelón, sin dientes, estevado?».

(Moratín)

Chato, pelón, estevado, conciertan con hombre, idea envuelta en criatura.

817. Por silepsis concertamos siempre los títulos de merced, señoría, excelencia, majestad, etc., con la terminación adjetiva que es propia del sexo, excepto la que forma parte del mismo título, la cual concuerda con él: «Su Alteza Serenísima ha sido presentado a su Majestad Católica, que estaba muy deseoso de verle».

818 (b). Otra aplicación de la misma figura es a los colectivos de número singular, los cuales pueden concertar con un adjetivo o verbo en plural, concurriendo dos requisitos: que el colectivo signifique colección de personas o cosas de especie indeterminada, como número, multitud, infinidad, gente, pueblo, y que el adjetivo o verbo no forme una misma proposición con el colectivo. Faltaría, por ejemplo, el primer requisito, si se dijera: «Habiendo llegado el regimiento a deshora, no se les pudo proporcionar alojamiento»; porque regimiento significa colección de personas de especie determinada, es a saber, de soldados; y por falta del segundo no sería permitido decir: «El pueblo amotinados», «La gente huyeron». Al contrario, reunidas ambas circunstancias se diría bien: «Amotinose la gente, pero a la primera descarga de la tropa huyeron despavoridos».

819 (c). Sin embargo, cuando el colectivo es modificado por un complemento con de, que tiene por término las personas o cosas de que consta el conjunto, designadas en plural, puede hacerse la concordancia en este número, aunque el adjetivo o verbo forme una misma proposición con el singular colectivo: «Cubrían la ciudad por aquel lado una especie de fortificaciones construidas a la ligera»; «Ricla se admiró de que no hubiesen vuelto a la isla de la prisión parte de aquellos que a las balsas se habían acogido» (Cervantes). Concordancia que se extrañará todavía menos si el complemento está inmediato al verbo: «Considerable número de los indios murieron», o como dice Solís: «De los indios murieron considerable número».

820. Parte, resto, mitad, tercio, y otros sustantivos semejantes, pueden concertar con el verbo y con el adjetivo en plural: «Agolpose el populacho; parte venían sin armas; parte armados de puñales». «Iban en el buque sesenta personas; la mitad perecieron». Parte, usado adverbialmente, se construye con adjetivos de cualquier género: «El terreno es, parte sólido, parte arenisco» (Miñano).

821 (d). El sustantivo que, tan usado como colectivo en las exclamaciones, y frecuentemente modificado por un complemento con de, se considera, para sus concordancias, como del mismo número en que se halla el término de su complemento: «¡Qué de pasiones nos arrastran impetuosas a míseros precipicios!».

822 (e). En virtud de la silepsis reproducimos en plural una idea que ha sido antes expresada en singular: «El portugués había tenido razón de alabar el epitafio; en el escribir los cuales tiene gran primor la nación portuguesa» (Cervantes). «Andaba el asturiano comprando el asno donde los vendían» (el mismo). «Aconséjole que no compre bestia de gitanos, porque aunque parezcan sanas y buenas, todas son falsas y llenas de dolamas» (el mismo). «Señor caballero, yo no tengo necesidad de que vuestra merced me vengue de ningún agravio, porque yo sé tomar la venganza que me parece cuando se me hacen» (el mismo). «Fue preso, y confesó, y no negó y padeció persecución por la justicia; espero en Dios que está en el cielo, pues el Evangelio les llama bienaventurados», (don Diego Hurtado de Mendoza): les es los que padecen persecución por la justicia. «Nunca dejó de porfiar para pasar adelante perseverando en su honesto propósito, por haberlo puesto en manos de Dios, que siempre los favorece» (Mateo Alemán): favorece los honestos propósitos. Este género de silepsis ocurre a cada paso en nuestros clásicos.

823 (f). Si el verbo ser se construye con dos nombres, de los cuales el uno es sujeto, y predicado el otro, se sigue por lo común la regla general concertándolo con el sujeto: «Aquellos desertores eran una gente desalmada»; «Trabajos y penalidades son la herencia del hombre». Pero el predicado que sigue al verbo ejerce a veces una especie de atracción sobre él, comunicándole su número; así en los dos ejemplos anteriores pudieran ponerse era y es: «Figurósele a don Quijote que la litera que veía eran andas» (Cervantes). «Los encamisados era gente medrosa y sin armas» (el mismo). Concordancia que debe evitarse cuando el verbo es modificado por el adjetivo todo: «La vida del hombre es toda trabajos y penalidades»; «La visita fue toda cumplimientos y ceremonias» (Solís). Las frases demostrativas y colectivas lo que, todo esto, aquello todo, empleadas como sujetos, se avienen con cualquier número, cuando el del predicado es plural: «Todo esto fuera flores de cantueso, si no tuviéramos que entender con yangüeses y moros encantados» (Cervantes). «Pudiera ser que lo que a ellos les parece mal, fuesen lunares, que a veces aumentan la hermosura del rostro» (el mismo).

824 (g). Hay ciertos casos en que una misma frase contiene dos sustantivos diferentes, cada uno de los cuales puede considerarse como sujeto, y determinar por consiguiente la forma del verbo; sucede así en construcciones cuasi-reflejas, como se debe, se puede, combinadas con un infinitivo. Cervantes dice: «Una de las más fermosas doncellas que se puede hallar», haciendo al infinitivo hallar sujeto de se puede y al relativo que acusativo de hallar. Esta concordancia, sin embargo, aunque estrictamente gramatical, se usa poco; pueden hallarse sería más conforme a la práctica general, haciendo al que nominativo de pueden, y al se acusativo de hallar.

«Se deben promulgar las leyes para que sean generalmente conocidas», es admisible se debe en concordancia con el infinitivo, pero no tan usual como se deben en concordancia con las leyes. El singular del verbo presenta la promulgación como la cosa debida; el plural presenta las leyes como cosas que deben, que tienen necesidad de ser promulgadas.

«Se quiere invertir los caudales públicos en proyectos quiméricos»; aquí, por el contrario, es más correcto y usual el singular. La razón es obvia: la inversión es la cosa que se quiere, que se desea; y diciendo se quieren parecería haber algo de impropio y chocante en atribuir a los caudales públicos la voluntad, el deseo de ser invertidos.

En general, la elección de sujeto, y por consiguiente la concordancia, se determina por el sentido y ofrece poca dificultad. «Se piensa abrir caminos carreteros para todas las principales ciudades»: el plural es inadmisible; los caminos no piensan ser abiertos; abrirlos es la cosa pensada, el sujeto natural de la construcción cuasi-refleja de sentido pasivo se piensa.

825 (349). Cuando el verbo se refiere a varios sujetos o el adjetivo a varios sustantivos, dominan las reglas generales siguientes:

1.ª Dos o más sujetos equivalen a un sujeto en plural.

2.ª Dos o más sustantivos de diferente género equivalen a un sustantivo plural masculino.

3.ª En concurrencia de varias personas, la segunda es preferida a la tercera, y la primera a todas.

Ejemplos: «La naturaleza y la fortuna le habían favorecido a competencia; pero tantos dones y prendas le fueron funestos».

«Vosotros, ellas y yo nos vimos expuestos a un gran peligro»; vosotros, ellas y yo concuerdan con vimos, primera persona de plural, y consiguientemente son reproducidos por nos; expuestos, masculino, se refiere al masculino vosotros, al femenino ellas y al masculino o femenino yo. Lo mismo sucedería si los sujetos fuesen sólo vosotros y yo, siendo yo masculino; pero si los sujetos fuesen sólo vosotros y ellas, sería preciso decir os visteis.

(a). Estas reglas generales están sujetas a gran número de excepciones.

826. 1.ª Los nombres, en número singular, de dos o más ideas que forman colectivamente una sola, equivalen a un solo nombre en el mismo número: «La legislación, lejos de detener, debe animar este flujo y reflujo de interés, sin el cual no puede crecer ni subsistir la agricultura» (Jovellanos); suelen en este caso los tales nombres llevar un solo demostrativo. «El flujo y el reflujo del mar son producidos por la atracción de la luna y del sol»; aquí parece necesario el plural, porque llevando cada una de las dos ideas su artículo, no pueden ya considerarse como una sola.

827. 2.ª Dos o más demostrativos neutros se consideran como equivalentes a uno solo en número singular: «Esto y lo que se temía de la tropa, precipitó la resolución del gobierno»; no sonaría bien precipitaron. Si con el neutro o neutros está mezclado un sustantivo masculino o femenino, es admisible la concordancia en plural: «Lo escaso de la población y la general desidia produce» o «producen la miseria del pueblo». «Me entregué a la lectura de los autores que forman el principal depósito del habla castellana, sin que me retrajesen de mi empeño ni lo voluminoso de algunos, ni lo abstracto de su ascetismo, ni la nimia profusión con que suelen engalanar una misma idea» (Salvá).

828. 3.ª Dos o más infinitivos, como neutros que son, concuerdan con un singular «Madrugar, hacer ejercicio, y comer moderadamente, es provechosísimo para la salud». Sería, con todo, más aceptable esta concordancia si se pusiese al primer infinitivo y no a los otros el artículo, haciendo de todos ellos como una sola idea colectiva: «El madrugar, hacer ejercicio», etc. «Todo lo que dices, Cipión, entiendo; y el decirlo tú y entenderlo yo me causa nueva admiración y maravilla» (Cervantes). Si se pusiese a cada infinitivo su artículo, me parecería preferible el plural: «El madrugar, el hacer ejercicio, y el comer moderadamente, son provechosísimos para la salud». Diríamos así, no que el conjunto de las tres cosas es provechoso, sino que cada una lo es.

829. 4.ª Dos o más proposiciones acarreadas por el anunciativo que, concuerdan en singular: «No es posible que se cometan crímenes impunemente, y que la sociedad prospere». Tanto menos se toleraría son posibles, que las dos proposiciones subordinadas deben entenderse copulativamente. Pero aun sin esta circunstancia y sin embargo de que lleve cada proposición su artículo es de necesidad en singular: «El que los enemigos estuviesen a dos días de marcha, y el que se les hubiese entregado sin resistencia la fortaleza, ha sido desmentido por avisos auténticos». Sujétanse a la misma regla las interrogaciones indirectas: «Quién haya sido el conductor de los pliegos y con qué objeto haya venido, se ignora».

830. 5.ª Ninguna de las dos excepciones precedentes halla cabida cuando el atributo de la proposición significa reciprocidad: «Esto y lo que refiere la gaceta, se contradicen»; «Holgazanear y aprender son incompatibles»; «Que el hombre sea libre y que haya de obedecer ciegamente a lo que se le manda, repugnan».

831. 6.ª Las excepciones anteriores están sujetas a otra limitación, y es que si al verbo le sirve de predicado un sustantivo plural, no puede hacerse la concordancia sino en este número: «Sentir y moverse son cualidades características del animal»; «Quién haya sido... y con qué objeto... son cosas que todavía se ignoran».

832. 7.ª Si el verbo precede a varios sujetos singulares ligados por la conjunción y, puede ponerse en plural o concertar con el primero: «Causaron o causó a todos admiración la hora, la soledad, la voz y la destreza del que cantaba». «Le vendrá el señorío y la gravedad como de molde» (Cervantes). «Crecía el número de los enemigos y la fatiga de los españoles» (Solís). «Crecieron al mismo tiempo el cultivo, el ganado errante y la población rústica» (Jovellanos). «Lamenta ahora estos males la piedad y la lealtad española» (Villanueva). Tal es la doctrina de Salvá, contraria a la de Clemencín, que reprueba como viciosa esta concordancia de Cervantes: «Lo mismo confirmó Cardenio, don Fernando y sus camaradas». Pero observando con atención el uso, se encontrará tal vez que estas dos autoridades son conciliables, aplicadas a diferentes casos; que si se habla de cosas rige la regla de Salvá, y si de personas la de Clemencín. «Acaudillaba la conjuración Bruto y Casio», «Llegó el gobernador y el alcalde», son frases que incurrirían cuando menos en la nota de inelegantes y desaliñadas. Lo cual se entiende si modificaciones peculiares no indican un verbo tácito, pues entonces el verbo expreso concierta con su respectivo sujeto, ya se hable de personas o de cosas: «Dejose ver el gobernador, y a poco rato el alcalde»; «En llegando la ocasión mandaba la ira, y a veces el miedo» (Solís). Se subentiende con a poco rato, se dejó ver y con a veces, mandaba. Hay pues en tales casos dos o más proposiciones distintas, en cada una de las cuales el verbo está o se subentiende en el número que por las reglas generales corresponde. Bien que aun entonces es admisible el plural, que lo reduce todo a una sola proposición: «Ufanos» (los habitantes de la isla Gaditana) «de que en su suelo hubiesen tenido la independencia española un asilo, la libertad su cuna», etc. (Alcalá Galiano).

833. 8.ª Concertar el verbo en singular con el último de varios sujetos que le preceden, unidos por una conjunción copulativa expresa, me parece una falta, aunque el culto y correcto Solís haya dicho: «La obligación de redargüir a los primeros, y el deseo de conciliar a los segundos, nos ha detenido en buscar papeles». Semejante licencia debe reservarse a los poetas.

Don Joaquín Lorenzo de Villanueva dice: «La evidencia de la razón y la justicia de la causa fue para aquellos ciegos voluntarios un nuevo estímulo que redobló su encono contra la luz»; fue es aquí perfectamente admisible por la atracción que en ciertos casos ejerce el predicado sobre el verbo (§ 348, f).

834. 9.ª Aun cuando los sujetos no estén ligados sino con una conjunción copulativa tácita, es incontestablemente preferible el plural, siempre que precedan al verbo: «El sosiego, el lugar apacible, la amenidad de los campos, la serenidad de los cielos, el murmurar de las fuentes, la quietud del espíritu, son grande parte para que las musas más estériles se muestren fecundas» (Cervantes). A menos que el último sujeto sea como una recapitulación de los otros. «Las flores, los árboles, las aguas, las aves, la naturaleza toda parecía regocijarse, saludando al nuevo día»; «La soledad, el sitio, la oscuridad, el ruido del agua con el susurro de las hojas, todo causaba horror y espanto» (Cervantes).

835. 10.ª La conjunción copulativa ni sigue reglas particulares. Si todos los sujetos son expresamente ligados por ella, el verbo (sea que preceda o siga) concierta con el sujeto que lo lleva, o se pone en plural: «Ni la indigencia en que vivía, ni los insultos de sus enemigos, ni la injusticia de sus conciudadanos le abatieron» o «le abatió»; «No le abatieron» o «le abatió ni la indigencia en que vivía, ni», etc.; bien que, sin disputa, es preferible el plural cuando preceden los sujetos al verbo. Pero si con el primero de ellos se pone no, y con los otros ni, el verbo (que en este caso sigue al no) concierta con el primer sujeto, y con los otros se subentiende: «No le abatió la indigencia en que vivía, ni», etc.

836. 11.ª Colocado el verbo entre varios sujetos, determina su forma singular o plural el sujeto con el cual está expreso: «La causa de Dios nos lleva, y la de nuestro rey, a conquistar regiones no conocidas» (Solís).

837. 12.ª Sujetos singulares, enlazados por la conjunción disyuntiva o, parecen pedir el singular del verbo, sea que le precedan o sigan: «Moviole la ambición o la ira», «La ambición o la ira le movió». Esto sería rigorosamente lógico, porque movieron indicaría dos acciones distintas, y el sentido supone una sola. Pero el uso permite el plural, aun precediendo el verbo: «Moviéronle la ambición o la ira»; y si los sustantivos preceden, no sólo permite, sino casi exige este número: «La ambición o la ira le movieron». Cuando no todos los sujetos son singulares, lo mejor será siempre poner el verbo en plural, junto con el sujeto del mismo número: «La fragata o los dos bergantines hicieron la presa»; «¿Hicieron la presa los dos bergantines o la fragata?». No siendo así, quedará de todos modos descontento el oído, salvo que se anuncie la disyuntiva desde el principio: «Ora le hubiese valido en aquel lance la destreza o las fuerzas».

838. 13.ª Si un sustantivo singular está ligado inmediatamente a otro por medio de con, como, tanto como, así como, deben considerarse todos ellos como sujetos, y regir el plural del verbo: «La madre con el hijo», o «tanto la madre como el hijo, fueron arrojados a las llamas». Mas para el recto uso del plural es menester que los sustantivos estén inmediatamente enlazados: «El reo fue sentenciado a cuatro años de presidio con todos sus cómplices»: no fueron.

839. 14.ª El adjetivo que especifica a varios sustantivos precediéndoles, concuerda con el que inmediatamente le sigue: «Su magnanimidad y valor», «La conservación y aumento de la república», «Su distinguido mérito y servicios», «Su extremada hermosura y talento», «Su grande elocuencia y conocimientos». Si la intención fuese modificar con el adjetivo al primer sustantivo solo, sería menester decir, repitiendo el pronombre: «Su extremada hermosura y su talento»; «Su grande elocuencia y sus conocimientos».

840. Está recibido que los mismos, los dichos, los referidos, y otros adjetivos de significación semejante, precedidos de un artículo definido, puedan concertar en plural con una serie subsiguiente de sustantivos, aunque el primero de ellos esté en singular: «Los mismos Antonio Pérez y hermanos»; «Las referidas hija y madre»; «Los susodichos auto interlocutorio y sentencia definitiva». Con dichos puede siempre callarse el artículo: «Dichos príncipe y princesa».

841. La regla anterior se extiende a todo adjetivo precedido del artículo o de un pronombre demostrativo o posesivo, con tal que los sustantivos siguientes sean nombres propios de persona o cosa, o apelativos de persona: «Las oprimidas Palestina y Siria»; «Estas desventuradas hija y madre»; «Sus venerables padre y abuelos». Mas para que no disuene esta práctica, es menester que si los sustantivos son de diferente género, preceda el masculino y se ponga en el mismo género el adjetivo: «Los oprimidos Egipto y Palestina»; a menos que los sustantivos sean nombres propios de persona: «Los susodichos Juana y Pedro»; «Los magnánimos Isabel y Fernando».

842. 15.ª Es conveniente la repetición de los adjetivos siempre que los varios sustantivos expresan ideas que no tienen afinidad entre sí, como «El tiempo y el cuidado», «El consejo y las armas», «El entendimiento y el valor de los hombres», «Gran saber y grande elocuencia». Así lo hace a menudo Solís, que incurrió a veces en el extremo contrario, repitiendo los pronombres y los otros modificativos con el solo objeto de hacer más numeroso el período.

843. 16.ª Si ocurre un mismo sustantivo, expreso y tácito, bajo diferentes modificaciones, es indispensable que se ponga en plural o que se repita el artículo: «El ejército de Venezuela y de Nueva Granada» significaría un solo ejército formado por Venezuela y por Nueva Granada. Para dar a entender que son dos, sería necesario decir: «Los ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada», o «El ejército de Venezuela y el de Nueva Granada». Y aun no es exactamente idéntico el significado de estas dos expresiones, porque en rigor podrían designarse con la primera varios ejércitos, a cada uno de los cuales hubiesen contribuido ambas repúblicas, al paso que con la segunda se significaría precisamente que las dos repúblicas habían levantado cada una el suyo. La sinonimia sería completa entre «Los embajadores inglés y francés», y «El embajador inglés y el francés».

844. 17.ª El adjetivo que especifica a varios sustantivos singulares precedentes, todos de un mismo género, debe ponerse en plural: «Presunción y osadía inexcusables». Si son de diverso género los sustantivos singulares precedentes, concierta el adjetivo con el más inmediato, o se pone en plural masculino. «Talento y habilidad extremada» o «extremados»; la segunda construcción, aunque menos usual, es indisputablemente más lógica, y por tanto más clara. Si el adjetivo especifica varios sustantivos plurales precedentes, se le suele concertar en género con el inmediato: «Talentos y habilidades raras»; yo, sin embargo, preferiría raros. En fin, si el adjetivo especifica sustantivos precedentes de diverso número y género, y el último es plural, se acostumbra concordarle con éste. «Ejército y milicias desorganizadas»; pero si el último es singular, se pone el adjetivo en la terminación plural y masculina: «Milicias y ejército desorganizados»; «Almacenes y maestranza desprovistos». En todos estos casos sería yo de opinión que se observasen las reglas generales, como lo hacen los escritores franceses en su lengua, que debe a este rigor lógico la precisión y claridad que la caracterizan.

845. 18.ª Siendo en parte diferentes los atributos, debe el verbo concertar con el sujeto que lo lleva expreso: «Era solemne y numeroso el acompañamiento, y pacífico el color de los adornos y las plumas» (Solís). Hay aquí dos sujetos: el acompañamiento y el color; pero a cada uno de ellos corresponde un atributo diferente en parte: era solemne y numeroso; era pacífico. Era concierta con acompañamiento, que lo lleva expreso; y no diríamos eran, aunque en el segundo miembro se dijese y pacíficos los colores. Este segundo miembro es una proposición distinta, en que se calla el verbo, porque la proposición anterior lo sugiere.

Puede notarse como innecesaria la repetición del artículo en los adornos y las plumas, que tienen aquí una afinidad evidente. Pero la verdad es que aun suprimiendo el las no sería del todo correcta la frase, porque adornos comprende a plumas. Debió decirse las plumas y demás adornos, aunque sonase menos armoniosa la cláusula.

846. 19.ª Si precede el verbo a un adjetivo singular que modifica varios sustantivos siguientes, se pone en singular o plural: «Se alababa» o «se alababan su magnanimidad y constancia». «Se requería» o «Se requerían mucha firmeza y valor». «¿Qué se ha hecho?» o «¿Qué se han hecho aquella encantadora afabilidad y agrado?». Pero si el verbo viene después o si le acompaña un predicado, debe preferirse el plural: «Su firmeza y valor le granjearon la admiración de todos»; «Parecían como vinculados en su familia el valor y virtud de sus antepasados». Yo, sin embargo, me inclinaría a preferir el plural en ambos casos, según las reglas generales.

847. 20.ª Se sienta como regla que los pronombres reproductivos y los predicados que se refieren a dos o más sustantivos se pongan en el plural femenino, si el sustantivo más próximo es de los mismos género y número; pero a pesar del respeto que merecen los escritores que así lo prescriben y practican, yo miraría como construcciones no sólo legítimas sino preferibles las de Jovellanos: «El pudor, la caridad, la buena fe, la decencia, y todas las virtudes y todos los principios de sana moral, y todas las máximas de noble y buena educación, son abiertamente conculcados», no conculcadas; «Cerrados para ellos sus casas y pueblos», no cerradas; y me sonaría mal, «Dos pendones y cuarenta banderas que habían sido tomadas al enemigo», en vez de tomados; «Había perdido los empleos y haciendas, y se le intimó que se abstuviese de reclamarlas», en vez de reclamarlos.

848. 21.ª El que adjetivo que (sustantivándose) reproduce varios sustantivos, sigue las reglas generales: «Su circunspección, su juicio, su incorruptible probidad, que tan señalados habían sido en la vida privada, brillaron con nuevo lustre», etc. Circunspección, juicio, probidad, son simultáneamente reproducidos por el que, el cual debe por tanto considerarse como plural y masculino, conforme a las reglas primera y segunda, y por eso concuerda con habían y señalados. «Había hecho servicios, había manifestado una integridad, que le recomendaban para los más altos empleos»; si se pusiera recomendaba, parecería que la recomendación recaía sobre la integridad, y no sobre los servicios.

849. Hay con todo en el uso de los relativos un caso que pudiera dar lugar a duda. ¿Se debe decir, «yo soy el que lo afirma», o «el que lo afirmo»? ¿«Tú eres quien me ha vendido» o «quien me has vendido»? La primera concordancia me parece la más conforme a la razón, porque el que o quien es el hombre que o la persona que, y sustituyendo estas últimas frases, sería sin duda menos propio afirmo, has. Pero es preciso confesar que ambos están autorizados por el uso: «Yo soy el que, como el gusano de seda, me fabriqué la casa en que muriese» (Cervantes). «Yo soy el que me hallé presente a las sinrazones de don Fernando, y el que aguardó a oír el sí, que de ser su esposa pronunció Lucinda» (el mismo). Yo, sin embargo, preferiría decididamente la tercera persona se fabricó, se halló; en la variedad de usos debe preferirse el más lógico. No milita la misma razón en «aquí estoy yo que lo sostengo»; donde, aunque algunos digan sostiene, debe preferirse sin disputa la primera persona, porque el relativo no hace más que reproducir al yo.

850. 22.ª Uno de los caprichos más inexplicables de la lengua es el empleo del indefinido un y del adjetivo medio (en estas terminaciones masculinas) con nombres propios femeninos de ciudades: «¿Quién diría que en un Segovia no se encuentra una buena posada?»; «Lo ha visto medio Sevilla». Esta anomalía (como observa don Vicente Salvá) se halla de tal modo canonizada por el uso, que no se sufriría la terminación regular una o media.

Se podría dudar si el sustantivo modificado de esta manera por un o medio pide la terminación masculina o la femenina en los predicados que se refieren a él. ¿Deberá decirse: «Medio Granada fue consumido por las llamas», o «fue consumida»? A mí me parece que el sustantivo en estos modismos pierde su género natural y pasa al masculino, y que por tanto hubiera una especie de inconsecuencia en la terminación femenina del predicado.

851. 23.ª El adjetivo mismo puede usarse de un modo semejante, como observó don Juan Antonio Puigblanch; pues tanto en la Península como en América se dice corrientemente, el mismo Barcelona o Barcelona mismo; sin que por eso deje de usarse también la terminación regular en este caso.

Cuando la preposición en tiene por término un nombre propio de lugar, es permitido construir el complemento con la terminación masculina mismo: «En Zaragoza mismo»; «En España mismo», salvo que el término lleve artículo, porque entonces el adjetivo mismo debe concertar con el artículo: «En el mismo Perú»; «En la España misma». La terminación masculina que le damos con los complementos de lugar en que el término carece de artículo proviene de que los equiparamos a los adverbios demostrativos, con los cuales es sabido que la construimos a menudo. Allí mismo, entonces mismo, ahora mismo, mañana mismo, hoy mismo, así mismo. Mismo en estas construcciones se adverbializa, modificando complementos o adverbios, y se hace por consiguiente indeclinable.

852. 24.ª Otra particularidad notable, que también está en contradicción con las leyes de la concordancia, es el convertirla en régimen, haciendo del sustantivo un complemento con la preposición de; como cuando decimos el bribón de fulano, ¡infelices de nosotros!, ¡pobre de ti!, lo que sólo suele hacerse con adjetivos que significan compasión, desprecio, vituperio, y particularmente en las exclamaciones y vocativos:

«Muda, muda de intento,
Simplecilla de ti, que no te entiendes».

(Jáuregui)

853. El adjetivo poco solía usarse de la misma manera: «Una poca de sal»; «Unas pocos de soldados». Y quizá no debe mirarse como enteramente anticuado este modismo.

854. 25.ª En fin, hay ciertas frases autorizadas por el uso, en que es permitido, aunque no necesario, contravenir a las reglas generales de la concordancia: «Le hago saber a vuestra merced que con la santa hermandad no hay usar de caballerías; que no se le da a ella, por cuantos caballeros andantes hay, dos maravedís» (Cervantes): da por dan. Es preciso seguir en esta parte el uso de los buenos escritores y hablistas.

855 (b). Esta materia de concordancia es de las más difíciles para el que se proponga reducir el uso a cánones precisos, que se limiten a representarlo fielmente. En caso de duda debe estarse a las reglas generales. Propender a ellas es contribuir a la mejora de la lengua en las cualidades esenciales de conexión lógica, exactitud y claridad. Algunas de sus libertades merecen más bien el título de licencias, originadas del notorio descuido de los escritores castellanos en una época que ha dejado producciones admirables por la fecundidad y la elevación del ingenio, pero pocos modelos de corrección gramatical. Es necesario también hacer diferencia entre las concesiones que exige el poeta, y las leyes severas a que debe sujetarse la prosa.