Historia general de la medicina en Chile/Capítulo XXXV



CAPÍTULO XXXV. Nómina razonada de los hechos médicos, de los facultativos que hubo en Chile, y de la bibliografía médica, desde 1810 hasta 1843




SUMARIO.—§ I. Fray Camilo Henriquez. Datos biográficos y bibliográficos de los Dres. Juan Blest, José Antonio Torres, Camilo Marquisio, Manuel González, Juan Crous, Gregorio Arias, Roberto Wiley, el Dr. Vergara, el Dr. Juan Valderrama, Carlos María Bustón, Juan Uorberto Casanova, José Indelicato, Tomás Leigthon, Abel Victor Brandin, José Mariano Polar, Carlos Deglanse, Francisco de Córdova, Diego Paroissien, Blas Saldes, Juan T. Clarke, Tomás Armstrong, Juan A. Green, Juan Morgan, Santiago Deblin, Dr. Well y Santiago Michael. El Dr. Emilio Cazentre. Su informe médico legal sobre la muerte del Ministro Portales.—§ II. «Legión de Mérito de Chile»; cirujanos fundadores: Diego Paroissien, Antonio de San Alberto, José Manuel Molina, Juan Brizeño, José Manuel Porro y Agustín de la Torre; cirujanos electores: Pedro del Carmen, Toribio Luque, José María de Jesús, José Gómez; boticarios electores: Teniente, José Mendoza, Alférez, José Blas Tollo.—§ III. Excursiones científicas por los naturalistas John Miers, el médico Carlos Bertero, el Dr. Juan José Dauxion Lavaysse, José A. Backler d'Albe, Amado Bonpland, W. Bennet Stevenson, Carlos Ambrosio Lozier, el médico Pedro Chapuis, Eduardo Federico Poeppig, Federico F. von Kitlitz, los capitanes Sütke y Bougainville, Francis Head, Francisco J. F. Moyen, Felipe Parker King, Fitz Roy, Carlos Darwing. El sabio naturalista don Claudio Gay.—§ IV. Algunos artículos de interés médico, publicados en el primer período de la Imprenta, en Chile.—§ V. Serie de interesantes datos sobre asociaciones de sanidad y beneficencia, sobre higiene pública, policía médica, enfermedades y epidemias, cementerios y hospitales.—§ VI. El servicio de boticas. Primer arancel nacional de boticas. Nómina y precios de sustancias raras.—§ VII. El segundo curso de medicina; nómina de sus alumnos. Estado de los estudios de química y farmacia. Ideas de reforma, de don Manuel Montt, de la enseñanza médica.—§ VIII. Indice bibliográfico de la literatura médica, no anotada en el texto, hasta 1843.




§ I.

Camilo Henriquez, el inmortal patriota, primer periodista y primer orador de la libertad nacional, nació el 26 de Junio de 1769, en la ciudad de Valdivia.

En 1782 fué enviado á Lima al convento de San Camilo, llamado de la Buena Muerte, en cuya orden religiosa profesó el 28 de Enero de 1790.

Cursó filosofía, ciencias sagradas y medicina, bajo la dirección de fray Ignacio Pinuer, natural también de Valdivia.[1]

En 1811, tan pronto como supo el grito de libertad de Chile, regresó al suelo natal.

Después del desastre de Rancagua emigró á la República Argentina, dedicándose en Buenos Ayres al perfeccionamiento del estudio de las ciencias físicas y naturales y especialmente á la medicina, hasta terminar su aprendizaje en la escuela médica del Plata. Con todo, tuvo tiempo para escribir en la prensa sobre higiene y salubridad, [2] para redactar la Gaceta de Buenos Ayres en 1815, y ser regidor del cabildo bonaerense el año 1814.

Volvió definitivamente al país en 1822.

Demasiado conocida es la vida pública de este benemérito y eminente fraile para que entremos en detalles de su vasta actuación republicana; bástanos, á nosotros, recordar su nombre en estas páginas, en las cuales repetidas veces lo hemos consignado, al tratar de la beneficencia y de motivos relacionados con la medicina.

Murió el 16 de Mayo de 1845.

El Doctor Juan Blest, (hermano de don Guillermo), irlandés, titulado en la Universidad de Aberdeen, llegó á Chile en 1813 y al año siguiente partió al Perú, en donde adquirió pronta y segura fama salvando al virrey Abascal de una grave enfermedad. Después pasó á Tacna, á la Paz y á varias otras ciudades de Bolivia donde permaneció hasta 1820, compartiendo sus horas de trabajo en el ejercicio profesional, como cirujano y oculista, principalmente, y en las rudas labores de la minería, acompañado de su tercer hermano don Andrés Blest. Después volvió al Perú y regresó á nuestro suelo en 1828, para radicarse otra vez en el Perú, en 1845, hasta su muerte, acaecida el 13 de Abril de 1849, á la edad de sesenta años.

En Valparaíso, que fué el lugar de su residencia durante su estadía en Chile, adquirió gran popularidad y se hizo célebre por su criterio médico. Como terapéutico, dice el Dr. Semir, «nadie le ha igualado hasta el presente; sus fórmulas eran buscadas y conservadas como talismanes y muchas de ellas se conservan aún.»[3]

El Gobierno premió sus servicios profesionales y su dedicación al estudio de nuestra climatología y de las enfermedades reinantes, nombrándolo Miembro fundador de la Facultad de Medicina, de la Universidad de Chile.

Su sucesor, don Juan Mackenna, hizo su elogio al incorporarse á la facultad en 1849.

El Doctor José Antonio Torres, español, vino al país en 1818, optando ese mismo año, á su grado, ante el Protomedicato. En 1828 tuvo que repetir su examen general por haberse ordenado que así lo hicieran los facultativos extrangeros para la definitiva revalidación de sus títulos.

Educado en la escuela portuguesa, sostuvo las doctrinas de los sólido-humoristas, según el Dr. Semir. En los hospitales, sirvió desde su llegada y adquirió fama en la curación de las enfermedades propias de la localidad, principalmente en la disenteria. Reformó el hospital de Chillán. Fué cirujano de ejército de 1.ª clase desde 1820, por veinte años, distinguiéndose por su contracción al servicio ya fuese en las guarniciones ó en campaña, como aconteció en la de Chiloé, mereciendo honrosas distinciones de los jefes y oficiales de la expedición. En 1828, fue Inspector de policía marítima, en la rada de Valparaíso.

En 1845 la Municipalidad le nombró médico de los establecimientos de su dependencia con la renta de diez pesos mensuales.

En el Instituto de Caridad y en los dispensarios públicos, tuvo una pesada labor.

En 1843 fue secretario interino del Protomedicato.

El 5 de Octubre de 1848, obtuvo su nombramiento de fundador de la Facultad de Medicina, incorporándose á ella el 23 de Noviembre de 1850.

El 14 de Mayo de 1849, presentó á la facultad un «Ligero Compendio de Historia de la Medicina», publicado en los Anales—vol. 16—en el cual resume las teorías médicas y agrega algunos datos respecto á la enseñanza en España y en sus colonias, hasta fines del siglo XVIII.

El Dr. Torres, con el Dr. Sazie, fueron los primeros cirujanos que ejecutaron, en Chile, la traqueotomía, en 1837.

En 1863, vacante por su fallecimiento, su sillón académico, pasó á ser ocupado por el Dr. Pablo Zorrilla.

El Doctor Camilo Marquisio, médico latino, fué examinador de medicina, en el Tribunal del Protomedicato, durante la presidencia del Dr. Cox.[4]

Los médicos romancistas Manuel Gonzalez, Juan Crous y Gregorio Arias, corresponden á este período.[5]

El Doctor Roberto Wiley, era el único médico que había en la ciudad de la Serena, en 1821, en donde se radicó después de una corta permanencia en Valparaíso.[6]

El Doctor Vergara, peruano, llegó á Coquimbo en 1822.

El Doctor Juan Valderrama, nacido en Burgos, capital de Castilla la Vieja, doctor en medicina de la Facultad de Montpellier, interno del gran cirujano Delpech, llegó á Chile, en 1837, estableciéndose en la Serena. Muy pronto se hizo conocer por sus sobresalientes dotes de cirujano, alcanzando las mejores estadísticas que un facultativo de aquellos tiempos haya presentado al cuerpo médico. En su sala del hospital era el hombre más estricto y severo en sus reglamentaciones, cuidaba á sus enfermos y á sus instrumentos quirúrgicos como á las niñas de sus ojos, según sus propias palabras. Nunca permitió que un practicante tocase una herida ó hiciese un vendaje por pequeña que fuese; su habilidad operatoria era extraordinaria, la limpieza, la asepsia, era rigorosa en su sala, de aquí su éxito. Fue tradicional en la Serena, un duelo á que le provocó el Dr. Vergara por no haberle querido prestar, el Dr. Valderrama, sus instrumentos de cirugía.

No tuvo dificultad para nada.

Escribía correctamente, en prosa y verso; músico, fue admirado por su amigo Sivori, el eximio violinista, y aplaudido por el maestro y gran pianista Herzt; escultor, talló el sepulcro de su esposa que se alza en el cementerio de la Serena; pintor, supo dar tal colorido á sus telas que una Mesa revuelta (guardada como un tesoro en casa de su hijo el Dr. Adolfo Valderrama, y destruida en los sucesos de 1891) hacía la ilusión más completa de la realidad de los objetos representados; amigo de Riego, en la revolución de 1812, fue un propagandista de su causa; condiscípulo de Risueño de Amador, aquel pobre médico que se inmortalizó por su libro intitulado «Aplicación del cálculo de las Probabilidades á la Medicina», fué el compañero de los estudios matemáticos de aquel malogrado genio.

Valderrama, descolló en todos los actos de su vida.

El mariscal de campo don Manuel Blanco Valderrama, padre del almirante Blanco Encalada, fué su íntimo amigo y pariente, y en una de sus cartas, escritas desde Madrid, elogia á su compatriota y le dice que entre todas sus bellas cualidades admira, en primer término, su gran serenidad.

Dedicado con tenacidad y cariño á sus nobles tareas profesionales, nunca quizo abandonar al primer pueblo que le dió franco hospedaje, á pesar de pedírselo sus amigos y los profesores de la capital.

Fué corresponsal de la Facultad de Medicina de Chile.

Murió en 1863.

El Doctor Carlos María Bustón, cirujano de los ejércitos de Napoleón, se estableció en el país en 1824. Se dedicó á la cirugía y á la obstetricia.

Con motivo de algunas dificultades que tuvo con el Protomedicato para revalidar sus títulos, se quejó al Gobierno, [7] quien, después de estudiar el punto, decretó, el 27 de Julio de 1824, lo siguiente:

«En consideración á que el suplicante, con los documentos que tiene manifestados á esta supremacía, ha comprobado suficientemente su aptitud para ejercer la facultad de Cirujano-Médico y que á pesar de los decretos de este Gobierno, no ha procedido, el fiscal del Protomedicato, á examinarlo conforme á la Ley con grave perjuicio de sus intereses, se declara que se halla en aptitud de poder ejercer su facultad de Cirujano-Médico, en Chile, lo mismo que todos los demás facultativos nacidos en el País, para cuyo efecto ocurrirá con este decreto al Protomedicato para que expida las providencias convenientes á su ejecución y cumplimiento.»

Fue cirujano de ejército en 1829

El Doctor Juan Norberto Casanova, español, se estableció en Valparaíso por algunos años y después en Santiago. Fue un entusiasta partidario de las doctrinas de Laennec, y fué uno de los primeros en utilizar la auscultación y la percusión en el examen de los enfermos, según consta de un artículo, que lleva su firma, en «El Araucano», en 1836.

Publicó también lo siguiente:

Varias observaciones sobre la altura de esta capital y las de los puntos más elevados hasta el puerto de Valparaíso.—Arts. publicados en «El Araucano»—1836.

Historia de un abceso enquistado del ovario izquierdo operado con suceso.—«El Araucano».—Abril 8 de 1836.

Es el primer caso de una operación de esta naturaleza practicada en el país.

Con motivo de esta publicación del Dr. Casanova se suscitó una polémica con el Dr. Blest que decayó por parte del primero en conceptos hirientes ó injuriosos. En «El Araucano», de los meses de Mayo y Junio de 1836, se publicaron varios remitidos de uno y otro lado sobre este asunto que terminó con la reunión de un jurado de imprenta que impuso al Dr. Casanova la suma de doscientos pesos de multa ó la prisión correspondiente, según lo dispuesto en el art. 10 de la ley sobre abusos de la libertad de imprenta.

El Dr. Casanova publicó con este motivo los dos opúsculos siguientes:

Documentos producidos ante el Tribunal de Imprenta en defensa del Dr. Dn. J. N. Casanova, publicados en El Araucano Núm. 297 y acusado como injurioso por el Protomedicato de Santiago.—1836.—Imp. de la Indep.—8.º dos, 17, una pág.

Vindicación del médico don Juan N. Casanova.—Santtiago.—1836.—4.º 18 págs.

En 1837, se estableció en la ciudad de la Serena.

El Doctor José Indelicato, licenciado en medicina en Nápoles, Buenos Ayres y Chile, conocido ya por el Reto de los primeros alumnos, publicó los trabajos siguientes: [8]

Un caso de apoplegía, seguido por la muerte.—Carta publicado en «El Araucano», en 1832.

De la Serosidad.—Abuso del Panquimagogo; de los casos en que puede ser útil admmistrarlo.—Sant.—Imp. Nacional.—1834.—8.º IV de prólogo, 26, una pág.

De las enfermedades que se padecen en Santiago de Chile.—Arts.—El Mercurio.—Diciembre de 1834.

Descripción del método endérmico.—Id. id.—1834.

Del clima y de su influencia en Santiago de Chile.—Id. id.—1834.

En estos artículos comenta y refuta algunas de las opiniones del Dr. Blest sobre la climatología de Santiago. A este respecto dice que el suelo de la capital es de humus, tierra franca negro-amarilla, porosa, suelta, suave al tacto, á veces cargada de grijas, piritas, escorias, sobrepuesta á un terreno de aluvión, formado de capas de arena, guijarros y cuerpos marinos.

La temperatura, observada en 14 años, oscila entre 44 á 88 grados Farenheit; llueve de Abril á Agosto; vientos secos del sur, constantes; electricidad atmosférica, rara; pocos temblores, 3 ó 4 por año; después se extiende en consideraciones sobre la vejetación, alimentación y aguas potables.

«El Filántropo», se llamó un periódico, redactado por este mismo autor; el 1.er, número es de 3 de Septiembre de 1837. Se publicaron sólo 2 números en 4.° mayor de 4 págs.

El Dr. Indelicato, pidió, á la autoridad competente, el 12 de Diciembre de 1834, que se crease la cátedra de Higiene Pública y Privada que él podía servir ó adquirirla por concurso; agrega que dicha clase la ha hecho privadamente á los alumnos de medicina y en colegios particulares. El ministro Tocornal pidió informes á la dirección de estudios del Instituto compuesta de los señores J. de Dios Vial, D. Benavente y Andrés Bello, los cuales fueron adversos en vista de que dicho ramo estaba comprendido en la asignatura del Dr. Blest, en el 2.º año.[9]

El Dr. Tomás Leigthon, fué quien recibió el primer diploma de medicina y cirugía otorgado por el protomédico Dr. Blest, el 25 de Mayo de 1834. En el «Mercurio de Valparaíso, Agosto 5 de 1830, publicó un «Estado del Hospital de Valparaíso.»

Se vió envuelto en una acusación, en su contra, presentada por José R. Morales con motivo de abusos cometidos en algunas boticas de su propiedad. Los artículos de Morales fueron acusados como injuriosos en tercer grado ante el Tribunal de Imprenta. Com motivo de un folleto publicado, en 1836, por la Imprenta de la Independencia por Dn. José María Navarrete intitulado: «Documentos justificativos de la conducta de Dn. Tomás Leigthon, Médico- cirujano de Valparaíso, calumniado en un libelo famoso de José R. Morales, la sociedad de Valparaíso defendió la conducta del Dr. Leigthon y «El Mercurio» publicó su biografía, el 28 de Octubre de 1836.

El Doctor Abel Victorino Brandín, Caballero de la Legión de Honor, profesor de medicina de la Universidad de Quito y revalidado en Santiago de Chile, se estableció en Valparaíso, en donde alcanzó gran reputación profesional, según se lee en la prensa de aquellos años.

Conocemos sus siguientes trabajos:

Exposición historio-medical de la expedición de Chile al Perú, hacia fines del año 1823.—14 págs.—Imp. de Esteban Valles.—Enero de 1824.

El sulfato de quinina y su generalización así como la litotricia, en Chile, por el Dr. A. V. Brandín.

Este artículo fué publicado en «El Mercurio» de Valparaíso, en Julio de 1833, por el Sr. P. M. E.

Cólera-morbo asiático en Polonia, Alemania y París (con un mapa y dos estampas iluminadas.)—Se da cuenta de esta obra del Dr. Brandín, en «El Mercurio», en Julio de 1833.

De la influencia de los diferentes climas del Universo, en los seres organizados y con particularidad de la América Meridional,—Observaciones metereológicas y reflecciones sobre esta materia.—Se da cuenta de esta obra en «El Mercurio», en Julio de 1833.

El Doctor José Mariano Polar, médico peruano, que se inscribió á la oposición, según hemos visto, de la cátedra de anatomía y fisiología, á la muerte del profesor Morán, se radicó en Santiago. Fue secretario interino del Protomedicato en 1843.

En este mismo año, hallamos consignados algunos datos correspondientes á otros dos facultativos extrangeros: Dn. Carlos Deglanse, francés, y Dn. Francisco de Córdova, neo-granadino, adicto á la legación de su país. Este último, se presentó al Tribunal del Protomedicato, con fecha 28 de Enero de 1843, solicitando el pase para ejercer la profesión, sin más trámite; el Protomedicato informó que aunque eran legales y auténticos los diplomas presentados, dicho tribunal no tenía facultad para otorgar rivalidaciones de títulos sin previo examen. No obstante, Córdova reclamó al Gobierno, y se ordenó, por el presidente Búlnes y su ministro Montt, que se le reconociera como médico revalidado. [10] El candidato Deglanse, se presentó á examen y fué reprobado, por lo cual también reclamó al Gobierno, por considerar injusta la votación recaída en su prueba, la cual fué adjudicada por los examinadores señores Francisco Llausás, Luis Ballester, F. J. Tocornal, Juan Miquel y J. A. Torres. Se ordenó la repetición de su examen pasado seis meses.

Actuaron, además, en el período que analizamos, los facultativos siguientes:

El cirujano inglés y brigadier de ejército, Dr. Diego Paroissien; el médico español especialista en enfermedades de niños, Dr. Blas Saldes, el cirujano mayor de ejército don Juan T. Clark, y el Dr. don Tomás Armstrong, gentleman, fundador de la facultad de medicina, de quien tendremos que ocuparnos más tarde.

El cirujano inglés Juan A. Green, fué cirujano mayor del navío de guerra «El Jeneral San Martin», incorporado á la marina nacional en Julio de 1818, [11] y que tan brillante papel desempeñó á las órdenes del almirante Blanco Encalada. El doctor Green fué después cirujano mayor de ejército.

Cirujano 2.º de esta misma nave fue don Pedro del Carmen, y el facultativo don Juan Isidro Zapata,—de quien ya nos hemos ocupado—fué también cirujano de uno de los buques de esta expedición libertadora [12] y después cirujano del ejército de O'Higgins.

El joven Juan Morgan, sobrino del Dr. Nataniel Cox, fué cirujano del ejército chileno.[13]

El Doctor Emilio Cazentre, francés, miembro de varias asociaciones científicas extrangeras, radicado en Valparaíso, fué quien ejecutó la autopsia médico legal del cadáver de don Diego Portales, en Junio de 1837.[14]

El Dr. Santiago Deblin, fué el médico jefe de la expedición libertadora del Perú de 1817.

Los cirujanos de la escuadrilla de Lord Cochrane que actuaron en la toma de la «Esmeralda» fueron los Dres. Well y Santiago Michael, que se establecieron después en Valparaíso. [15].


§ II.


La «Legión de Mérito de Chile» fundada el 1.º de Junio de 1817 por el Director O'Higgins y el Ministro don José Ignacio Zenteno, en homenaje á los heroes de la Independencia, y en conmemoración del año VIII de la libertad, contó entre sus miembros á varios cirujanos.

He aquí la nómina presentada al Jefe de Estado Mayor del Ejército por el Dr. Paroissien [16] denominada:

Relación de los oficiales de medicina que se hallaron presentes en el campo de batalla de Chacabuco, y que son acreedores á entrar en el rol para la elección de miembros de la Legión de Mérito de Chile:

Clases Nombres Fecha del despacho Destinos
Ayndte. de Cirujano Mayor Teniente Antonio de San Alberto Enero 7—1817 Presente
 " " "  Alferez José Manuel Molina Enero 7"—1817" Presente"
 " " "   "  Juan Brizeño Enero 7"—1817" Presente"
 " " "   "  Juan Manuel Porro Enero 7"—1817" retirado
 " " "   "  Pedro del Carmen Enero 7"—1817" en la marina
 " " "   "  Agustín de la Torre Enero 7"—1817" en 1.º de los Andes
 " " "   "  Toribio Luque Enero 7"—1817" retirado
 " " "   "  José María de Jesús Enero 7"—1817" Cazadores de Chile
 " " "   "  José Gómez Enero 7"—1817" retirado
Boticario May. Teniente José Mendoza Enero 7"—1817" presente
 "  Alferez, José Blas Tollo Enero 7"—1817" Presente"
Contador Miguel Fontealba Enero 7"—1817" Presente"

Santiago y Enero 22 de 1819.—Diego Paroissien.

Estos oficiales de medicina fueron agraciados como electores, por decreto gubernativo, para elejir á pluralidad de votos, á los más dignos de pertenecer á dicha Orden, quienes propusieron á don Antonio de San Alberto, don José Manuel Molina, don Juan Brizeño, don José Manuel Porro y don Agustín de la Torre, los que fueron condecorados, el primero como oficial y los otros como legionarios de la «Legión de Mérito de Chile.»

El Coronel y Dr. Paroissien, había sido nombrado oficial de la Legión, en Junio de 1817.


§ III


En el período que analizamos hubo en Chile expediciones científicas de importancia, relacionadas con la medicina.

Después de las guerras de la Independencia, dice don Claudio Gay, hubo un entusiasmo delirante por las expediciones científicas, emprendidas con maravillosa actividad, siendo causa para que en breve se vieran los dos océanos cruzados, sucesivamente, por los intrépidos capitanes Kotzebue, Freyeinet, Duperrey, King, Becchey, d'Urville, Wendt, Fitz Roy y Witkes.

Entre los excursionistas que se internaron en los valles y cordilleras, debemos recordar á los que siguen:

En 1819, en el mes de Mayo, llegó al país el naturalista y geógrafo Jhon Miers. Recorrió el territorio estudiando las costumbres, (que censura acremente) la topografía, el clima y coleccionando plantas, de los valles y de cordilleras, que dibujó y clasificó. En Enero de 1825 atravesó los Andes y estudió en igual forma á la república Argentina. [17]

El Dr. Carlos Bertero, médico y naturalista, nacido en Alba, en Piamonte, partió del Havre para Chile, en 1827. Las exploraciones botánicas del Dr. Bertero han dado lustre á su nombre y á las ciencias naturales de nuestro país. La zona comprendida entre Valparaíso y San Fernando fué estudiada bajo todas sus fases científicas por este explorador. Un gran acopio de vejetales, ordenados y clasificados, los envió á varias asociaciones científicas de Europa, principalmente al Museo de Historia Natural de Paris.

En 1829, estrechó amistad con el célebre profesor y sabio naturalista don Claudio Gay, y fue, también, un entusiasta colaborador del «Mercurio Chileno», de don Joaquín de Mora.[18] En este periódico publicó una relación de sus estudios y un catálogo de plantas chilenas.[19]

A fines de 1829 visitó las islas de Juan Fernandez, pasó á Tahití, y de regreso á Chile se perdió su buque, sin que nunca se tuviesen noticias de sus náufragos ni se hallasen vestigios de la nave.

El Dr. Juan José Dauxion Lavaysse99, se estableció en la capital, dedicado á sus estudios. En 1822 se le nombró (igualmente que á Camilo Henriquez) miembro de la Junta de Sanidad en su calidad de naturalista. Murió en Santiago en 1830.

José Alberto Buckler d'Albe, Amadeo Bonpland, W. Bennett Stevenson, secretario de Lord Cochrane, que estudió la Araucanía, y Carlos Ambrosio Lozier, que fué rector del Instituto, recorrieron el territorio en excursiones científicas.

El médico francés, Pedro Chapuís, estudió la flora del Brasil, y la de Chile, en 1828, á donde había venido á fundar un colegio superior; de ambos países fué expulsado por su intromisión en las luchas de los partidos políticos.

Eduardo Federico Poeppig, y Federico Fernando von Kittlitz, recorrieron durante 26 meses el territorio, principalmente al rededor de Valparaíso y el valle de Aconcagua, desde Marzo de 1827. Barros Arana dice que Poeppig vivió en Concón, en la misma casita que había albergado a Jhon Miers, hasta el 13 de Mayo de 1829, fecha en que se embarcó para proseguir sus investigacionss naturalistas, en el Perú.

El capitán Sütke, ruso, el capitán francés de Bougainville,—1824-26—sir Francis B. Head, inglés, el joven naturalista alemán Francisco Julio Fernando Meyen, los capitanes Felipe Parker King,—1826—y Fitz Roy que tuvo por compañero al célebre naturalista Carlos Darwin, en la excursión por las costas magallánicas—1835—fueron otros tantos factores del progreso geográfico y científico del país.

El sabio distinguido, don Claudio Gay, fué contratado por el Gobierno del presidente Ovalle, en 1829, con el fin de que estudiase el territorio chileno bajo el punto de vista de las ciencias físicas y naturales.

Era necesario, dice el mismo Sr. Gay, en el prólogo de su obra, [20] llenar el vacío que sobre la materia habían dejado las investigaciones de Molina, Ruiz y Pavón, Bertero, Bridge, Cuming, Cadleuch, Darwin, Meyen, Poeppig y diversos viajeros que en comisiones científicas visitaron á Chile, principalmente en los siglos XVII y XVIII y en el primer tercio del siglo XIX. [21].

La flora chilena, descrita por este autor, está clasificada en grupos naturales ó familias, y distribuídas éstas en otros tantos grupos de orden más elevado, y puestos bajo el cognomento de clases, etc. Siguiendo el orden botánico de De-Candolle asentado en su magnífica obra Prodromus que comienza por las Ranunculaceas y termina con las Algas.

Las importantes investigaciones de Gay, consignaron, en la clasificación de la flora chilena, á 4.000 nuevas especies, cuando sólo se habían rejistrado trescientas en los libros de botánica anteriormente publicados.[22]

La eminente obra de Gay, para los años en que fue escrita, es un monumento científico que será siempre utilizado en los estudios de las ciencias naturales de Chile.[23]

§ IV.


Insertamos en este párrafo algunas publicaciones del primer período de la imprenta, que tienen su importancia dentro del presente programa.

1.º Observaciones sobre la Población del Reino de Chile.—Aurora de Chile.—Periódico Ministerial y Político. N.º 3.—-Santiago, jueves 27 de Febrero de 1812.

El primer artículo que se relaciona con la ciencia médica fué publicado en el tercer número del primer periódico impreso en el país, bajo la dirección del eminente patriota Camilo Henriquez.[24]

El artículo á que nos referimos dice que «el clima de Chile, como lo dice muy bien Robertson, es el más delicioso del nuevo mundo; apenas habrá en toda la superficie de la tierra otra región que le pueda igualar: aunque confina con la zona tórrida, jamás siente los extremos del calor, defendiéndolo por el oriente los Andes, y refrescándolo por el poniente los vientecillos marítimos.»

Respecto de la población, recuerda el articulista que el Cabildo de Santiago aseguraba, en 1554, que en una hora se podían juntar en Arauco más de 200.000 hombres de pelea.

El Obispo Bermudes, de Concepción, aseguraba que al sur del viovi los hombres de armas serían unos 25.000 y 125.000 los habitantes.

El Brigadier D. Pedro del Río, dijo que los Vutalmapus tenían 115.304 almas contando á 19.839 lanzas.

Las guerras y epidemias por un lado, y el alcohol por otro han acabado con los indios.

La primera epidemia de viruela, tuvo lugar 15 años después de la llegada de los españoles—según el historiador Quiroga—muriendo millares de araucanos.

En 1755 el jesuíta Joaquín Villarroel, daba 12.400 leguas cuadradas de superficie al territorio chileno y 375.000 hab.

En 1812 se daba como población 1.000.000 de h. y en dicha fecha se calculaba que Chile tendría 7 millones en 1913 y 12 millones en 1949, según deducciones tomadas del aumento de los años 1755 al 1812, quejándose aún de que sería muy poco tal incremento comparando con E.E.U.U. de N.A. que duplicaban entonces su población cada 15 años.

La mortalidad por viruelas en 1787 se indicó que fue de 700 hombres y 268 mujeres, sólo en Santiago; inoculándose el fluido varioloso á más de cuatro mil, muriendo de estos solo 14 personas, según datos suministrados por el historiador José Pérez García.

Concluye el artículo pidiendo al gobierno medidas severas en pro del bienestar del pueblo, porque son sus causas políticas y morales las que más han influenciado en la despoblación del país.

2.º Policía.—Aurora de Chile.—N.º 4.—Juéves, 5 de Marzo de 1812.

Basado en experiencias de otros paises, se pide el establecimiento rigoroso de la policía sanitaria, para evitar la propagación de epidemias, por ser manifiesto el desaseo de las jentes, las inmundicias de las calles y casas, etc.

Cita á la Francia que amagada por el mal epidémico de la lepra, lo extinguió á fuerza de gastar en higiene; al Ejipto que por sus pantanos del Nilo, como los de Norte América, han producido tantas fiebres palúdicas; y enzalsa á Empédocles que se hizo famoso por haber librado á las poblaciones de miasmas mortíferos, disecando los pantanos.

Recuerda las protestas que se elevaron con motivo de la pragmática de Carlos III para que se inhumaran los cadáveres fuera de las poblaciones, con el fin de higienizarlas y evitar tantas plagas, y cita la opinión del Dr. Unanue, del Perú, que se admiraba de que aquí no se diese el valor que correspondía á aquella real orden. Con motivo de este acontecimiento un poeta anónimo publicó la siguiente estrofa que se hizo popular:

   Viva la Providencia saludable
Que á Dios da culto, y á los hombres vida;
Huya la corrupción abominable
De su sagrada casa esclarecida;
Respiren en el templo el agradable
Arómático olor, que á orar convida:
Triunfen ya los inciensos primitivos
Y no maten los muertos á los vivos.

Termina este segundo artículo con detalles fisiológicos sobre el aire, la respiración, y demás condiciones higiénicas que reclama la vida.

3.º Primera observación Metereológica publicada en Chile, el juéves 7 de Mayo de 1812, en la Aurora de Chile.— N.º 13.

Dice así;

Observación Metereológica

«En el centro del otoño en que estamos:

Termómetro.—12½° de Reaumur, y 60°, Farenei.

Barómetro.— 28 pulgadas 11,9.

El 5 de Mayo á las diez del dia en el quarto del curioso dueño de los instrumentos con las puertas abiertas.»

El autor de esta observación fue el comerciante español don Felipe Castillo Albo, quien publicó otras más amplias en «El Mercurio Chileno» de don José Joaquín de Mora, el año 1828,

4.º Primeras noticias sobre el movimiento del Hospital de San Juan de Dios, en la Aurora de Chile.—N.º 39.— Juéves, 5 de Noviembre de 1812. (Bajo el nombre del periódico la Aurora aparece en vez de Periódico Político i Ministerial, el nuevo lema: «Luce beet popules, somnos expellat, et umbras!»)

El movimiento del Hospital, acaecido en Octubre de 1812, á que nos referimos, acusa un total de 400 enfermos, incluídos 150 que quedaban del mes anterior. Firma esta noticia el Sr. Manuel Joaquín Valdivieso.[25]

§ V.


Publicamos una relación de las asociaciones sanitarias que se formaron y de las medidas de higiene pública y policía médica que se tomaron en este período, á fin de prevenir ó combatir algunas enfermedades infecciosas y epidemias que invadieron el país, y las noticias sobre hospitales, cementerios y beneficencia.

Desde el proyecto de la Constitución política de 1811, hecho por Camilo Henriquez, se ve el interés de los buenos ciudadanos por levantar al país de sus pésimas condiciones de vitalidad pública y privada. En esta histórica Carta se creaba la Junta Providencial de Sanidad, compuesta de médicos, cirujanos, boticarios, químicos, naturalistas y profesores de estos ramos, con el fin de atender á la salud pública, de preservar de los males epidémicos y endémicos, de proporcionar medidas fáciles de asistencia médica y de hacer estudios de los tres reinos de la naturaleza, en beneficio de la comunidad. No obstante la buena voluntad de las autoridades, no siempre llegaron á tiempo, ó se dictaron, las providencias necesarias, ya fuese por el mismo estado de la guerra de la independencia, por las luchas políticas más tarde, ó por la miseria de las arcas fiscales.

Entre las primeras medidas de orden y salubridad se halla el Bando de buen Gobierno, que en nombre del rey ordenó la Exma. Junta Gubernativa del Reyno, en 20 de Febrero de 1812.[26]

Otro bando más extensivo, y que fué rigorosamente cumplido durante el período administrativo de su autor, el gobernador intendente de Santiago y superintendente general de policía, don Mateo Arnaldo Hoevel, de fecha 29 de Agosto de 1817, prohibía los siguientes abusos que á diario se cometían en las calles, plazas y cañada de la capital: tirar basuras, animales muertos, ropa inmunda y contagiada, escombros, etc.; cocinar y hacer fuego, amarrar y dar de comer á los animales, sentarse á trabajar en las aceras, lavar y secar la ropa, herrar caballos, andar á caballo en las veredas, correr á escape y dejar las riendas en las veredas, jugar al naipe en las calles, como á los dados, pelota, chueca, volantín, rayuela, y palitroques, las puertas que se abren para afuera, llenar los cántaros de agua en la pila de los conventos y cuarteles, los actos indecentes, las necesidades naturales, correr y enlazar vacas, matar y despostar animales en la cañada, estacar cueros, lavar intestinos, etc., etc.

Esta larga enumeración de actos ejecutados en las calles, manifiesta claramente el estado de aseo é higiene, heredado de la colonia.[27]

El 7 de Agosto de 1813, se creó la Comisión de Salud Pública, dirigida á remediar los estragos del mal venereo, y se previno á todos los gremios, cuerpos, casas públicas, y empleados del Estado que, con el aviso del Protomédico Rios, franqueasen todos los auxilios, instrucciones y conocimientos que fuesen necesarios para el cumplimiento de su comisión.[28]

Este decreto fué motivado que la alarma social que produjo en Santiago la irrupción de plaga tan funesta.

En la prensa se publicaron dos interesantes artículos sobre este punto que dicen así:

Lue Venerea.—(Discurso hecho á éste Gobierno sobre los medios de moderar sus estragos)—por J. M. S.—Arts.—Aurora de Chile.—5 y 6—tomo II.—1813.—Santiago.

Llama la atención, su autor, á las funestas consecuencias que acarrea al país la propagación de esta enfermedad que la priva de defensores y va aumentando las causas del despueblo.

Propone 3 métodos para aminorar los estragos de la lúe:

«1.º Purificar de este virus al sexo que desgraciadamente se presta al público desórden;

2.º Establecer varias obras que hagan dificultosa su introducción; y

3.º Vigilar la conducta de los c{ue están destinados á la conservación de la salud de los ciudadanos.»

Termina el primer artículo con reflecciones patológicas y descripciones sobre sus estragos, en un cuadro tan animado y patético que se hace inconveniente para una publicación en la prensa política.

En el segundo artículo se pide al gobierno la construcción de hospitales especiales para luéticos, de baños públicos, y diversas medidas de carácter material y de orden moral encaminadas al mismo fin.[29]

En la Aurora, del 21 de Enero de 1813, se publicó una petición, sin firma, al Marqués de Casa Larraín, para impedir la propagación de este mismo mal, y cuyo tenor es el siguiente:

«Medidas contra la sífilis.—La plaga que asola nuestro pueblo y que crece con su número, es el mal venéreo para cuyo remedio colocó la providencia los preciosos baños termales en la hacienda de V. S. cuyo corazón debe complacerse de poseer el antídoto de las dolencias de la más numerosa y útil parte de la humanidad y en facilitarles el uso de un específico que los saca del estado más miserable, para restituirlos al de salud, al amparo de sus familias y al servicio de la patria. Nada hay más glorioso para un ciudadano ilustre y por el gobierno desea tener parte en tan benéfico proceder, recordándole que para ser completa solo resta allanar las escabrosidades de la parte del camino que media desde la villa de Rancagua hasta los baños, la que retraen de ellos á los que las dolencias impiden transportarse en caballerias, de que los más necesitados están privados de este recurso ó lo consiguen con penalidades insoportables á los pacientes y á los corazones sensibles. Diga US. qué obra hay que ejecutar y los arbitrios para realizarla, entre los que cuenta esta autoridad, como el primero la notoria jenerosidad de US. y su piadosa índole. Dios güe. á US. muchos años. Santiago, Enero 13 de 1813.»

La sífilis no podía ser contenida porque no se tomaban medidas enérgicas de represión. El Dr. Sazie, en 1844, propuso la reglamentación de la prostitución, pero, como sucede hasta hoy día, se opusieron resistencias á este sanitario sistema creyendo que este acto es un reconocimiento público del vicio.[30]

La Hermandad de Dolores que, en 1815, tuvo por cuna, como dice don Ramón Briseño, [31] «un peñón del océano pacífico, cuna sin abrigo ni misericordia que regada fue con las lágrimas de cien ilustres patriotas,» fué fundada por 39 de los chilenos desterrados en la isla de Juan Fernández, y sus funciones comenzaron, después que se les devolvió la libertad, en Marzo de 1817, y con el nombre de «Instituto de Caridad Evangélica, ó Congregación de los siervos de María Santísima de los Dolores.» Esta piadosa asociación dedicada á socorrer en sus achaques á los enfermos é indijentes, fué en aquellos tiempos una incalculable fuente de recursos para los pobres pacientes que recibían asistencia médica, medicinas y un óbolo para sus primordiales necesidades, y para los huérfanos, inválidos ó ancianos que eran atendidos ó transportados al Hospicio, fundado, en 1810, por los Sres. Manuel Salas y Domingo Eyzaguirre. La Hermandad de Dolores, como simplemente se le denomina hoy día, continúa ejerciendo la santa misión instituida por los patriotas.

Las nacientes fundaciones de caridad tuvieron que desplegar gran actividad para cosechar buenos frutos no sólo por la falta de elementos cuanto por el malísimo estado sanitario del país. [32] Las invasiones de antiguas epidemias y de nuevas enfermedades se sucedían implacablemente. Así, el crup y la angina membranosa aparecieron por primera vez en 1816, el cólera invadió en 1817, la erisipela asoló después del terremoto de 1822, la escarlatina y la fiebre puerperal epidémica de 1827, el sarampión en 1829, la disenteria que tomó proporciones, por estos mismos años, la pústula maligna que apareció en 1834, la grippe que había tomado carta de ciudadanía en igual período, [33] sin contar con las antiguas invasiones coloniales del chavalongo etc. y la terrible plaga de la viruela.

La epidemia de escarlatina, de 1831 y 32, invadió cruelmente á Valparaíso y pasó á Santiago, dejando 3705 cadáveres en el primer año y 3013 en el segundo. La municipalidad de ambas ciudades hizo cuanto pudo para combatir esta enfermedad. El 25 de Febrero de 1832, se publicó por bando una serie de medidas encaminadas á este fin.[34]

La epidemia de membrana, difteria, que se hizo endémica en Mendoza, hasta hace pocos años, en sus recrecimientos repercutía, en Chile, con mortíferos caracteres.[35]

Mientras duró el pánico se puso en vijencia análoga reglamentación á la de la antigua ordenanza del alcalde Errázuriz, aprobada por el Cabildo en 27 de Febrero de 1781, y de acuerdo con las reales órdenes de 6 de Octubre de 1751, 23 de Junio de 1752 y 28 de Febrero de 1763, sobre la obligación, de los médicos, de dar cuenta de la enfermedad contagiosa, á fin de quemar los objetos contagiados.

Los temores por la erisipela gangrenosa, cundieron, de igual manera, hasta producir alarma.

He aquí un decreto, convocando al cuerpo médico para que propusiera los medios de combatir el mal:

Al Sr. Protomédico:

S. E. el Supremo Director ha decretado con esta fecha lo que copio.—Prevéngase al Protomédico que en el día celebre una junta de los mejores facultativos de medicina, y á que concurran D. Manuel Grajales, D. Agustín Nataniel Cox, y D. Francisco Cros, en la que se tratará de averiguar el origen de la introducción en el País de la erisipela negra gangrenosa y de los medios mas seguros que se pueden adaptar para evitar que se propague este mortífero contagio, dando cuenta sin perder momento de lo que dicha junta acordare en la materia.—Tengo el honor de transcribirlo á V. para su conocimiento y efectos consiguientes.— Junio 27 de 1822.[36]

Camilo Henriquez, en «El Mercurio de Chile», N.º 5, publica algunas observaciones referentes al decreto anterior; dá cuenta de que hubo necesidad de hacer una reunión con los magistrados para que se compenetrasen de la gravedad de la enfermedad, la cual clasifica de la manera siguiente: «La enfermedad es contagiosa. En su fondo es una fiebre pútrida, en que la erisipela es un síntoma, Predomina en ella la diátesis asténica, que será un sinoco, ó un tifus más ó menos terrible, según el grado de debilidad y las causas nocivas. Hasta ahora ha atacado á pocos. No es aún una epidemia y el pueblo no debe atemorizarse, pero tampoco descuidarse. Preguntaron una vez al célebre consejero Weikard acerca del medio más seguro para preservar al pueblo de una epidemia que se iba manifestando. El respondió: Cuidad de la limpieza pública y privada esto es, de las calles, casas é individuos; haced que los habitantes tengan buen pan, buena carne y buen vino y anden abrigados; y no hará progresos la epidemia

Este mismo autor, en el N.º 3 del citado periódico, dice que en el mes de Abril de 1822 se habían sepultado en la capital 303 cadáveres; entra, con este motivo, en otras consideraciones referentes á la salubridad de este país que, por sus condiciones físicas, se debía hallar en mejores condiciones higiénicas. Pide la organización del Censo Nacional para estudiar la demografía del país, y encarece á la autoridad suprema, que cree una institución de sanidad ó salud pública, cuyos miembros deben poseer las luces y conocimientos en el arte de curar, en la física y ciencias naturales, para poder así prevenir y atacar los males epidémicos, supervijilar al cuerpo médico y funcionarios que tengan atribuciones sobre la sanidad en particular ó general, ilustrar á las autoridades superiores, asesorar á los cuerpos edilicios etc. y uniformar la acción gubernativa en materia tan importante.

Don Santiago Echevers, gobernador interino de Santiago, procurando combatir la erisipela negra, ordenó por bando, el 27 de Mayo de 1823, que se blanquease el exterior de las casas con cal, por ser esta sustancia el primer antidoto contra el mal, según lo decidido por una junta de médicos; se dió el plazo de ocho días, para su cumplimiento, bajo pena de doce pesos de multa.

Con el fin de organizarse para resistir á la crítica condición de la salud pública, se creó la Junta de Sanidad, por decreto de 30 de Julio de 1822.

«Nada era extraño á esa corporación, dice Vicuña Mackenna, en los Médicos de Antaño, de cuanto de alguna manera estuviese vinculado á la salubridad pública: los hospitales y su réjimen; las epidemias y el clima; las visitas antes acostumbradas de las boticas para prohibir el expendio de las sustancias rancias ó adulteradas; las enfermedades contajiosas y sus precauciones; la propagación de la vacuna; la estadística médica; los progresos de la ciencia en el extrangero; el profesorado mismo; la reglamentación general de los establecimientos de caridad; en una palabra, todo lo que constituye hoy dia la higiene y la beneficencia de una gran ciudad, era sometido á la autoridad de aquel cuerpo que el Director Supremo deberia presidir en persona.»

Los miembros fundadores de la Junta de Sanidad, fueron los siguientes:

Delegado del Director Supremo y presidente de la Junta, don José Toribio Larrain.

Como jefe de la policía urbana, don Francisco Ruiz Tagle.

Como diputado, don José Santiago Montt.

Como sacerdote, el presbítero don Domingo A. Izquierdo.

Como miembro de una Corte de Justicia, don Juan de Dios Vial del Rio.

Como médicos, don Manuel Grajales y don Agustín Nataniel Cox.

Como vecinos caracterizados, don Juan Diego Barnard y don José Gregorio Echaurren.

Como naturalistas, Camilo Henriquez y don Juan José Dauxion Lavaysse.

Esta Junta de Sanidad pidió la modificación de la ley de cementerios de 26 de Agosto de 1819, prohibiendo las exhumaciones fuera de los cementerios.[37]

El Senado Conservador, el 26 de Abril de 1823, á causa de las alarmas por la invasión de la erisipela negra, estudió la reorganización de la beneficencia confiada á la Junta de Sanidad, creada por O'Higgins, que daba pocas señales de vida, y pidió al Ejecutivo que se restableciese con más vigor. A la sesión del 26 de Mayo de aquel mismo año, fué llamado á la misma sala del Senado el Dr. Grajales, para que informase verbalmente sobre las reformas que reclamaba el servicio de sanidad pública.

El presidente de la Junta de Sanidad, don José Toribio Larrain, expuso al Gobierno, en un memorial de fecha 29 de Octubre de 1823, las «Causas de la exesiva mortalidad é insalubridad existente,» que á su juicio eran las siguientes:

«1.º La hambre pública, producto fatal de la ocupación útil de las mujeres, y arbitrariedad escandalosa en los precios de abasto público.

2.º La tolerancia criminal de que vayan armados todos, que, combinado con el genio y abuso del licor, nos roba centenares de hombres cada año.

3.º La falta absoluta de policía de aseo especial en acequias.

4.º La mala construcción y peor modo de sepultar en el panteón.

5.º El descuido en conservar y propagar el fluído vacuno.» [38]

Después de tomar algunas medidas precautorias y represoras de las epidemias esta Junta fué, poco á poco, dejando de funcionar hasta que tuvo que darse un decreto de restablecimiento, en 1826, que tampoco tuvo largo éxito.

En aquel tiempo se confundían las prerogativas que se daban á estas sociedades, que debían ser exclusivas de beneficencia, con las que tenía el Protomedicato. Así, hemos visto que diversas asociaciones después de la caída de aquel tribunal, tuvieron iguales atribuciones y dieron lugar á conflictos y á neglijencias en sus obligaciones. Con el restablecimienta del Protomedicato, en 27 de Abril de 1830, y con la constitución neta de la Junta de Beneficencia, creada en 7 de Abril de 1832,[39] con sus reglamentaciones y atribuciones respectivas, se consiguió mejorar las condiciones de uno y otro servicio.

Merece especial mención, en este lugar, la siguiente nota leída ante la Asamblea Nacional, en 9 de Agosto de 1822, por el diputado Camilo Henriquez, acerca del estado sanitario y condiciones de algunos establecimientos de beneficencia:

 Honorable Convención:

Nuestro vocal secretario presenta á Vuestra Honorabilidad, la siguiente memoria.... y al herir vuestro corazón por su lado más vulnerable, que es la misericordia, me promete de vuestra parte una disposición favorable.

Para que Vuestra Honorabilidad las eleve á la consideración de S. E. sujeto á su discusión las proposiciones siguientes:

1.º Una comisión del seno de la Convención, entre en los hospitales, examine su estado, presente el informe y proponga el remedio de los males que observe. Sabemos que el hospital de mujeres solo tiene 88 camas. ¡Que número tan corto para una población como la nuestra! El número de mujeres infelices en la capital es muy grande; muchos empeños se necesitan para que una infeliz sea admitida en el hospital, cuyas camas están ocupadas, en su mayor parte, por ancianos miserables. El mal venereo está extendido espantosamente entre las mujeres pobres y plebeyas; poco hace que se curen los soldados, si no se extingue aquella sentina de enfermedades. Muchos hijos de familia se desgracian por esta misma causa. La sabiduría de los hombres mas eminentes en la policía urbana no ha hallado otro recurso para cortar este mal que el de un hospital donde sólo se curen mujeres galicadas, encargando estas á la vijilancia de la policía. Pido que se proponga, después del informe, el establecimiento de una sala solo para curar casos venereos de mujeres infelices.

2.º Pido que Vuestra Honorabilidad se interese en que el restablecimiento del hospicio, señale la época de vuestra reunión.

3.º Sé que en el hospital militar han muerto éticos, de resultas de 200 palos que recibieron siete hombres en el mes anterior, y ya han muerto tres en los pocos días del mes que empieza. Las Cortes españolas, cuyos códigos van á ser la admiración del universo, han prohibido el castigo de azotes como degradante del carácter español, y el de baquetas en la tropa, como incompatible con la carrera de los defensores heroicos de su patria. Pido que Vuestra Honorabilidad exija de la comisión militar el modo de reemplazar más útilmente el castigo de los palos y baquetas.

4.º (Pide datos sobre cárceles.)

5.º Pero aún falta, honorable señor, que hacer otra cosa para que V. H. se adquiera toda la confianza y el amor de sus compatriotas, ponga su fama al nivel de las corporaciones populares más célebres y se cubra de una dulce gloria. No se diga señor, los padres de la patria están reunidos, y todavía no se disminuye el número de infelices, todavía no llegan á sus oídos los suspiros y sollozos de las familias desgraciadas, ni se enjugan aún las lágrimas de las esposas, de los huérfanos, de los hijos de los deportados en consecuencia de los acontecimientos anteriores! etc...

Honorable Señor.—Camilo Henriquez.

La sala oyó la lectura de este escrito con enternecimiento, según el acta, y acordó su discusión para la sesión siguiente.

La condición de los hospitales, era en tanto como sigue:

En 1822, por acuerdo del Senado, en 30 de Julio, hubo que restablecer la Casa de Huérfanos bajo bases más sólidas para seguir recogiendo y asistiendo á los infelices abandonados y huérfanos.

El Hospital Militar, atendido por Grajales, por decreto de 7 de Junio de 1821, fué trasladado al barrio norte el 27 de Junio de 1823.[40]

En el hospital de San Juan de Dios, las cosas habían tomado un rumbo grave debido á la mala conducta de los padres hospitalarios, lo que obligó al Gobierno á suspenderlos de sus funciones.[41]

El servicio interno y laico de los hospitales siguió hasta el año 1847, en que por decreto de 4 de Febrero, del presidente Búlnes y del Ministro don Manuel Camilo Vial, se fundó la institución de las Hermanas de Caridad.

En cuanto al servicio técnico del hospital de San Juan de Dios, hubo, continuamente, polémicas por la prensa ya fuese por invasión de atribuciones entre los médicos y el administrador, ya por censura de éste sobre aquellos ó por quejas de mal servicio en general, dadas por el Protomedicato. [42]

§ VII.


El servicio de boticas, en cuanto á la calidad de los remedios, como á su exagerado precio, se había hecho insoportable.

Con este motivo, los miembros de la Junta de Gobierno, don José Miguel Carrera y don José Santiago Portales, enviaron, al rejidor don Nicolás Matorras, la comunicación que se expresa, con fecha 12 de Enero de 1813:

«En materia alguna puede la mala fé versarse con más facilidad ni más perniciosamente que en la farmacia.

El misterio con que se elaboran sus confecciones, la angustia conque se buscan, la presura con que se suministran, todo proporciona el abuso más impune de la confianza, y los más tristes efectos sobre los intereses, la salud y la vida del ciudadano. La oscuridad de estas oficinas las oculta de los grupos de los pacientes, y por lo mismo deben ser el objeto de la vijilancia del Majistrado en que descansan. Es necesario que el vehemente celo de Ud. ataje este mal, y que revestido de todas las facultades precisas, y acompañado de los profesores imparciales y del actuario que elija, practique una prolija visita y examen de cuanto tenga relación con las boticas de esta capital; proveyendo de pronto á lo más urjente, y dando cuenta, de su resultado á este Gobierno, que ya se lisonjea del buen éxito por la satisfacción que tiene de la rectitud de Ud. y de su amor al orden.»

Como resultado de este exámen nació el Arancel de la primera Farmacopea Nacional, á que se refiere el siguiente decreto:

 Santiago y Agosto 23 de 1813.

Visto el nuevo Arancel de Boticas que ha formado y traducido al Ideoma Castellano el Proto-Médico de esta capital Dr. D. José Antonio Ríos; siendo indudables las ventajas que son susceptibles de este loable pensamiento como exterminador de la más detestable arbitrariedad, observada comunmente en el expendio de medicinas, se aprueba desde luego en todas sus partes, y para que surta los efectos de utilidad, y conveniencia pública detallada por sus autos, imprímase de él con la posible preferencia tantos exemplares quantos sean suficientes, no solo á proveer (por el justo precio que fije la Prensa) á los Boticarios, Médicos y Cirujanos que necesariamente deberán conservarlos siempre consigo, como un documento sin el cual no podrán exercer las funciones de sus cargos, sino á qualquier padre de familia que quiera tenerlo, para satisfacerse en el valor de las recetas, que gire el facultativo en el caso de una enfermedad en su casa. El Gobierno reconoce como un servicio digno de su consideración el que ha hecho en esta parte, á la humanidad, el Protomédico, le dá las gracias, y manda se le trascriba este auto para su intelijencia, y que cuide de su más puntual cumplimiento en la parte que le toca, imprimiéndose en el próximo Monitor.—Infante.—Eyzaguirre.—Pérez.—Egaña, secretario.[43]

El Arancel, lleva en su portada el título siguiente:

Tarifa ó Begulación de los precios de los Medicamentos simples, y compuestos, que se despachan en las Boticas de este Reyno, formado en el Tribunal del Proto-Medicato, y traducido al ideoma Castellano por superior Orden de la Exma. Junta Gubernativa del Reyno de Chile.—Año de 1813.—Santiago.—En la imprenta del Estado.—Por Dn. J. C. Gallardo.

43 páj, en 16º, firmadas por el Dr. José Antonio Ríos.

Esta tarifa enumera 823 medicamentos que se debían encontrar en las boticas y á los precios que se indican. En su nomenclatura entran las siguientes sustancias: (Enumeramos únicamente á las más raras; las demás corresponden, casi todas, á la nómina de medicinas que había en la botica del hospital de San Juan de Dios en 1748, y que se insertan en las pájinas 194 á 197 de esta obra.)

Aguas simples destiladas.— Aguas aromáticas.—Spirituosas.—Bálsamos.—Confecciones.—Conservas.—Cathaplasmas. — Decocta, ó Cocimientos.—Electuarios.—Estractos.—Flores.—Gomas.—Hidromell.—Caldos.—Julapio.—Leños.—Lápidas, Piedras.—Mercuriales.—Olea, azeytes por expreción.—Por decocción.—Por destilación.—Píldoras.—Pulpas.—Polvos simples y preparados.—Polvos compuestos.—Polvos purgantes y eméticos.—Pociones.—Rayses.—Sirupi, jarabes—Spíritus. — Sales.—Semillas.—Tinturas.—Trhochiscos.—Vinos.—Ungüentos.

Entre estas sustancias se encuentran:

Aceites por decocción.—A 2 reales la onza; de zorros; á 1 r. de alacranes y de lombrices.

Aguas.—A 3 reales la onza: de la vida de las mujeres, espirituosa; á 2 r. bordeada, sidoneada, lactiniosa; á 1 r. reyna de Vngría; á 1½ agua arterial.

Bálsamos.—A 2 reales dracma: de cachorros, lucatelli, de María, de porros, apoplético, epiléptico, histérico, paralítico y galvanato de Paracelso; á 4 r. bálsamo bezuárdico jovial.

Cataplasmas.—A 12 reales dracma; contra el hipo; á 8 r. de nido de golondrinas; á $2.00 onza, cataplasma oriental.

Decoctos.—A 8 reales onza: bezoárdico de Cuervo.

Electuarios.—A 3 reales onza: benedicto laxativo, diacatolicón, de hamec-mayor; á 1 r. dracma; de hiera-picra, philonio romano.

Emplastos.—A 4 reales onza; bendito, de tacamaca, oxicrucio; á 3 r. de ranas con mercurio, matrical; á 2 r. de ranas simple.

Gomas.—A $ 2,00 libra: jalea de cuerno de ciervo.

Jarabes.—A 1 real la onza: de berros, de meconio, de tabaco.

Lápides.—A 6 reales la onza; piedra bezoar, infernal; á 4 r. magnético, de leche virjinal; á 1 r. dracma: hematites, judaica y leche de tierra.

Polvos.—A 6 reales dracma; de cráneo humano; á 4 r. de sapos; á 2 r. de cantáridas, de dientes de javali; á 1 r. coral rubio, madre de perlas, ojos de cangrejo, cristal montano, de marfil; tierra sellada.

Polvos compuestos.—A 3 reales dracma; letificantes de Galeno; á 2 r. del Papa Benedicto, contra aborto, de secundinas, de víboras; á 1 r. de sangre de macho, de uña de la gran bestia.

Spíritus.—A un real la onza: de hormigas y de hollin.

Semillas.—A 4 reales la onza; del Cordero casto etc etc.


§ VIII.


El 13 de Enero de 1841, según consta de una nota del rector del Instituto, presbítero Puente, al Ministro Montt, asistían á la Escuela de Medicina 12 alumnos, perteneciendo 5 de estos al primer curso que terminó en 1842, y los otros 7 al segundo curso que se acababa de inaugurar.

La nómina de los nuevos alumnos es la siguiente:

Cipriano Castenares, Isidoro Cox, Ramón Elguero, Gregorio Simón Guzmán, José Santos Hurtado, Antonio Mendiburu y Vicente Padín.

Estos alumnos habían cursado las clases de química, botánica y fisiología, habían rendido los respectivos exámenes (todos habían sido aprobados, escepto uno en botánica) y se preparaban para el de anatomía con el joven Bartolomé Morán.

En Julio de 1841, el rector Puente, daba cuenta del estado de la enseñanza médica, y decía: que eran sólo cuatro los alumnos que estudiaban patología interna y cirugía, enseñados por los Drs. Blest y Sazie, y que sus clases terminarían en tres meses; que daban tres lecciones á la semana empleando dos horas en cada lección y que no debían empezarse cursos todos los años sino de dos en dos, á no ser que se duplicase el número de profesores; que el catedrático Lafargue contaba con 13 discípulos, entre alumnos y oyentes, de modo que el total de cursantes llegaba á 17, sin contar los cinco alumnos del difunto Dr. Morán que, aunque examinados y aprobados, se hallaban sin catedrático, el que se conseguiría en tres meses, ó antes si el Gobierno lo hallase por conveniente.

En Abril de 1843, estudiaban en el Instituto, 160 alumnos internos y 462 externos; de estos 38 cursaban química y botánica médicas y demas ramos del plan de estudios.

El 19 de Abril de 1842 escribía el rector Puente que, á fines del año anterior, habían rendido examen los alumnos del Sr. Bustillos y que habiendo salido algunos de estos reprobados no se sometieron á nuevo exámen, después de dos meses, abandonando las clases.

El curso de farmacia no estaba en regulares condiciones, pues los estudios eran más bien teóricos. El profesor Bustillos, informó al rector, en Mayo de 1842, de que la clase de química se hallaba sin más útil que una máquina eléctrica, y pidió un laboratorio con buenos hornos de copela y de fuelle, reactivos por vía húmeda y seca, etc, y libros de estudio y consulta como ser los «Anales de Química y Física» desde el año 1830.[44]

Los estudios de este curso duraban tres años: el primero se dedicaba exclusivamente á la química, el segundo á la botánica y á la zoología relacionada con la farmacia, y el tercero, á la aplicación de los conocimientos adquiridos al estudio propio de la farmacia; después de estos tres años debían practicar dos en una botica. Los exámenes se rendían en el Instituto y con testimonios previos de haber cumplido los requisitos de instrucción secundaria y superior, designados en las leyes. A la fecha del decreto de reorganización de dichos estudios, 28 de Febrero de 1833, se ordenó la inscripción de todos los dependientes de botica para que fuesen matriculados en los cursos respectivos.

Durante largo tiempo los cursos de farmacia y medicina siguieron con las alternativas y vaivenes de los primeros tiempos. La escacez de los textos de enseñanza y su carestía, y el que estos fuesen escritos en su gran mayoría en idiomas extranjeros, fueron rémoras de no escaso valor para aquellos tiempos.

La aglomeración de clases para los profesores, la irregularidad en las fechas de exámenes, la falta de elementos prácticos, las interrupciones en el pago de los profesores [45] tuvieron que influir en la demora, corrección y buena marcha de los estudios.

El ministro de instrucción don Manuel Montt, queriendo dar mayor estabilidad á los estudios médicos, dictó la siguiente resolución para que le diese cumplimiento el rector del Instituto:

«Santiago, 11 de Octubre de 1842.

Los estudios de las facultades de medicina y cirugía que se hacen en el Instituto Nacional, no han estado sujetos hasta ahora á un plan fijo, ni á una duración determinada, circunstancias que podrían retraer á muchos de contraerse á ellos, por ignorar el tiempo que han de prolongarse sus tareas. Deseoso el Gobierno de desterrar este inconveniente, y de facilitar, en cuanto sea posible, la dedicación á unas ciencias de tanta utilidad pública, ha determinado someter su enseñanza á un conveniente arreglo, y con este fin, ha dispuesto se encargue á los profesores de estos ramos, en el Instituto, la formación de un reglamento en que deberán determinarse:

1.º Los estudios preparatorios que han de exijirse para comenzar los de las facultades de medicina y cirugía.

2.º Los estudios profesionales.

3.º El orden en que deben hacerse estos últimos.

4.º La duración de cada curso.

El Gobierno desea que al señalar el orden en que estos hayan de sucederse, se consulte con esmero el método más propio para facilitar la enseñanza, y abreviar el tiempo de su duración. Quiere también que se establezca, como un requisito indispensable, la rendición de exámenes al fin de cada año, de todos los ramos que en él se hayan aprendido.

Adjunto remito á Ud. un proyecto de reglamento para esta clase de estudios, presentado al Gobierno por el profesor Lafargue.—Dios guarde á Ud.—Manuel Montt.

No obstante, estos propósitos no se vieron realizados sino tres años más tarde, hasta el 10 de Octubre de 1845, fecha de la vijencia del segundo plan de estudios médicos, dentro de la era republicana.


§ VIII


Terminamos este capítulo con el siguiente índice bibliográfico, de la literatura médica chilena, en la parte no apuntada en el texto, y que, en su gran mayoría, corresponde á artículos anónimos ó copiados de la prensa extrangera. La primera revista del país que dió cabida en sus páginas á los trabajos literarios y científicos, fué los Anales de la Universidad de Chile, por cuyo motivo, hay que buscar en la prensa política y en los periódicos, anteriores á esta publicación, el escaso material que constituye el cuadro bibliográfico correspondiente hasta el año 1843 [46].

1812

Vacuna.—Instrucción para los Diputados de la Junta de Vacunación.—Aurora de Chile.—N.º, 6 y 7.—Santiago.

Vacuna.—Organización de la Junta de Vacuna.—Aurora.—N.º 11.

Vacuna.—Noticias de que en Abril se preservaron de la viruela, 213 personas.—Júdas T. Reyes.—Aurora.—N.º 14.

1821

Reglamento provisorio para la apertura del panteón general.—Imp. del Estado.—Folio, 8 págs.—Santiago.

1824

Reglamento del panteón general de Santiago de Chile, dictado por el Supremo Gobierno.—Imp. Nacional,—8.º 20 págs.—Santiago.

1826

Secale cornutum.—Apología.—8.º 31 págs.—Imp. Indep.

Verdades incontrastables, al clamor de la salud pública humana de la Patria, por un Ciudadano zeloso, con el fin de aumentar el género humano y no disminuirlo, por B. N. (Mat. eclec. y médicas, 1819-34.)

1827

Clamor de la humanidad y la justicia (El).—Imp. Benjifo, 8.º 8 págs.—Se combate la creación de la Inspección General de Medicina.

Queja de un chileno contra la administación de su país.—Imp. de la Indep.—Folio 3 págs.—Se ataca la Insp. Gral. de Medicina por ser compuesta de tres médicos extrangeros, excluyendo á los chilenos.

Hospital de San Juan de Dios.—Decreto que lo exime de una contribución para sostener la vacuna.—El Mercurio.—Septiembre 7.

Proyecto de reglamento para el Panteón.—El Mercurio.—Sept. 15.

Tres casos de suicidio.—El Merc.—Oct. 21.

1828

Operación cesárea en las difuntas.—Anónimo.—Imp. de la Opinión.—4.º 2 págs. (Hay otra edición de 1834.)

Es una copia de la famosa real cédula de Carlos IV, de 1804.

Secale cornutum.—(Observaciones al remedio conocido bajo el nombre de).—Anón.—4.º 7 págs.—Imp. Renjifo.

1829

Salep de Persia, sustancia eminentemente nutritiva etc.—4.º 2 págs.—Imp. de la Indep.

Sagú.—Modo de prepararlo.—8.º 2 págs.

Secale cornutum00.—(Observaciones que hace un Amante de la humanidad, al remedio conocido bajo el nombre de).—4.º 8 págs.—Imp. de la Indep.—Febrero 12.

1830

Aviso sobre la Vacuna.—El Merc.—Abril 3.

Cuatro palabras, al autor del art. Protomedicato, inserto en el Núm. 3 de La Opinión.—El Amigo de la justicia.—Folio, 2 págs.—Imp. Republicana.—Santiago.

Balsamito de Guatemala.—Virtudes.—Folio, 1 pág.—Imp. Republicana.

—Se pone en conocimiento del público el establecimiento de una dispensaría bajo la dirección del Dr. Blest.—8.º 3 págs.—Sin designaciones.

Criticón Médico (El).—(Anotado en el texto.) 2 acusaciones.—El Merc.—Junio 25.

Id. Id.—Relación del juicio seguido al redactor Dr. José de Passamán.—El Merc.—Julio 8.

Id. Id.—Prisión del Dr. José de Passamán. El Defensor, etc.—Sept. 22.—Sant.

1832

Obstetricia.—El Merc. Abril 27.

Aneurisma de la arteria innominata, ó raiz de la carótida derecha, curada con arreglo al método de Brasdor—por el Dr. M. Morwisson, de los E. E. U. U., de la Sociedad de Med. y Cirugía de Maryland y aprobado por el Tribunal del Proto. de Buenos Ayres.—Cita este caso, operado en Buenos Ayres, en 1832, por el cirujano nombrado, en presencia del Dr. M'Donell, y del cirujano mayor de ejército Mariano Vico, seguido de cura radical. Este es el 1er. caso quirúrgico en aneurismas, en Sud-América, y el 5.º después del descubrimiento del sistema.—El Merc. Abril.—(Transcrito de «El Suceso» de B. A.

Clima de la América del Sur.—(Principios del).—Anot. de de la Enciclopedia Británica.—«El Araucano».—Abril.

Cólera morbo.—El Merc.—Marzo 28.

Id. Id.—Sobre su naturaleza y la posibilidad de prevenir su contagio. Dr. Coster.—El Arauc.—Mayo.

Id. Id.—Caracteres y progresos desde su invasión en 1817, hasta 1831.—El Arauc.—Junio.

Id. Id.—Medidas preventivas contra su introducción, por un químico.—El Arauc.—Noviembre.

Id. Id.—Dictamen de la Sociedad de Medicina de Rio Janeiro sobre los medios de impedir su introducción y estragos. Sigaud, Presidente—Simoni, Secretario Perpetuo.—El Arauc.—Diciembre.

Cólera morbo, epidémico, observado y tratado según el método fisiológico de Broussais. (Trad. del Dr. González)—El Merc. Valparaíso.

Id. Id.—Medidas de Higiene Pública y Privada para precervarse en lo posible del cólera ó hacerlo menos mortífero.—Sin desig.

Lazarinos.—(Recetas para los)—El Merc. Valparaíso.—Abril.

Sífilis.—(Frasco santo contra la)—El Merc. id. id.

Venenos y sus antídotos.—El Merc.—Mayo.

Embriaguez.—(Sobre los males causados por la)—Art. por J. Doyle.—El Merc, id.

Advertencias higiénicas y fisiológicas. Equilibrio del cuerpo humano.—El Merc.—Junio.

Alcanfor.—Su uso en el reumatismo agudo y crónico, por Duprasquier.—El Merc. id.

Medidas higiénicas. Ventilación de las casas.—El Merc. id.

Vacuna.—(Propagación de la)—8.º 15 pág.—Imp. Nac.—Junio.

Contiene este folleto dos notas cambiadas entre el Ministro del Interior don Diego Portales y el Protomedicato General referentes al establecimiento de una junta propagadora de la vacuna. A continuación se encuentra el decreto que organiza esta Junta; y por último su Reglamento interior aprobado el 24 de Agosto de 1830.

Reforma de las instituciones médicas.—Sin desig.—8.º, 27 págs. á dos columnas.

Vacuna (Junta Central de).—Documentos de oficio.—Arts.—El Araucano.

Vacuna (Propagación de la).—4.º 15 págs.—Imp. Nac.—Santiago.

Mareo (El).—El Merc.—Julio.

Ciencias médicas. Nuevo método de medicinas por la vía de la piel privada de epidermis y por otros tejidos accidentalmente descubiertos, por M. de Sueter.—El Merc.—Julio.

1834

Vacuna (Errores populares relativos á la).—El Araucano.—Enero.

Cólera-morbus. Réjimen preservativo.—El Arauc. id.

Id. id., por el cónsul de S. M. B. en Tepic.—El Mer. id.

Licores espirituosos y sus efectos en el sistema orgánico del hombre.—El Merc.—Febrero.

Frenología, en relación con la justicia humana.—El Merc. id.—Artículos de Dourille, de Brest, reproducidos de la Gazette des Tribunaux de Paris.

Cólera-morbus, por J. M. M.—El Merc. id.

Consideraciones sobre la salud de la jente de mar, con los medios eficaces para mejorar la situación de esta preciosa clase del pueblo, por Carlos Flecher.—El Merc.—Marzo.

Médicos, por el Dr. Rujean.—El Merc.—Mayo.—Del Edimb. Journal. Trata de las molestias que sufren los médicos con la intrusidad de las comadres en la casa de los enfermos.

Fiebre amarilla (Remedio contra la).—El Merc.—Junio.

Corsées apretados (Efectos perniciosos del uso de los).—^El Merc, id.

Descripción del método endérmico.—El Merc.—Julio.

Influencia de los medios curativos en las enfermedades.—Arts.—El Arauc.

1835

Demografía.—Población de Santiago.—Arts.—El Arauc.—Mayo.

1836

Id. De la duración de la vida media.—El Merc.—Enero.

Socorro que debe darse á los ahogados.—El Merc. id.

Casa de Hospicio.—El Merc. id.

Id. id.—El Arauc. id. Nota al Intendente de Santiago, sobre condiciones del Hospicio, firmada por los Sres. Diego A. Barros, José Gandarillas, Eujenio D. Torres y J. Vicente Larrain.

Frenología. Comentarios sobre la cabeza de Napoleón.—Art. trad, de la Gaceta Med. de Paris.—El Merc.—Febrero.

Curación de la inflamación de la garganta por medio del alumbre.—El Merc.—Abril.

Necesidad de perfeccionar los principios médicos que se enseñan en el Instituto Nacional y se propone un plan con ese objeto, por M. A. C.—El Arauc.—Junio.

Estadística general y filosófica de la civilización Europea.—El Arauc.—Julio.

Mendicidad.—Id. id.

Consecuencias funestas del corsé.—El Merc.—Julio.

Trabajos intelectuales de los niños; pernicioso influjo en su organismo y salud.—El Merc. id.

Embriaguez (Descubrimiento contra la).—El Merc.—Noviembre. Se da como preservativo el uso abundante de las coles, cita la experiencia de que hasta las plantas de viña no prosperan cuando están rodeadas por las de col.

Dientes incorruptibles.—Aviso al público—folio, 1 hoja —Imp. de la Opinión.—Sant.—Publicado por el cirujano-dentista don Eujenio del Cambre.

1837

Reglamento para el Hospital de San Borja, en la ciudad de Sant. de Chile.—8.º, 54 págs. y un cuadro.—Imp. de la Indep.

1838

El alimento fisiológico.—El Merc.—Abril.

Efectos saludables del ejercicio.—El Merc.—Junio.

Demografia. Mortalidad comparada de los célibes y de las personas casadas.—El Arauc.—Agosto.

Colección de recetas del Dr. Mandouti—Hay dos ediciones impresas; (fuera de la manuscrita que circuló á fines del siglo XVIII, en 1783, cuando vino á Chile este facultativo de la Universidad de Coimbra) la de 1838, de 8º, 24 pág, fue editada por la Imp. del Siglo, y la de 1851, 12º dos, 35 págs, por la Imp. de Julio Belín y C.a.

1839

Padecimientos de los guillotinados después de la decapitación.—El Merc.—Enero.—Se enumeran las investigaciones efectuadas desde fines del siglo XVIII que hacen suponer que la guillotina es la muerte más cruel pues quedan por algún tiempo varios signos de sensaciones vitales.

Lactancia artificial.—El Merc.—Marzo.

Medicina.—Aguinaldo, en obsequio de la humanidad, de 48 diferentes observaciones del Dr. Lorenzo Scholsio, médico famoso, para antes de recetar la sangría.—El Merc.—Abril.

Fisiologia. Combustiones humanas expontáneas.—El Merc.—id.

Demografía.—Sobre la propagación del género humano. Fecundidad y mortalidad.—El Merc. id.

Vacuna—(El descubrimiento de la), por el Dr. Eduardo Jenner.—El Merc.—Octubre.

1840

Vacuna.—(Descubrimiento importante con respecto á la)—El Merc.—Marzo.—Anota las observaciones del Dr. Creely, de Aylesburg, que inoculó la pus de variolosos en vacas, produciendo la barbulka vaccínica, que le sirvió de vacuna para un gran número de casos con éxito satisfactorio, dejando establecido un instituto de vacuna animal.

Al público, por G. P. D. B. folio, 1 hoja.—Imp. de El Mercurio.—Valparaíso.—Agosto.—Esta hoja tiene por objeto vindicar al Dr. E. Cazentre de los errores que se le atribuían en la curación de don Manuel Novajas.

Medicina..—El Merc.—Agosto.—Se escribe sobre el baño hydriático, común en Alemania, que consiste en sumerciones en afrecho caliente basta producir sudación, con lociones de agua fría en la cabeza, y terminándolo con un baño frío ó ducha general.

Mortalidad (La)—crece con la densidad de la población.—El Merc. id.

Vacuna.—El Merc.—Octubre.—La Junta dá cuenta que en un año se han vacunado 51,937 personas.

Disenteria.—El Arauc.

Notas y reflecciones médicas, por el Dr. Hollard.—Arts.—El Arauc.

Al publico.—Folio, 6 pág. Imp. de la Opinión. Es un manifiesto de don Domingo González, farmacéutico, sobre algunas supuestas irregularidades cometidas contra él, por el Protomedicato.

Opio.—(Uso del), por N. F. Q..—Arts.—El Arauc.

1841

Enfermedades sifiliticas y los medios higiénicos que podrían emplearse para disminuirlas, por el Dr. P. H. Abadie.—El Merc.—Mayo

Homeopatía.—El Merc.—Octubre,

1842

Chile en 1796.—Documento inédito publicado por El Merc. de Valp, desde el 2 hasta el 10 de Enero, presentado al S. G. el año 1796, por don Manuel Salas. Con el nombre de Representación etc, escribió un interesante trabajo sobre Chile y sus habitantes, población, usos, riqueza, instrucción, clima y condición popular del reino.

Higiene.—Arts, varios publicados en Nov. y Dic. por El Merc.—En forma de sentencias se recopilan reglas higiénicas sobre la infancia, vestidos, alimentos, lactancia artificial, nodrizas y destete.

Al público.—Folio, 10 pág. Imp. Liberal.—Septiembre, por Domingo González, farmacéutico.—Contiene los detalles de su reclamación contra el Protomedicato por abusos cometidos, según él, en las boticas de su propiedad y de don Joaquín Mateluna.

Enfermedades del hígado.—(Disertación sobre las), por Un Médico chileno.—8.º 31 pág. Imp. Liberal.—Sant.

Instrucción Pública.—El Semanario de Santiago, N.º 2. —En este artículo se refutan las tendencias de exclusiones que posee la juventud respecto de las carreras profesionales, al creer todavía que unas son más dignas que otras. Las ciencias médicas y naturales están á la altura de las políticas y literarias; y tan elevados pueden ser los abogados como los médicos, matemáticos, químicos y botánicos. Se recuerda que Jovellanos no fué menos elocuente en el elogio póstumo del arquitecto Ventura Rodríguez que en el de Carlos III, y que en Francia están á igual altura los nombres de Laplase, Berzelius y Dejussieu, que los de Chateaubriand, Guisot, Dupín y Víctor Hugo.

Hospitales, por N. N.—El Semanario, N.º 14.—Trata sobre reformas del réjimen interno de los hospitales de la capital.

1843

Estática de los cuerpos organizados, por M. Dumas.—Arts.—El Arauc.

Electroterapia.—O alivio y curación de las afecciones nerviosas y dolorosas substituyendo el fluido eléctrcio por medio de un instrumento llamado electrómetro.—El Merc.—Enero de 1843.

Invento del Dr. Bureand-Riefrey, de Inglaterra, con motivo de sus estudios sobre el descubrimiento, de Franklin, del pararayos. Basado en que la electricidad es atraida por las puntas metálicas, inventó un aparato, que no describe, y que, según él, le ha dado expléndidos resultados en los cursos de jaquecas, conjestiones cerebrales, calambres, dolores reumáticos, insommios, dolores nerviosos y demás afecciones producidas por el exceso de electricidad dentro del organismo. Su autor escribió una obra especial para demostrar su teoría.

Hidropatía.—Sistema curativo nuevamente descubierto.—El Merc.—Marzo.—Se preconiza la cura de aguas, como el mejor medio terapéutico y se exageran sus ventajas.



FIN DEL TOMO PRIMERO.

  1. Diccionario Biográfico de Chile, por Pedro Pablo Figueroa.—4.ª ed. ilustrada con retratos.—T. II.—Santiago de Chile.—1897.
  2. Camilo Henriquez, por Miguel Luis Amunátegui.—Ed. oficial.—T. II.—Santiago de Chile.—1889.—En este libro biográfico se dan noticias de algunos escritos de Henriquez, en Buenos Ayres. Con fecha 24 de Abril de 1817, daba cuenta de los establecimientos de beneficencia: «El hospital de Santa Catarina, decía, consta de una sala principal y de tres ó cuatro salitas; en todas ellas hay 84 camas. La sala principal tiene solo 50 varas de largo y 8 de ancho, y hay en este espacio 40 camas, de modo que apenas distará una de otra una vara. Cada cama está enteramente descubierta sin alcoba, ni cortinas: En esta se coloca toda clase de enfermos sea cual fuere la enfermedad que padezcan. En cada sala se hace todo al descubierto. Actualmente hay 48 enfermos, y 19 infelices asilados, porque todavía no hay ningún hospicio, algún asilo para ancianos, desvalidos, etc. Tampoco hay hospital para locos ó dementes. Por otra parte, el edificio es ruinoso, húmedo, poco ventilado. Tiene doce relijiosos. Muchos de los asilados viven en los cuartos de los religiosos. Aquí hallaron un asilo generoso algunos emigrados chilenos, Fugit irrevocabile tempus, beneficii haud fugit memoria.»

    En otro artículo, solicitó de la caridad argentina un óbolo para dicha casa de caridad en los términos siguientes: «Los misterios de misericordia, que recuerda en estos días al pueblo cristiano, me exitan á implorar su piedad en favor de los pobres enfermos del hospital betlemita de Santa Catarina. Se aproxima la estación de los frios, y los enfermos no tienen mas colchones que los viejos inutilizados que cubren sus camas; no hay telas ni lanas para hacer otros. Sus entradas no pasan de 14 mil pesos; y los gastos exijen más de 20 mil, lo que se hace más palpable examinando los libros de su procuración.»

  3. Apuntes para la Hist. de la Med. en Chile.—Ob. cit.

    El Dr. Blest era tan enerjico para sus tratamientos que adquirió el popular sobrenombre de don Juan caballo.

  4. En una nómina de médicos, residentes en Chile en 1818, pasada al Senado por el Dr. Oliva, se encuentra el nombre del Dr. Marquisio; en 1822, no aparece ya en una nueva lista remitida por el mismo Dr. Oliva.
  5. Cuerpos lejislativos.—1822.
  6. El Dr. Vicente González, médico de la ciudad de la Serena, como hemos visto en otra parte, se había trasladado á Copiapó, durante aquel tiempo; en 1817 firmó la levantada nota del vecindario de esa ciudad, enviada al S. G. el l.º de Diciembre, pidiendo la pronta declaración oficial y solemne de la soberanía é independencia del Estado de Chile. (Hist. de Copiapó, por Sayago.—Ob. cit.)
  7. Buston Dn. Carlos María, pa. qe. se le permita exerser su facultad de cirujano-médico.—Mayo 31 de 1824.—Antiguo archivo del M. del I.—Vol 1096.
  8. Respecto al desgraciado asunto en que se vió envuelto el Dr. Indelicato—según hemos visto en un capítulo anterior—se publicaron los siguientes folleios:

    Estrado de un juicio criminal y noticia de las piezas orijinales que se hallan en la botica de la calle del Estado, para que todos quedan examinarlas, y servir de refutación a un libelo infamatorio introducido en la provincia de Mendoza por mandado de un infame y atrevido andaluz, residente en Córdoba, cuyo nombre como se lee al pié del mismo libelo es—el Dr. D. Francisco Martinez.—Al fin: Santiago de Chile, Agosto 6 de 1834.—Imprenta de la Independencia.—8.º; 12 págs.

    Ultima prueba de la inocencia del doctor Indelicato, horriblemente calumniado ante el público, por el infame andaluz don Francisco Martinez, residente en Córdoba en la república Argentina.—Al fin: Santiago, Agosto 16 de 1834.—Imprenta Nacional.—8.º; 8 págs.

    Relación de una horrorosa calumnia.—Santiago, Marzo 17 de 1835.—Imprenta Araucana.—18.º; 64 págs.

    Esta publicación se divide en dos partes; en la primera se refiiere su estadía en Córdoba y trata de vindicarse de las calumnios del doctor Francisco Martinez, y en la segunda expone todos los hechos que le acaecieron desde su llegada á Chile y de las injusticias que, según él, cometieron los miembros del Tribunal del Protomedicato.

  9. Libro «Universidad de Chile».—1819-78.—M. S. de la B. N.
  10. Tribunal del Protomedicato.—1843-47.—Arch. de Gobierno.—Ministerio de Justicia.
  11. El «Cumberland», navío inglés, comandado por el capitán Wilkinson, pasó á ser «El Jeneral San Martin», navío almirante de la escuadrilla de Blanco Encalada, formada por la fragata «Lautaro», la corbeta «Chacabuco» y los bergantines «Araucano» y «Puyrredon.» La primitiva oficialidad inglesa del «Cumberland» en la cual se hallaba el cirujano Green, pasó á prestar sus servicios á la marina chilena.
  12. El cirujáno Zapata, fué quien, en 1810, dió un informe médico-legal en favor del doctor don Bernardo Vera y Pintado, autor del primer himno nacional, evitando así que fuera desterrado. En 1813, tomó parte en el conato revolucionario, en Santa Rosa de los Andes, por lo cual fué condenado á muerte é indultado, siendo trasladado en calidad de médico al presidio de Juan Fernández.
  13. Los Cox en Chile, por don Nathan Miers Cox.—Sant. 1904.
  14. Informe médico-legal sobre la muerte del Ministro don Diego Portales: (*)

    Al señor Gobernador local de Valparaíso:

    En conformidad con los deseos de V. S. procedí el 7 del corriente á la autopsia del cadáver del señor Ministro Don Diego Portales. Hice el examen anatómico con la más escrupulosa atención y voy á exponer aquí el resultado de mis observaciones:

    Desde que se pone la vista en el cadáver se siente el alma penetrada de horror por el aspecto de la más horrible laceración: toda la superficie exterior del tronco está cubierta de heridas; las hay en la cara, el pecho y el vientre: he contado hasta treinta y cinco, fuera de algunas contusiones superficiales. Varían en extensión y gravedad; dos fueron hechas con armas de fuego: la mayor parte por bayonetas; y algunas me han parecido estocadas.

    La cara ha recibido un solo balazo, que debe haberse disparado á boca de jarro, pues el cutis, sobre todo el del lado izquierdo, aparece quemado por la explosión de la pólvora. La bala, hiriendo la quijada inferior en la parte dentaria, la rompió en astillas, trituró los dientes, arrancó casi todo el labio, destruyó el ángulo labial derecho, y aún una parte del carrillo correspondiente.

    El segundo balazo, penetrando por la parte posterior del tronco, dentro del hueso escapular derecho, fué á salir por la parte interna de la articulación scápulo-humeral del mismo lado, dos pulgadas bajo la clavícula: el plomo en su tránsito despedazó la porción posterior del pulmón derecho y rompió tres costillas.

    El dedo anular de la mano izquierda fué también hecho astillas por una arma de fuego; pero presumo que este efecto fué producido por el mismo golpe que desfiguró el semblante. Cediendo á un movimiento instintivo de conservación, la víctima quiso talvez apartar la boca del instrumento mortal que iba á herirla; pero más pronta que sus esfuerzos, la explosión se opera, y la bala da en el dedo al mismo tiempo que en las otras partes. Lo que me hace pensar así es que la región dorsal de la mano aparece tiznada y quemada por la pólvora.

    En la región epigástrica una sola herida atravezó las túnicas musculosas y taladró el estómago en su curvatura mayor.

    El pecho está acribillado de bayonetazos: tres son penetrantes y uno ha herido el corazón.

    Algunas otras heridas se notan en la región posterior del thorax: las más de ellas son de poca gravedad.

    No hay lesión en los miembros, sino en el brazo derecho hácia el medio de su faz interna.

    Esto es lo más notable que se presenta en la superficie exterior. El examen de los órganos internos se ha hecho con el mismo cuidado.

    El cerebro extraído en porciones por una abertura en los huesos del craneo, no ha podido observarse en todas sus formas; pero el aspecto de cada porción en particular, y el cónjunto de todas, me hacen creer que esta entraña se hallaba en un estado normal y perfectamente bien organizada. Las vísceras de las cavidades esplánchnicas, separadas y atentamente examinadas, se hallaron libres de toda lesión mórbida, menos el corazón que estaba un poco hypertrophiado en su ventrículo arterial; esta cavidad estaba algo dilatada y sus paredes condensadas; lo que me hace presumir que el Sr. Portales experimentaría á veces una sensación de dolor y de incomodidad.

    El aparato urinario, que se esperaba encontrar alterado, estaba por lo tocante á sus órganos interiores en un estado completamente normal: los riñones, uréteres y vejiga, sanos.

    Algunos órganos presentan señales de lesiones físicas que produjeron la muerte; en el bordo posterior del pulmón derecho se percibe el ancho surco de la bala mortífera.

    El ventrículo izquierdo del corazón deja ver en su parte anterior una herida que atravesando oblicuamente la substancia carnosa penetró hasta la cavidad.

    Sobre la pleura del mediastino anterior se perciben dos bayonetazos: el uno perforó violentamente el esternón, y el otro el intervalo de los cartílagos costales.

    La cavidad del pecho estaba llena de sangre derramada por las vísceras.

    En el abdómen sólo el estómago presenta una herida en su parte anterior é izquierda.

    Después de haber explorado anatómicamente, esta ilustre víctima, traté de preservar sus restos de la descomposición cadavérica. Su cuerpo ha sido embalsamado en conformidad con las órdenes de V. S.

    Plspero que esta operación, ejecutada según los procedimientos más modernos, cumplirá su objeto. Así vivirá en la memoria de sus compatriotas y de sus aflijidos amigos este gran ciudadano, y escaparán á la acción destructora del tiempo sus reliquias inanimadas.

    Acepte V. S., Sr. Gobernador, la seguridad de la consideración distinguida con que soy, de V. S. muy obediente y humilde servidor,—Emilio Cazentre.—Valparaíso, 16 de Junio de 1837.

    El Dr. Cazentre, publicó en «El Mercurio», en el mes de Enero de 1841, varios interesantes artículos intitulados: «De las causas de las enfermedades del hígado y del abuso de los exitantes».

    En el Archivo de Gobierno, hemos encontrado un informe médico legal anónimo, del 15 de Julio de 1837, sobre las causas de la muerte del cónsul general de Francia en Valparaíso, Sr. Daunery, que suponemos sea, también, hecho por su compatriota el Dr. Cazentre.

  15. Diez y seis años en Chile y Perú, por el sarjento mayor del ejército de Chile don Tomás Suteliffe (irlandés).—1835.
  16. «Al Sr. Secretario de la Legión de Mérito de Chile:

    Tengo el honor de remitir á US. una Relación de los oficiales de medicina que se hallaron en el campo de Chacabuco el día 12 de Febrero de 1817. Por los fines expresados en el adjunto oficio del Jefe de Estado Mayor General, cuya copia existe con el de los jefes.

    Dios güe á V. S. ms. as.—Santiago, Enero 30 de 1819.—Diego Paroissien

    «Al Sr. Jefe de Estado Mayor del Exto. Unido:

    Según la determinación del Consejo de la Legión de Mérito de Chile, del dia 19 del que rije: que los oficiales de medicina, que se hallaron en la batalla de Chacabuco, entraren con los capellanes y demás oficiales que han tenido parte en la elección de los agraciados con las insignias de dicha órden, tengo el honor de elevar á V. S. una relación de aquellos que se hallaron presentes en el campo de batalla, y de consiguiente deben entrar en el número de electores.

    Dios güe. á V. S. ms. as.—Santiago y Junio 25 de 1819.—Diego Paroissien»

  17. Travels in Chile and la Plata; including accounts respecting the geography, geology statises, government, finances, agriculture, manners and coustoms, and the mining operations in Chile. Collected during a residance of several years in these countries.—Jhon Miers.—2 vols.—London 1826.

    En la Hist. de Chile de Barros Arana,—T. 13.—se dan extensos informes sobre este autor.

  18. Hist. Gral. de Chile, por Barros Arana.—T. XV.—Ob cit.
  19. Exploraciones botánicas de Dn. Carlos Berter.—Lista de Plantas Chilenas.—«El Mercurio Chileno».—1829.
  20. Historia Física y Política de Chile, según documentos adquiridos en esta República durante doce años de residencia en ella, y publicada bajo los auspicios del Supremo Gobierno, por Claudio Gay.—Años 1844 á 1852. — (Botánica, 8 tomos).
  21. En el contrato celebrado entre el Gobierno de Chile y don Claudio Gay, se estipuló que el erario nacional costearía la impresión de la obra, obligándose el Sr. Gay á estudiar y describir lo siguiente:

    1.º La historia natural general de la república de Chile, que contuviese la descripción de casi todos los animales, vejetales y minerales, con sus nombres vulgares, utilidades y localidades, acompañada de una cantidad de láminas iluminadas proporcional á los objetos descritos.

    2.º La geografía física y descriptiva de Chile, con observaciones sobre el clima y temperaturas, en cada provincia, adornada de cartas geográficas de cada una y de láminas de vistas y planos de las principales ciudades, puertos y ríos.

    Después de otras extipulaciones del contrato viene la cláusula 6.ª que dice: Se obliga Gay á formar un catálogo de todas las aguas minerales del territorio con sus análisis químicos y designación de los lugares en que se hallan.

    Firmaron este protocolo, el presidente Ovalle y el ministro Portales, el 14 de Septiembre de 1830.

    Con fecha 8 de Octubre del mismo año, se nombró una comisión compuesta de los Srs. José Alejo Bezanilla, Francisco García Huidobro y José Vicente Bustillos, (quien acompañó en muchas excursiones al Sr. Gay,) para que vijilase el desempeño de las obligaciones contraidas.

  22. Se encuentran numerosos detalles sobre las exploraciones naturalistas y sobre las plantas medicinales americanas, tomados de los libros de viajes y apuntes científicos, publicados por los autores de aquel período, en el Dictionaire Universel de Mat. Med. et de Therap. por Mérat de Lens.—7 vols.—1829-1846.
  23. Conocemos además los artículos siguientes, publicados por Gay:

    Viaje cientifico.—A los Srs. de la comisión J. V. Bustillos, A. Bezanilla y F. García H.—Arts. publicados en «El Araucano» de Santiago.— 1830.

    Ensayo sobre Geografía Física de Chile.—Arts.—«El Araucano» — 1835-38

    Ensayo sobre la Geografía Física de la provincia de Valdivia.—«El Mercurio».—Enero de 1836.

  24. El 13 de Febrero de 1812, se publicó el primer número de la Aurora de Chile, que fué también la primera obra de imprenta.

    La imprenta llegó al nuevo mundo en 1536, correspondiéndole este honor á México. En 1584 hubo imprenta en Lima, en 1700 en el Paraguay, en 1735 en la Habana, en 1740 en Nueva Granada, en 1780 en Buenos Ayres, en 1790 en Quito y en 1807 en Montevideo.

  25. El primer aviso sobre la instalación de una botica fué publicado en "El Monitor Araucano" N.º 71, del Martes 21 de Septiembre de 18103.
    "Aviso al público.

    En la Plazuela de la Compañía se ha abierto, con aprobación del Protomédico, una nueva botica y oficina de Farmacia á que pueden acudir con entera satisfacción las personas que hubiesen menester este género de auxilios. Lo reciente y selecto de sus simples y composiciones, y la acredicada pericia, dedicación y largo uso del Profesor D. José Castillo, que la administra, deben inspirar toda la confianza que requiere una materia en que tanto se interesa, lo mas precioso que posee el hombre; el público tendrá éste socorro más entre los pocos que contaba de su clase con respecto á la población de ésta ciudad, y la porción indigente baxo de un certificado sencillo de los Facultativos médicos contenida en las mismas recetas, hallará toda la gracia competible con los costos y labores que traen consigo semejantes oficinas."

  26. Entre varias providencias de policía de costumbres: contiene prescripciones contra blasfemos, amancebados, jugadores, vagos, etc.; sobre policía de seguridad: contra médicos que no acuden al llamado de los enfermos, rateros, ladrones, perros sin dueño, etc.; sobre policía de aseo: para que se limpien las acequias y no se arrojen basuras á la calle, y mucho menos las ropas de los que mueren de enfermedades contajiosas, las cuales deben ser quemadas, etc.—Bibliografía Chilena de don Luis Montt.—II Parte.—Ob cit.
  27. Vicuña Mackenna, dice que era costumbre bañarse á la orilla del Mapocho, y que siempre allí se veía á un lego de Santo Domingo y á un hombre armado de una larga varilla para ahuyentar á los muchachos que pretendían sumerjirse en los albañales ó bocas tomas que daban agua á la pila del convento.

    En tiempo de los Talaveras se multaba con 4 reales y un peso á los que hacían sus necesidades en la calle ó se les obligaba al aseo con la mano y á depositar al rio.

    Los primeros baños públicos de aseo, frios ó tibios, se establecieron por Dinator en 1830, en el el local del primer reñidero de gallos. Los baños de cal y ladrillo, de natación, no fueron conocidos sino hasta que el francés Alexandri los instaló pobremente al pié del cerro de Santa Lucía.

  28. "El Monitor Araucano", N.º 54.—10 de Agosto de 1813.
  29. Don Luis Montt, en el tomo II de su Bibliografía Chilena, dice que varios autores han atribuido este trabajo á don Manuel de Salas y cree que es más bien del Dr. Sierra, de esa época.

    Para nosotros su autor es el médico romancista José María Solís, cuyas iniciales corresponden en todo á las del articulista y no á las del Dr. Sierra cuyo nombre es José Antonio.

  30. Informe del Protomedicato.—Arch. de la Facultad de Medicina. — Año corresp.
  31. Repertorio de antigüedades chilenas.—1889.—Ob cit.
  32. Estas instituciones prestaron también útiles servicios al ejército expedicionario en el Perú; enviándoles socorros y medicinas. En el T. XIII de la Historia Gral. de Chile, de Barros Arana, se cita la "Memoria sobre las enfermedades epidémicas que se padecieron en Lima en 1821, estando sitiado por el ejército libertador", por el Dr. José Manuel Valdés, catedrático de med. de la Univ. de San Marcos. Dicho autor refiere que las fiebres palúdicas etc habían diezmado los batallones de los dos ejércitos hasta no tener soldados ni para las guardias: en los campamentos los cirujanos eran insuficientes y se agotaban los botiquines de los patriotas.
  33. Con motivo de una invasión de Grippe, en 1836, el Protomedicato con acuerdo de todos los médicos de la capital, aconsejaba como tratamiento el uso del emético, los revulsivos y la sangría, y loco dolent; 12 docenas de sanguijuelas pidigüines, cada seis horas por dos ó tres ocasiones, con alternación de los vomitivos, cada dos horas. [Inf. del Protomedicato.—4 de Junio de 1836.
  34. Bando del Gobernador Local del Departamento de Santiago don José de la Cavareda, publicado el 25 de Febrero de 1832 ordenando las medidas higiénicas que deben tomarse á fin de evitar la propagación de la escarlatina.—Sin designaciones.—Folio, una hoja.
  35. En el antiguo Arch. del M. del I.—Vol. 1096.—M. S. de la B. N.—se encuentran á este respecto las notas siguientes:

     Exmo. Sor:

    El Administrador de la Renta de Correos hace presente á V. E. que acaba de tener noticias por personas de crédito, que en Mendoza se propaga una epidemia de membrana acompañada de erisipela negra, que dá muerte á cuantos toca. El Admor. cree un deber informarlo á V. E. para que se tomen las precauciones convenientes que eviten la trascendencia á nuestro Pais, sin escluirse las cartas que al instante de recibirlas podrá aplicárseles el antídoto que dicten los profesores de Medicina.

    El Admor. sería responsable por la menor omisión como laudable el zelo de V. E. tan interesado en el bien del pais.

    Se me ha asegurado igualmente que los Prisioneros Carrerinos en número de 300 con el oficial Benavente se preparaban á pasar de esta parte de la Cordillera: V. E. sobre todo tomará las providencias que estime oportunas,

    Dios Ntro. Sor. güe la muy importante vida de V. E. ms as pa bien del Estado.—Santo, y Dizve 22 de 1821.=Franco. Prat.—Al Exmo. Sr. Supmo. Director de la República de Chile.

    Santo. Dichre. 24 de 1821—Prevéngase al Inte. Gobdor de los Andes que si pasan la Cordillera, prisioneros de guerra remitidos por el Gobernador de Mendoza, los haga detener en la guardia, y de cuenta para proveer lo que convenga sobre evitar la propagación del contagio de la membrana. Oficíese lo acordado al Gobernador de Mendoza.—O'Higgins.—Chavarria.

  36. Libro copiador de comunicaciones de las autoridades de la capital.—1822.— 25.—Ant. Arch. del M. del I.— Vol. 1093.— M. S. de la B. N.
  37. La construcción de cementerios fué acordada por la Asamblea Nacional, en 1811, y nombró á su presidente don Joaquín Larrain Salas para que dirijiese la comisión que debía llevarlo á cabo; el Ejecutivo por su parte nombró á don Juan Agustín Alcalde, Conde de Quinta Alegre, para que presidiese la comisión de erogaciones populares, con que debía costearse el cementerio.

    La Junta de Gobierno, el 6 de Julio de 1813, decretó la creación de un Panteón en la capital, «para evitar el pernicioso é indecente abuso de sepultar los cadáveres en medio de las poblaciones». Encargó urjentemente su construcción á don Joaquín Larrain Salas, don Judas Tadeo Reyes y don Juan José Goicolea, encargándoles que debía ubicarse al Norte á fin de impedir que los aires del sur, reinantes, impregnasen de contagios. El 10 de Septiembre de 1821, se conminó con multa de 500 pesos á los curatos, iglesias y monasterios que no cumpliesen con dicha orden, pero, en 28 de Agosto de 1822, se derogó esta disposición permitiendo el entierro de cadáveres en conventos de monjas profesas y á los dos conventos de recoletos.

    El 31 de Julio de 1823, el presidente Freire, volvió á decretar la prohibición de exhumaciones en los templos, y ordenó que en todas las ciudades y villas del país se construyese un cementerio fuera de las poblaciones.

    El actual cementerio general de Santiago, al lado del cerro blanco, fué bendecido y entregado al servicio el 25 de Noviembre de 1821; la sepultación de cadáveres comenzó desde el 10 de Diciembre; el terreno fué cedido por los padres dominicos. El cementerio de disidentes fué autorizado, en Valparaiso y Santiago, por O'Higgins, el 14 de Diciembre de 1819.

    Los pobres se enterraban antes en el campo santo, en el extremo sur de la calle de Santa Rosa; la gente acomodada en las iglesias. Estuvo de moda para los entierros una capilla en la calle del Estado, antes del Rey, (hoy 21 de Mayo) al costado de Santo Domingo; ahí se exhumaba hasta en la huerta según Vicuña Mackenna.

  38. Archivo de Gobierno.—Benef.—T. I.—1817 1858.
  39. Para detalles de la acción de la Junta de Beneficencia de aquel período, pueden verse los «Decretos Supremos, 1832—34.»—M. S. de la B. N.— Doc. Nos. 18, 19, 25, 31, 33, 48, 69, 75,76, 89, 92, 93, 151, 152, 155 y 168.

    La primera Junta Central de Beneficencia y Salud Pública, tuvo el siguiente personal:


    Presidente: Manuel Blanco Encalada
    Vice: Diego Antonio Torres
    Vocales: Antonio J. Vial
    Vocales:" Ignacio Reyes
    Vocales:" Antonio Vidal
    Vocales:" Presb. José M. Arístegui
    Vocales:" Pedro Urriola
    Vocales:" Estanislao Portales
    Vocales:" Rafael Valdivieso
    Vocales:" Javier Riesco
    Vocales:" Manuel Carvallo, y el
    Vocales:" Dr. Guillermo Carlos Blest.

    Esta institución tenía 5 comisiones: 1.ª Educación y Culto; 2.ª hospitales y cementerios; 3.ª casas de expósitos, de correcciones, cárceles, cuarteles y conventos; 4.ª de policía de salubridad, comodidad y ornato: y 5.ª de agricultura, industria y comercio.

    En Valparaiso, con fecha 25 de Mayo de 1832, se creó una Junta de Salud Pública, compuesta de 9 personas que fueron los Srs: Matías López, Presidente; Martin Manterola, Vice; Andrés Blest, Benito Hernández Makquiera, José Squella, Antonio Vergara, Francisco Pinto, Josué Waddigton, y José Piñero, como vocales.

    En aquel puerto se había establecido la Inspección de policía medica, por decreto supremo de 24 de Marzo de 1828.

  40. «El Mercurio de Chile», N.º 5 dice: "tiene el Hospital Militar trescientas camas. Gasta mensualmente en empleados 333 pesos. Desde el 8 de Febrero último hasta 31 de Mayo [1822] ha invertido en alimentos 4.399 pesos. En gastos extraordinarios y empleados 3.863 pesos. Han entrado en dicho período 1.235 individuos; se han curado 886; han muerto 130. Existen enfermos: oficiales 12, sarjentos 6, tambores 4. cabos 6, soldados 184, prisioneros 18.»

    El origen del hospital militar se debe á una nota de la Junta de Gobierno, de Febrero 26 de 1812, firmada por don José Miguel Carrera y don J. Santiago Portales, dirijida al vocal don José Nicolás de la Cerda, en la cual se ordena la construcción de salas de hospital, especiales para soldados, en vista de la poca extensión del hospital de San Juan de Dios y sus escasos recursos, en el local de la casa de recojidas y huérfanos (trasladando estos al Hospicio) para que así, "no en vano se sacrifique el tesoro de la patria por sostener un ejército capaz de asegurarla en los momentos más críticos que presenta el estado político del globo, si por una mezquina economía los abandona en la situación desgraciada de sus dolencias.»

    El Gobierno dedicó especial atención á las salas militares de los hospitales y al hospital Militar, más tarde, donde se asistían los patriotas. (El Supremo Director Delegado del Estado, hizo un político llamado al bello sexo, solicitando hilas para la curación de los heridos en los hospitales militares; esta petición, la primera que se hizo en la república, se publicó por bando el día 26 de Marzo de 1818.)

  41. Hé aquí los antecedentes de esta resolución gubernativa:

    «Junta de Sanidad.—Santiago, Junio 10 de 1823.—En la crisis de una epidemia asoladora va á desaparecer el único hospital; porque la insubordinación y escándalos de los religiosos de San Juan de Dios abatieron ya la constancia del ciudadano don Manuel Ortúzar que lo repuso desde su nulidad al mejor estado: se separa, señor, sin remedio (el señor Ortúzar) sino se separan los religiosos; este es el dilema y su significado jenuino. O perece el hospital y los enfermos ó se separan ocho religiosos corrompidos, incorrejibles y que desacreditan el hábito y la religión misma: la primera parte es de notoriedad y la segunda ha sido constatada á la sociedad por los profesores que sirven y sirvieron el hospital, por vecinos respetables, y por el interés que se han formado los padres en desacreditar para reasumir sus rentas.

    «Estos religiosos que pertenecen á la provincia de Lima, se erigieron en provincia sin autoridad legítima: ellos sirven más como apóstatas que como seglares. No permite el papel escribir los vicios que se han constatado contra ellos, y cuando fueran los mejores, ellos se establecieron para el hospital y no el hospital para ellos. Deben, pues, ceder cuando se interesa la existencia misma de este único y santo asilo.

    «Creemos que compete al Iltmo. Diocesano en la actual incomunicación conocer de sus causas para que se restituyan con ella á su provincia, y que entre tanto se separen de dos en dos á los conventos para que restablezcan la seglaridad, no escandalicen al público y dejen existir el hospital. Así esperamos que US. lo consulte á S. E. en beneficio urjentísimo de la humanidad doliente.—Dios guarde á US. muchos años.—José Toribio Larraín.—Agustín Vial, secretario».

    Pocos dias después se dictó por el gobierno el decreto siguiente:

    «Santiago, Junio 16 de 1823.—Los religiosos que actualmente sirven en el hospital de San Juan de Dios, serán excluidos de todos los negocios de la casa que solo correrá exclusivamente á cargo del mayordomo don Manuel Ortúzar, quien dispondrá sean separados en un claustro aparte hasta nueva providencia, suministrándoles la asignación necesaria para su cómoda subsistencia. Trascríbaseles este decreto para su cumplimiento y contéstese á la junta.—(Hay una rúbrica del jeneral Freire).—Egaña.»

  42. En el Arch. de Gobierno (Benef. Años 1817-58.—T. I.) se encuentran numerosos datos sobre estas polémicas. El administrador don Diego A. Barros tuvo una larga discusión con los Drs. Cox y Miquel acerca del hospital.

    En 1842, 24 de Nov., la Junta Directiva de Hospitales, compuesta de los Srs. D, A. Barros, Lorenzo Fuenzalida, Santiago Echeverry, Manuel Tagle, Manuel M. Undurraga, Ignacio Reyes y Rafael Undurraga, secretario, elevó una nota al Ministerio del Interior quejándose de que el Protomedicato no evacuase aún, un informe pedido 8 días antes, sobre los denuncios del servicio hospitalario. El Protomédico informó muy desfavorablemente, por lo cual se siguió una larga serie de notas y protestas de los Drs. Guillermo C. Blest, Carlos Bustón, Francisco Rodríguez y Francisco Javier Tocornal, médicos del hospital.

  43. «El Monitor Araucano».—N.º 61.—Sábado 28 de Agosto de 1813.
  44. En Octubre de 1843, llegó al país don León Crosnier, profesor contratado de química, para el Instituto, quien trajo una serie de libros nuevos sobre química inorgánica y orgánica, análisis, ensayos, etc, los que le fueron comprados por el Gobierno y puestos á disposición de profesores y alumnos en la biblioteca de dicho establecimiento.—(El Inst. Nac., por Domingo Amunátegui Solar.—Ob cit).

    Los primeros gastos de útiles para los estudios anatómicos fueron hechos en 1834 por el profesor Morán; entre otras cuentas se mandó pagar una al señor Bustillos por aparatos para disección de cadáveres y desinfección del aire, en la clase de anatomía.

    En 1841, se gastaron dos partidas una de $ 114 y dos reales, y otra de $ 86 para útiles de la clase de anatomía y fisiología.

    En química y farmacia, su profesor consiguió instalar un modesto laboratorio que distaba mucho de satisfacer las necesidades prácticas de esos ramos.

  45. En una nota del rector Puente al Ministerio de Instrucción, de 2 de Diciembre de 1841, se excusa, por la queja del profesor Lafargue de que sus honorarios no se cancelaban desde algunos meses atras, con la razón severa de que no había fondos para hacerlo, pues la caja debía $ 4.800 fuera de tres meses de sueldo al rector y vice y un año á los profesores Blest, Sazie y don Andrés Antonio Gorbea.
  46. A la sección del siglo XVIII, corresponde un Informe médico-legal sobre la enfermedad del prior del hospital de San Juan de Dios, por el médico Manuel Esponda.—Santiago 1798.—M. S. de la B. N.—Arch. del M. del I.— Vol. 965.

    (Refiere la enfermedad de que padece el prior, la cual era una distracción del cerebro que lo inhabilitaba para su ministerio porque si una hora está acorde la otra ya disloca, y porque padece de insultos y cavilaciones que por poco lo dejan estático.)

Historia general de la medicina, tomo I de Pedro Lautaro Ferrer

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