Historia general de la medicina en Chile/Capítulo IX


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MEDICINA Y MÉDICOS DEL SIGLO XVIII




CAPÍTULO IX.

Nómina razonada de los hechos médicos y de los facultativos que hubo en Chile durante los dos primeros tercios del siglo XVIII
SUMARIO.—§ I. El Licenciado Pedro Moreno. El Bachiller Carlos de Molina. El Bachiller Miguel Jordan de Ursino, primer lugar protomédico. El Bachiller Diego de Lasevinat. Informes sobre aguas de estos dos facultativos. Juan Antonio Valentin. Miguel de Hondau.—§ II. El Doctor Xacinto de la Peña y Llamas. El Cirujano Gaspar Morales. Juan Domingo Llano de Espíndola. El Cirujano Elliot. El Bachiller Fray Juan Espionsa. El Bachiller Pedro Ladrón de Guevara.—§ III. El Doctor Domingo Nevín, primer catedrático de Prima de Medicina de la Real Universidad de San Felipe. Juan Daniel Darigrandi y Patricio Gedd. El Doctor Ignacio de Jesús Zambrano, sucesor de Nevin. El Doctor Eujenio Nuñez Delgado, Fray Josef Eyzaguirre. El Cirujano Ignacio Zúñiga. El Licenciado y Doctor Fray José Matías Verdugo, chileno, primer diplomado en medicina, de la Real Universidad de San Felipe.—§ IV. El Cirujano Bernabé Cortés. El padre Zeiter. El Presbítero Juan Alvarez. El Cirujano Mauricio Gutierrez. Joséf Fermin Cardoso y Barros.




§ I.
El Licenciado Pedro Moreno, fué médico del hospital, el año 1709. [1]

El Bachiller Cárlos de Molina, fué nombrado, en 1710, para informar acerca del estado de la botica del hospital. [2]

El Bachiller Miguel Jordán de Ursino, de la Universidad de San Márcos, de Lima, llegó á Santiago, en 1710, como primer delegado del Protomedicato del Perú, puesto que desempeñó hasta 1737.

Este facultativo sostuvo un largo pleito con el administrador del hospital, fray Cipriano Suarez de Castellano, cobrando la suma de 500 pesos oro anuales por sus servicios médicos. En su clientela privada fué muy caritativo y generoso; la mayor parte de sus entradas las repartía en limosnas y donaciones. Su partida á Lima fué muy sentida en la capital.

El siguiente Informe sobre las aguas del Río Mapocho, le fué solicitado por el Gobernador de la colonia: [3]

«El bachiller don Miguel Jordan de Ursino, lugar proto-médico de esta ciudad, parece ante V. Ex.a en la mejor vía y forma que haya lugar en derecho y que convenga al bien comun; y dice que cumpliendo con la obligacion de su oficio por haber mas de catorce años que asiste a la curacion de sus enfermos le es preciso representar a V. Ex.a los daños innumerables que están padeciendo los habitadores de esta ciudad que todos los años, dejando aparte otras causas, es crecido el número de enfermedades, pero el susodicho dice que la mas principal causa proviene de las nosivas aguas que descienden de la nieve conjelada que se derrite en la cordillera y de sus lagos tan contigua a esta ciudad que no pequeños daños causa a su vecindad. Y que siendo el agua derretida de la nieve, del yelo y del granizo mas que pestilencial, porque cuando todas estas cosas se conjelaron se resolvieron las partes subtiles de ella, quedando solamente las crasas, las cuales dentro del cuerpo engendran or fuerza infinitas opilaciones y enferemdades. La detenida, en sus lagos o lagunas es en estremo dañosa, pues siendo gruesas impiden la dijestion a la naturaleza. Y de aquí viene, que los humores en los cuerpos no se ventilen ni circulen causa de innumerables daños; pues siendo así que el agua es un muy necesario alimento asi a la vida como a la jeneracion humana, y quedado que inmediatamente bebida, no dé algun mantenimiento a los cuerpos pues solamente sirve de acompañar las biandas, ajitándolas y distribuyéndolas por las venas, y que por muchos medios repara converva y acresenta toda nuestra sustancia.

«A que se allega que la dicha cordillera tiene tanta copia de minerales de alumbre o de polcura, de cardenillo o cobre, de piedra de lipes, de alcaparrosa, de piedra armenia, y estibio, y que puede reselarse de que por los muchos temporales y terremotos que en dicha cordillera sucecden puede descubrirse algun mineral de arsénico setrino, rojo o christalino; pues es notorio en esta ciudad el que, por dicho rio, que desciende de las vertientes de dicha cordillera, y sus acequias se ve venir el agua el mas tiempo del año de varios colores y diversas naturalezas de sienos que causa admiracion y espanto de verlas, pues para su uso hacen los vecinos estrañas dilijencias para aclararlas, y nunca se consigue el que queden limpias: y que siendo el contacto que las aguas tienen con dichas mineras es preciso pierdan dichas aguas su cualidad nativa buena, dado que la tuviera: adquirido otra, diversa y estraña, y esto es muy perjudicial, se ve que los peces que en dicho rio se crian en desendiendo dichas aguas como dicho es, se llenan sus márjenes y riveras de ellos muertos.—Siendo así que para que las aguas sean saludables o no se ha de mirar de adonde sale, y por las tierras y lugares por donde va pasando porque las aguas se vuelven tales cuales son los suelos por donde pasan o lo que a ellas se les mezcla pues Ipócrates en el libro de aire, agua y rejion, y en el libro de dar de comer en las enfermedades aguadas, donde dice que el agua para ser buena ha de ser que no tenga olor, color ni sabor, ha de ser fria y húmeda que no dé pesadumbre en el estómago y que sea aquella que mas presto cuece los manjares la que mas presto se enfria y se calienta, la que despues de cocida se conserva mas dias; Theofrastro, libro 8 capítulo 5, dice: las aguas que son buenas han de ser limpias, dulce y frias. Galeno, Avisena, Rasis, Yaliabas todos son de este parecer, y el doctor Balles, en el libro segundo de las epidemias, sentencia segunda, tratado once, quiere lo propio y que sea libiana, Dioscorides, libro 5 cap. 11 donde dice que la mejor y mas exelente de todas aguas son aquellas que fueren dulces, puras y desnudas de cualquiera otra cualidad que no detengan punto en la rejion del vientre y que desciendan sin dar pesadumbre, sin hinchar las partes por donde pasa ni corromperse en ellas. El suplicante dice que como las dichas aguas no participan de aquellas buenas condiciones que deben tener por lo que lleva representado y ser evidente los perjuicios y daños que representa A. V. Exa., para que con su gran celo dé las providencias necesarias para el mayor alivio al bien comun de los vasallos de la Real corona de esta ciudad haciendo traer el agua mejor y mas conveniente de los puquios o manantiales que hay mas inmediatos a la pila de esta ciudad, escojiendo aquella más conforme y saludable según llevo espresado, por todo lo cual, A. V. Exma., pide y suplica así lo provea y mande que será justicia, la cual pide a favor del bien comun que lo espera de la poderosa y liberal mano de V. Exma.—Br. don Miguel Jordan de Ursino.

El Bachiller Diego de Lasevinat, francés, ejerció la profesión médica, en Santiago, gozando de excelente reputación. En «Los Médicos de Antaño», Vicuña Mackenna dice que el pueblo lo conocía con el nombre de doctor la Sirena, no sabemos si por simple corrupción del apellido ó para significar los buenos aciertos que le dieron renombre.

De este facultativo nos queda un informe, sobre las aguas del río, el cual transcribimos á continuación:

«Informe médico-químico sobre las aguas del rio Mapocho, por el bachiller Diego de Lasevinat, en 1718.

El capitan Diego de Lasevinat, Bachiller en la facultad de Medecina en cumplimiento de un orden berbal en que se me manda por el Sr. Gobernador Don Diego Gutierres de Espejo, correjidor i justicia mayor de esta ciudad de Santiago de Chile certifique sobre la corrupsion i pernisiosidad del agua del Rio de esta dicha ciudad que es la común i que se trae de la pila de la plassa pública de ella.

Certifico en cuanto puedo i a lugar como en el tiempo de mas de cinco años que e ezersitado mi facultad de Medesina i sirujía aviendo a los principios esperimentado barios accidentes repentinos i putrefactos i pernissosísimos solicitando inquirir la raiz de estos males hize esperiencias del pan, carne i demas minestras, para rejistrar si encontraba en ellos la causa de los referidos daños, i allé estos ser mui natural i conforme a nuestras complesiones, por cuya razón pasé a reconocer el agua del dicho Rio que viene a la pila i allé en ella escondido el beneno que infesta comunmente los cuerpos siendo tan nosiba por su prosedad i compuesto que toma; que aplicada para sudores i otros medicamentos coadyuba con la enfermedad quitando las fuerzas a los compuestos que se aplican, nacido esto de cuatro metales diferentes mui constipantes i mordases que la disfiguran de su naturaleza, ademas de provenir en su nacimiento de nieve sin que por la cerquanía que hai de la ciudad a la cordillera tenga tiempo el sol de purificarla i así baja con la mordacidad con que se revuelve i aunque para la aplicacion de las medisinas se toma estilada en las casas que tienen conveniencia para ello; no obstante aunque en parte se purga la grosedad del lodo con que viene no se purifica el daño en el bientre, poco cocimientro, baleas i esquilensias en la garganta, motivos que por conocerlos me an puesto en estado de costear todo el año para el alimento el traer a mi casa, el agua de la sequia de Ramon manteniendo de continuo una bestia i un criado que la condusga aun en medio de la cortedad de mi caudal, que asegurar la salud preservándola de tan conocido enemigo i para que conste i haga el efecto que a lugar, lo juro a Dios i a la cruz i doi lo presente en la ciudad de Santiago de Chile en 29 de Julio de 1718.—Br Diego de Lasevinat.»

Juan Antonio Valentin, ó Annet Crasi,—natural de Jerusalém,—médico hierbatero, que, en 1718, fué perseguido por el Santo Oficio y trasladado á Lima, fué castigado por herético. [4]

Miguel de Hondan, ejerció su profesión en Santiago desde el año 1719.


§ II.


El doctor Xasinto de la Peña y Llamas, graduado en Salamanca, presentó sus títulos en 1723, los cuales, á la sazón, fueron considerados como los mejores y más acreditados que se habían traído á la colonia.

La solicitud para poder usar de su suficiencia, dice así:

«El doctor don Cárlos Xasinto de la Peña y Llamas médico revalidado por el Real Protomedicato de Su Majestad, doctor graduado en la Real Universidad de Salamanca por cuios títulos fuí incorporado en la Real Universidad de Santo Tomas de esta ciudad de San Francisco de Quito i en la dicha catedratia de prima actual, como todo consta de los títulos de que hago demostración en devida forma, i pido se me devuelvan orijinales, paresco ante U. S. i digo que yo pretendo exerser mi oficio en este Reino i jurisdicción en todos los actos positivos que puedan ofrecer, según mi literatura i suficiencia, como pedir observancia de lo mandado por Su Majestad (que Dios guarde) por sus reales rescriptos concedidos á las personas de mis grados i para poder ejecutar por tanto á U. S. pido i suplico que habiendo por demostrado los dichos mis títulos, mande se me dé el despacho necesario para poder libremente usar de mi suficiencia, i en su consecuencia pedir la observancia de lo que Su Majestad tiene prevenido a las personas de mis grados, pido justicia, juro en forma etc.—El doctor don Carlos Xasinto de la Peña i Llamas

Esta petición pasó en informe al procurador de ciudad,, quien evacuó la opinión siguiente:

«El procurador de esta ciudad digo: que se me dió traslado del escrito presentado por el doctor don Carlos Xasinto de la Peña y Llamas con los títulos y demas papeles que se espresan en el dicho escrito, y habiendo visto y reconocido, hallo ser profesor en la facultad de medicina y médico aprobado, y pido a US. concederle licencia para que en esta ciudad y sus términos pueda libremente y sin embarazo alguno curar enfermos, cumpliendo en todo con la obligación de su oficio, volviéndosele los títulos y demás papeles que tiene presentados para guardar sus derechos, quedando un tanto de ellos en estos autos por lo cual á su señoría pido y suplico que así lo mande, que es justicia.—Juan Francisco Torrecillas

El Cabildo, en vista del informe anterior, decretó:

«Declárase que el doctor Carlos Xasinto de la Peña y Llamas, puede usar de los títulos de Médico que ha manifestado en este Cabildo, los cuales devolverán, quedando anotado en el libro de Proviciones.—Cerda.—Espejo.—Gallardo.—Torrecillas.—Licenciado Aguas,—Proveyeron y firmaron etc. á 30 dias del mes de Enero de 1723 años.—Ante mi, Bartolomé Mondaca, esc. púb. y de Cabildo.»

Gaspar Morales, Cirujano mayor, del real ejército, establecido en Penco, en 1727, estuvo ocho años en ejercicio de su comisión. [5]

Juan Domingo Llano de Espinola, cirujano jenovés, se estableció en Valdivia condenado por la inquisición de Lima, en 1733. [6]

El Cirujano Elliot, inglés, que prestaba sus servicios en el navío Wager, estuvo algun tiempo en el sur del territorio, después del naufrajio de aquel barco. Este médico murió en una de las islas del golfo de Penas que lleva actualmente el nombre de Cirujano', en honor de Elliot, impuesto por el Capitán Fitz Roy.[7]

El Bachiller fray Juan Espinosa, ejerció la medicina desde el año 1748, en adelante.

El Bachiller Pedro Ladrón de Guevara, era era médico de la plaza de Valdivia, en 1749. [8]


§ III.


El doctor Domingo Nevin, francés, fué el primer profesor de Prima de Medicina, de la Real Universidad de San Felipe, nombrado el 19 de Mayo de 1756. [9]

Contemporáneos de Nevin, fueron los médicos extranjeros Juan Daniel Darigrandi y Patricio Gedd, italiano aquél y escocés el secundo.

El Doctor Darigrandi, después de haber estado un poco tiempo en Santiago, pasó al norte, estableciéndose definitivamente en la ciudad de la Serena, de donde procede la actual familia de su apellido que habita en la provincia de Coquimbo.

Del Doctor Gedd, sabemos que fué también un distinguido médico, de reputación por sus aciertos y filantropía. [10]

De la misma época es el doctor Ignacio de Jesús Zambrano, limeño, segundo catedrático de medicina desde 1770.

El doctor Eujenio Nuñez Delgado, se graduó en el Real Colegio de San Fernando de Cádiz, trasladándose á la Habana, en 1755, en el navio Asumpsión, para tomar parte en las operaciones militares de la Corona.

En 1757, se incorporó á una segunda expedición mandada por el marquéz de Villena para evolucionar en Veracruz. De vuelta de esta acción, el doctor Nuñez se vió obligado á quedarse en Valparáiso, por haber sufrido varias hemoptisis durante la navegación, trasladándose á Santiago donde se estableció definitivamente. En el ejercicio profesional obtuvo merecida reputación y se captó la confianza de los habitantes. En el hospital sirvió con empeño y contracción, como en el puesto de asesor, de las autoridades, sobre higiene pública y en las epidemias, segun se comprueba en varios informes que llevan su firma. A la muerte de Zambrano en 1776, solicitó que se le nombrase protomédico interino y médico propietario del hospital, por ser el más antiguo facultativo del país y hallarse apto para tal desempeño, puesto que el Dr. Nevín «por particular providencia dedicó toda su aplicación á instruirle, cursando diariamente en la Real Universidad, y haciéndole sustentar todas las funciones públicas y secretas hasta conseguir declararlo por perfecto facultativo.» No obstante, habiéndose acordado proveer en propiedad dicho puesto, se llamó á concurso, al cual no se presentó, disputándoselo los doctores Ríos y Chaparro, según veremos más adelante.

Fray Josef Eyzaguirre', médico práctico, muy experimentado, se hizo conocido por sus curaciones de variolosos, en 1760. Desempeñó el puesto de médico del lazareto cuarentenario de la isla de Quiriquina.

En 1762, el único médico que hábía en la ciudad de la Serena era el titulado cirujano Ignacio Zúñiga, que no pasaba de ser un simple aliñador y barbero ignorante, según el cronista don Manuel Concha. [11]

El Licenciado y Doctor fray José Matías Verdugo, de la orden hospitalaria de San Juan de Dios, chileno, fué el primer diplomado de la Universidad, el dia 6 de Mayo de 1764, siendo padrino de la ceremonia su profesor el Dr. Nevín. En atención á la notoria suficiencia de Verdugo, á la escacez de examinadores y á la pobreza de la orden religiosa á que pertenecía el doctorando, se le dispensó el pago de los derechos y propinas reglamentarias, según se lee en el acta del 10 de Abril de 1764. [12]

Dichos archivos tienen los datos siguientes:

«Así mismo se hizo relacion de los autos formados sobre la pretencion del padre fray Matias de Verdugo del orden del señor San Juan de Dios para que se le admitiese a los grados de licenciado y doctor de la facultad de medicina a título de examidador, y sin la propina acostumbrada, dando por motivo para la primera la suficiencia que en los mismos autos califica con los varios instrumentos y certificaciones de haber sido el único que oyó esta facultad por todo el tiempo que duró su lectura y de haberla perfeccionado en la Ciudad de los Reyes, donde dice haber sido examinado, como también haberla practicado en los Hospitales, y fuera de ellos con jeneral aceptacion del público, y mucho acierto en las curaciones cuya notoriedad lo relevaba de los exámenes públicos y secretos prevenido en las constituciones; y mas en las circunstancias de no haber en esta facultad mas que dos doctores graduados al mismo título, cuyo número es insuficiente para el exámen, de que por el mismo motivo se han libertado los primeros que se graduaron en las otras facultades; y que para lo segundo, esperaba de la piedad del claustro le remitiese las propinas, atendiendo a la pobreza de su convento, a que sirviera de mucho atraso aplicar doscientos pesos para ellas, que hicieran falta al Hospital, como por el contrario, un gran beneficio para este, teniendo en el mismo convento médico que se emplease en la curacion de los enfermos con ahorro del salario que se habia de pagar a cualquier estraño; y considerados por otros señores del claustro estas y otras razones que mas latamente constan de los autos, acordaron que, atendiendo a la notoria suficiencia del suplicante, y a la falta de examinadores que hai en esta facultad, lo consultase el señor rector al mui ilustre señor presidente para que como vice-patrono, siendo servido, le nombre por uno de ellos, segun práctica observada en los primeros doctores de las demas facultades, y que al efecto, se le confieran los grados de licenciado y doctor sin el cargo de depositar las propinas, de que le hicieron gracia, atendiendo a su pobreza y la de su convento, empleado laudablemente en los servicios de los pobres enfermos y beneficio del público.

El vice-patrono Guill y Gonzaga aprobó en el acto esta resolución del claustro universitario para honra del «criollo intelijente,» como dice el abate Molina.

Según este mismo historiador, como también según el padre Vidaurre, el doctor Verdugo practicó el sistema de la inoculación variolosa, desde 1768,


§ IV.


Sigue en orden de precedencia el Cirujano Bernardo Cortés, avecindado en Santiago, y que desempeñó en Talca la comisión de combatir una terrible epidemia de viruelas, desde el 11 de Agosto de 1765 hasta el 13 de Febrero de 1766. [13]

El padre jesuíta José Zeiter, fue una notabilidad para la época como químico, farmacéutico y médico práctico. Fué director de la botica del colegio de San Miguel, en Santiago.

Los primeros análisis sobre aguas minerales de Chile los practicó el padre Zeiter. [14]

El presbítero Juan Alvarez, fue un médico práctico que se dedicó á satisfacer las necesidades de las congregaciones religiosas, principalmente la de los jesuítas á la cual acompañó hasta su expulsión verificada por orden de Carlos III, el 25 de Agosto de 1767. En la época del estrañamiento de los padres, el presbítero Alvarez siguió asistiendo á sus enfermos. Dirijió también la botica y la administración médica del colegio máximo de los jesuítas. [15]

Mauricio Gutierrez, por aquel tiempo, fué cirujano de la isla de Juan Fernández.[16]

Josef Fermín Cardoso y Barros, llegó á Santiago á mediados de 1768, poniéndose á ejercer la medicina sin la presentación de sus títulos al protomedicato, por lo cual se le prohibió dicho ejercicio «hasta que manifestase sus títulos», y en vista de ellos, dar las providencias correspondientes. Entre los papeles que presentó al Dr Nevín, había una copia del título otorgado por el rey de Portugal, don Juan IV, al terminar sus estudios de medicina, el 11 de diciembre de 1743, con el catedrático Santos de Torres del hospital de Todos los Santos de Lisboa; presentó ademas comprobantes de haber sido teniente de cirujano en 1750, en Buenos Ayres, y cirujano de campaña hasta 1755, fecha en que se trasladó á Montevideo, en donde alcanzó el puesto de capitán y cirujano de 1.a clase.

Sin embargo, el Dr. Nevín, informó al gobierno que en los documentos examinados no hallaba comprobación lejítima, y expuso que si le había otorgado una licencia temporal para curar había sido porque Cardoso le manifestó que estaba sólo de tránsito para el Perú. El gobierno, en vista de este informe, le prohibió el ejercicio profesional, y le dió el plazo de dos meses para abandonar el país «é irse para el presidio de Montevideo, donde dice ser casado.» [17]


  1. Arch. de la Real Audiencia—Vol. 738—Expediente contra los padres de San Juan de Dios seguido por Jordán de Ursino, por cobro de pesos.
  2. Arch. de la Real Audiencia—Vol. 738.
  3. Id, Id.—Vol. 738.—Expedientes de los años 1711 á 1718.
  4. La Inquisición en Chile, por Medina—Ob. cit.
  5. Arch. del Ministerio del Interior—Vol. 814—Expediente relativo al reclamo á mayor sueldo, hecho por el cirujano mayor Gaspar Morales, por no poder atender, con 300 pesos anuales, la obligación de proporcionar medicinas á todos los enfermos de la guarnición militar.
  6. Anales de la Inquisición en Lima, por Ricardo Palma. Respecto al Cirujano Llano de Espínola dice, este autor, lo siguiente: «Era un tanto aficionado á casarse sin aplicar la lanceta á sus mujeres ó recetarles una pócima. Los de la profesión (que siempre es bueno tener compinches) se empeñaron en que se relevase á todo un matasano de la azotaina; asi es que el santo oficio se limitó á enviarlo, por cuatro años, á Valdivia.»
  7. Naufragios ocurridos en las costas chilenas, por Francisco Vidal Gormaz.
  8. Rejistro de Escribanos—Manusc. de la Bibl. Nac.
  9. En otro lugar nos ocuparemos más especialmente de los tres primeros catedráticos, doctores Nevín, Zambrano y Rios.
  10. Byron's Narrative, cit. en «Los Médicos de Antaño», por Vicuña Mackenna.
  11. Crónica de la Serena, desde su fundación hasta nuestros días, 1549-1870. Escritos según los datos arrojados por los archivos de la Municipalidad, Intendencia y otros papeles particulares, por Manuel Concha—La Serena—1871.
  12. Archivo de la Real Universidad de San Felipe.
  13. Archivo del Ministerio del Interior—Vol. 814.
  14. Archivo de los jesuítas—Vols. 34 y 76—En el capítulo que más adelante trata sobre farmacia volveremos sobre estos detalles.
  15. Archivo de los jesuítas.—Vol 75—Sobre haber recibido de los oficiales reales de Santiago un cajón de albayalde y un tercio de zarza—Año 1767—Vols. 34, 62 y 90 correspondientes á los años 1771, 72 y 84, relativos á la administración de la botica del Colegio Máximo.
  16. Consta de un «Expediente sobre los medicamentos que se remitieron á la Isla de Juan Fernandez el año 1768. Cuaderno 1.° que sirve de comprobante á las cuentas de la Bot. del Col. Máx.»—El cirujano Gutiérrez firma una lista de medicamentos y objetos que pide para el hospital de dicha isla, con fecha 30 de Nov. de 1768. Se le mandaron entregar previo informe del Protomédico Nevín de 15 de Marzo de 1769.
  17. Causas Particulares—Archivo de la Biblioteca Nacional.—Vol. 28.


Historia general de la medicina, tomo I de Pedro Lautaro Ferrer

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