Historia general de la medicina en Chile/Capítulo VI


A


MEDICINA Y MÉDICOS DEL SIGLO XVI




CAPÍTULO VI.

Nómina razonada de los hechos médicos y de los facultativos que hubo en Chile durante el siglo XVI (1535-1576)
SUMARIO.—§ I. Primeros médicos de Chile: El Cirujano Juan de Morales, el Bachiller Alvaro Marin y el Bachiller Hernando Henriquez de Herrera.—§ II. El primer Médico de Santiago, el Licenciado Castro. El Doctor Esteban Féliz de Zavala. El Licenciado Pacheco. El Doctor Diego Ciffontes de Medina.—§ III. El Bachiller Bazán. El Licenciado Alonso de Villadiego, primer examinador de cirugía del Reyno de Chile.—Primeras ordenanzas sobre medicina y primeras licencias para ejercer la medicina otorgadas por el examinador Villadiego, á Alonso del Castillo y Bartolomé Ruiz Carrera.—§ IV. Proyecto para crear una Universidad, en el año 1568.




§ I.


El 27 de Septiembre de 1519, salieron del puerto de Lúcar cinco carabelas, al mando del marino portuguez Hernando de Magallanes, en busca del paso del mar del sur, llegando al Río de la Plata el 10 de Enero de 1520, después de haber tocado en las Canarias y en Río Janeiro, y descubriendo por fin el estrecho, que lleva el nombre del jefe expedicionario, el día 1.° de Noviembre de 1520. Esta escuadrilla demoró 27 días en las aguas del estrecho y salió al Pacífico después de haber estudiado el anhelado paso y hecho lijeras excursiones por la costa del territorio.

A bordo de la nave capitana Trinidad, dirijió los servicios sanitarios el médico Juan de Morales [1] que, si no se le puede inscribir como el primer médico que tuvo el país, le cupo el honor histórico de haber sido el primer facultativo que pasó por el territorio que forma parte de nuestra república.

La segunda expedición que recorrió el estrecho de Magallanes fué mandada por fray García Jofré de Loaisa, y por Juan Sebastián del Cano como segundo jefe, quien había terminado la primera vuelta al mundo en la referida expedición de Magallanes. Esta escuadrilla compuesta de siete navíos con 450 tripulantes, llevaba un cirujano en la nave capitana, cuyo nombre no hemos podido encontrar—y un barbero sangrador en cada una de las otras naves, como los había también en los de la primera escursión.

Dicho convoy salió de la Coruña el 24 de Julio de 1525 y después de mil penalidades llegaron al estrecho, el 24 de enero de 1526, entrando definitivamente el 5 de Abril, y saliendo al Pacífico el 26 de Mayo.

Las crónicas de la expedición Loaisa, refieren que los tripulantes contaban maravillas del estrecho y de los jigantes que poblaban sus riberas.

El primer médico que vino á Chile, fué el Bachiller don Alvaro Marin, contratado especialmente por El Adelantado don Diego de Almagro, para qe curase á él y á su jente, durante la expedición que salió para este territorio, de la ciudad de Cuzco, el día 3 de Julio de 1535, en busca de otro floron más para la corona de Cárlos V.

Dichos expedicionarios llegaron al valle de Copiapó en el mes de Abril de 1536, bajaron al de Aconcagua, en Mayo, para regresar al norte y encontrarse, á mediados de Octubre, en Copiapó, con los refuerzos que, para el caudillo Almagro, traian sus leales servidores, Juan de Rada y Rodrigo de Ordóñez [2]

En esta segunda excursión vino, también, el segundo médico el Bachiller don Hernando Enriquez de Herrera que, junto con Marin, acompañaron á Almagro durante veinte meses, recibiendo como honorarios la suma de cinco mil castellanos cada uno; aunque, según la informacion del tasador Hernando de la Rocha, debería haberse otorgado algo mas á don Hernando, en atencion á lo gracioso e bien quisto [3].

Estos dos primeros médicos soportaron todas las penalidades que pesaron sobre esta desgraciada expedición.

El Bachiller Marin se trasladó en seguida al Perú, y según noticias que datan de 1543, sufría, aún, en aquel año, todas las amarguras y persecusiones que se reservaban para los de Chile, como llamaban á los almagristas. En cuanto á Enríquez de Herrera, se sabe que fué asesinado por los de Pizarro, en los llanos de Salinas, á una legua del Cuzco, el día Sábado 6 de Abril de 1538 [4].

El siguiente documento relativo á estos dos primeros médicos es digno de ser conocido, en todos sus detalles, por lo cual lo publicamos integramente: [5]

Información del Bachiller Peñaranda sobre cierta manda de Almagro. [6]
Muy poderosos señores:

Hernando de la Rocha, vecino de la cibdad de Bajadoz, en nombre del Bachiller Peñaranda, mi suegro, digo:

1.°—Primeramente sean preguntados si conoscieron al dicho don Diego de Almagro, gobernador é capitan general que fué en la provincia del Perú, é si conoscieron al dicho bachiller Hernando Enriquez, en la dicha provincia.

2.°—Item: si saben etc., que el dicho bachiller Hernando Enriquez, era médico é cirujano, é que sirvió al dicho don Diego de Almagro, mucho tiempo, ansí en curar su persona como los de su casa, como en serville en las entradas con sus armas é caballo y en todo lo que lo demas que se ofrezcía y el podía faser.

3.°—Item: Si saben etc., que atento al buen servicio, que el dicho bachiller Enriquez le había hecho, el dicho don Diego de Almagro, declaró en una cláusula de su testamento que se satisfaciese al dicho bachiller Enriquez por lo que le había servido e curado, ansí en su persona como en su casa, lo que paresciere á Juan de Herrada y á Juan Balza, su contador e mayordomo, e loo que paresciere así mismo al dicho bachiller Enriquez.

4.°—Item: si saben etc. qué el dicho bachiller Enriquez según en habilidad e servicios, e saber podía merescer en cada un año dos mil castellanos; digan los testigos cuantos años ó cuanto tiempo el dicho bachiller Enriquez sirvió al dicho don Diego, é lo que podía merescer en cada un año é lo que podía merescer por todo el dicho tiempo.

5.°—Item: si saben etc. quel dicho Juan de Balza, e Juan de Herrada, y el dicho Bachiller Enriquez, son muertos e fallescidos de esta presente vida, e si saben que el dicho don Alonso Enriquez es uno de los testamentarios e que no hay otros, si no es en estos reinos.

6.°—Item: si saben que en todo lo susodicho público voz e fama declararon lo siguente: etc.

Probanza de Hernando de la Rocha ad perpetuam rei memoriam.

El dicho Hernando de la Soza, testigo presentado por el dicho Hernando de la Rocha e habiendo jurado é siendo preguntado por las preguntas del dicho interrogatorio, dijo lo siguiente:

1.°—A la primera pregunta, dijo que la sabe porque conosció á los en ella contenidos, de vista e hablaa, trato é conversación que con ellos tuvo en las provincias del Perú; é ques de edad de cuarenta é seis años, poco más ó menos, é que no le va interese en esta causa, é que este testigo fué criado é secretario del dicho Adelantado don Diego de Almagro, é que por esta ni por otra cosa no dejará de decir verdad de lo que sabe; que las demas preguntas generales no le empecen.

2.°—A la segunta pregunta, dijo que lo que de ella sabe es que volviendo el dicho Adelantado don Diego de Almagro con todo su real, de las provincias de Chile para ir al Cuzco, halló en la provincia de Copayapu al dicho bachiller Enriquez, que había venido en compañía del capitan Juan de Rada, en busca del dicho Adelantado, é que antes que viniese el dicho bachiller sabe que curaba de médico é cirujano al dicho Adelantado é á su casa é á todos los del armada, un bachiller Marín, que fué con el dicho Adelantado le prometió de le dar unaparte más que á los otros compañeros porque sirviese el dicho oficio; é que después que llegó á la dicha Copayapo, el dicho bachiller Enriquez, yendo á hablar al dicho Adelantado, le tomó por hábil y suficiente en el dicho oficio de cirujano é que tenía muy buena gracia en curar, y el dicho Adelatado rescibió con mucho amor al dicho bachiller Enriquez, é le dijo: «Ya veis que venimos de la guerra todos desbaratados y perdidos, y que no hay partes para poderos dar salario conoscido; pero por la buena relación que de vos tengo, hólgome que en compañía del bachiller Marin cureis de aquí adelante mi persona é casa, é toda la gente de mi real que estuviese doliente ó herida; y, pues vamos al Cuzco, dejad la paga á mi cargo.» É desde entonces vió este testigo que el bachiller Enriquez curaba al dicho Adelantado é su casa é á todos para los que le llamaban en el dicho real que estaban malos é heridos; é le bió ir á las entradas que iba al dicho Adelantado por el dicho campo; é que esto sabe é vió porque estuvo presente á ello.

3.°—A latercera pregunta, dijo que lo que sabe es que este testigo ha visto é tenido en su poder la dicha cláusula testamentaria ó codecillo que el dicho dón Diego de Almagro, Adelantado, hizo por la cual comete el descargo del dicho bachiller Enriquez á Juan de Rada é á Juan Balza, sus secaces, é que á ella se remite.

4.°—Preguntado por la cuarta pregunta, dijo que sabe é vió este testigo, que desde que el dicho bachiller Enriquez emepzó á servir de médico é cirujano al dicho Adelantado é su casa é armada por su mandado, pudo servir tiempo de veinte meses, poco más ó menos, hasta que el dicho Adelantado murió, é que al parecer de este testigo, según eran excesivos los precios de los caballos é armas é ropas de vestir, é según valían las medicinas caras, las cuales ponían los dichos bachilleres, que el dicho bachiller Enriquez, por lo que sirvió, curó é meresció en su oficio el dicho tiempo de los dichos veinte meses, para ser pagado medianamente, é antes de menos que de más, pudo merecer dos mill pesos de otro de ley perfecta; porque un caballo valía á tres ó cuatro mill castellanos en la dicha jornada, é más y menos, una cota de malla, mill, é una camisa de Holanda dos cientos, é que este testigo vió comprar un arroba de vino á Diego de Alvarado por quinientos pesos, é tiene por cierto que si las medicinas se hobieran de vender por sí é pagarse el médico é cirujano por sí, que no estoviera por iguala, que ninguna cura hiciera que por lo menos no sacara della en escripturas ó ropas ó en otras cosas que á la sazón se estimaban, en cien pesos de oro, é otros dieran más é otros ménos; é que si hobiera efeto la cobranza de las dichas esripturas ó las dichas ropas, que se vendieran por el dicho valor que se apreciaban, que cada uno de los dichos bachilleres médicos, y en especiall el dicho bachiller Enríquez, porque era más graciosa é más bien quisto, ganara más de cinco mill castellanos en el dicho tiempo.

5.°—A la quinta pregunta; dijo que este testigo ha oído decir á Diego de Alvarado, é á Barrientos, é á Dehesa é á otras muchas personas por muy público é notorio, que los contenidos en la dicha pregunta son fallescidos, ecepto el dicho don Alonso Enriquez, el cual sabe que es uno de los albaceas que el dicho Adelantado don Diego de Almagro nombró en su codecilo, é que no sabe este testigo ni ha oído decir que al presente haya otro albacea del dicho Adelantado en España, sino es el dicho don Alonso, porque Diego Alvarado ó el Dotor Sepúlveda, que eran albaceas, arsimismo son fallecidos días há; é que se sabe que los dichos Juan de Rada é Juan Balza eran albaceas arsimismo del dicho Adelantado, porque este testigo tuvo su poder é vio el dicho codecilo por donde los dejaba por testamentarios é albaceas; é que lo que dicho tiene es la verdad. é lo que sabe é vió decir para el juramento que hecho tiene, é ansi es dello pública voz é fama entre los que lo saben é dello tienen noticia; é habiéndole tornado á leer, dijo que á ello se refiere, é firmólo de su nombre.—Servando de Sosa.

El dicho fator Diego de Mercado, testigo presentado por el dicho Hernando de la Rocha, habiendo jurado é siendo preguntado por las preguntas del dicho interrogatorio, dijo lo siguiente:

1.°—A la primera pregunta, dijo que conosció a los contenidos, de vista é habla, trato é conversaación que con ellos tuvo en las provincias del Perú, en las Indias,é que de edad de treinta é ocho años, é que no es pariente de ninguna de las partes ni le va interés en esta causa.

2.°—A la segunda pregunta, dijo que sabe que el dicho bachiller Enríquez era médico é cirujano, porque le veía hacer algunas curas de heridas é aún curó á este testigo de una enfermedad que tuvo, é ansimismo curó á un criado de este testigo de una herida, é que vió que curaba al Adelantado don Diego de Almagro, é le vió ir con el dicho don Diego de Almagro, el dicho Adelantado, en la entrada de Chili, porque este testigo fué allá é le vió que llevó su caballo é curaba al dicho Adelantado como dicho tiene, é le vió, volver con él de la dicha entrada del Chili á la cibdad del Cuzco, é que esto sabe desta pregunta.

3.°—A la tercera pregunta, dijo que no lo sabe.

4.°—A la cuarta pregunta, dijo que sabe quel dicho bachiller Enríquez curaba al dicho Adelantado, como dicho tiene; mas que lo que podia merecer por la dicha cura que no lo sabe.

5.°—(Se refiere á los albaceas como en la declaración del testigo anterior).

El dicho don Alonso Enríquez, estante en esta corte, testigo presentado por el dicho Hernando de la Rocha, é habiendo jurado é siendo preguntado por las preguntas del interrogatorio, dijo lo siguiente:

1.°—A la primera pregunta, dijo que conoció a los contenidos en la pregunta, de vista é habla é trató é conversación que con ellos tuvo mucho tiempo en las provincias del Perú, é que de edad de cuarenta é cinco años, poco más ó ménos, é que no le vá interese en esta causa ni concurren en él ninguna de las otras preguntas generales.

2.°—A la segunda pregunta, dijo que la sabe como en ella se contiene, porque sabe que el dicho bachiller Hernando Enríquez era médico é cirujano é usaba dello en la provincia del Perú, é que sabe que sirvió al Adelantado don Diego de Almagro é le curaba, ansí á su persona como á su casa, porque le vió curar é le servía con él á las entradas que fué el dicho Adelantado, especialmente sabe que fué con él á la entrada de Chili é llevó sus armas é caballo é servía en todo lo que podía al dicho Adelantado, é que le serviría é curaría el dicho bachiller Henríquez al dicho Adelantado tiempo de dos años, poco más ó ménos, porque todo este dicho tiempo supo é vió, como dicho tiene, al dicho bachiller curar é servir al dicho Adelantado: lo supo que sirvió é curó al dicho Adelantado é su casa, porque se lo dijo el dicho adelantado é criados de su casa, é parte del dicho tiempo le vió este testigo, como dicho tiene, etc.

3.°—A la tercera pregunta, dijo que la sabe como en ella se contiene; preguntado como, dijo que porque este testigo, cuando murió el dicho Adelantado, se halló presete é quedó por Albacea é testamentario del dicho Adelantado. +e que entonces supo é vió la dicha cláusula del codecilo de testamiento que el dicho Adelantado hizo, é la cual cláusula dice lo contenido en la pregunta: que Juan de Rada é Juan Balza, mayordomo é contador del dicho Adelantado é albacea, etc., juntamente con este testigo, todos tres, que se entienden los dichos Juan de Rada, é Juan Balza é el mesmo bachiller Enríquez, viesen é tasasen é pagasen lo que merescían los servicios quel dicho bachiller Enríquez había hecho al dicho Adelantado é curas; que sobreello el dicho Juan Balza é Juan de Rada quisieron, tomado parescer con este testigo juntamente con otros descargos, caso que se juntaron, como albaceas el dicho Adelantado en la absencia del dicho bachiller Henríquez, y que le parece á este testigo que le tasaron sus servicios del dicho bachiller Enríquez en cura de su persona é casa é ejército, en tres mil castellanos, atentos los sus servicios é á la voluntad que le tenía el dicho Adelantado, que era muy grande, é mucha necesidad é porque era muy doliente el dicho Adelantado é le sabía curar é consolar el dicho bachiller Enriquez; é á la dicha cláusula, los dichos Juan Balza é Juan de Rada dijeron á este testigo que pluguiese á Dios que se contentase con los dichos tres mil castellanos el dicho bachiller Enríquez porque con la dicha cláusula le quedaba á él poder como á ellos del dicho Adelantado para la tasación de su propio interese, é que esto es lo que sabe é se le acuerda de lo contenido en esta pregunta.

4.°—A la cuarta pregunta, dijo que, como dicho tiene, el dicho bachiller Enríquez sirvió al dicho Adelantado dos años en le curar su persona é casa é ejército, que le paresce que merescía cada año mil castellanos, ó antes más que ménos, é que tiene por cierto que si el dicho Adelantado viviera, que le diera mucho mas porque le tenía buena voluntad é le había servido muy bien; é ansí mismo si vivieran los dichos Juan Balza é Juan de Rada, le dieran mucho más, si tovieran de qué, é que, é que esta tasación que hace este testigo es considerando la muerte de los dichos Adelantado é mayordomo é contados, é ques mucho menos de lo que meresce, conforme á los trabajos, peligros é gastos de aquellas partes, lo cual dice é declara por juramento que tiene fecho é como albacea del dicho Adelantado para descargo de su ánima é conciencia en cumplimiento de su juramento.

5.°—(Se refiere al testamento y albaceas).—D. Alonso Enriquez.—Fecho ante mí.—Jorge Vasquez, escribano público.


§ II.


El Licenciado Castro, fué el primer médico que hubo en la ciudad de Santiago, once años después de su fundación; pues como dice el espiritual Vicuña Mackenna: «don Pedro de Valdivia, hombre sagaz, caudillo previsor, que trajo consigo en su carabana del Cuzco, cuando vino á descubrir el mal famado pais de Chile, clérigos, frailes, capellanes, alarifes, gallinas, una mujer [7] escribanos, cerdos, secretarios de carta, un gobierno, en una palabra para una colonia en miniatura, no trajo médicos. Hizo venir en su compañía al verdugo llamado Ortún Xerez, pero no trajo siquiera un sangrador.»

El Licenciado Castro que, el 2 de Enero de 1552, pidió al Cabildo de Santiago que le nombrasen Protomédico, siendo el único médico que había en la colonia, ha pasado por ser el primero que tuvo Chile, según diversos historiadores [8].

En las actas del Cabildo de Santiago se encuentra, al respecto, el siguiente documento del Licenciado Casto, aunque en las actas posteriores, no existe ninguna resolución definitiva:

«En la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, en las casas de Rodrigo de Araya, dos días del mes de Enero de 1552, estando en su cabildo é ayuntamiento como lo han de uso é costumbre de se juntar, conviene á saber: el muy magnífico señor Rodrigo de Quiroga teniente gobernador, é los magníficos señores etc. (aquí el nombre de alcaldes y rejidores) estando en su ayuntamiento platicando en cosas que convienen al servicio de S. M. é bien é pró de la república é de esta ciudad, ordenaron é mandaron las cosas siguientes: etc... Este dicho día pareció presente el licenciado Castro é presentó una petición, é conforme á ella, pidió viesen sus mercedes la dicha aprobación; é así vistala admitiesen al dicho oficio de protomédico. Y luego los dichos señores del Cabildo habiendo visto la dicha petición, mandaron que, el dicho licenciado Castro, presente la dicha aprobación é los títulos; é así vista, que sus mercedes verán en ello lo que conviene al servicio de S. M. é bien é pró de la República.»

El Doctor Don Estéban Felix de Zavala, célebre médico del Emperador Cárlos V, que se halla enterrado en la iglesia de San Juan Bautista de Guernica, iglesia construida con capitales de dicho Doctor, según se lee en una inscripción de su sepultura, vino á Chile, en el año de 1558, con el fin de llevar á España á sus nietos, que vivían en la Serena, llamados Don Diego y Don Bartolo de Zavala y Aguirre, hijos del acaudalado Capitán de Caballería y Maestre de Campo Don Esteban de Zavala, uno de los fundadores de la Serena, que falleció repentinamente en Huantajaya, mineral de Tarapacá, en Enero de 1555. Don Diego y Don Bartolo de Zavala, fueron con los años, dos brillantes militares del Ejército de S. M. C.

Don Estéban Félix de Zavala era hermano del joven guerrero don Martin de Zavala, de Vizcaya, que salió de San Lúcar en 1520, en la expedición de Sebastián del Cano.

El doctor Zavala fué también antecesor de ilustres personalidades históricas como ser del general don Arsenio de Zavala famoso guerrero de la campañá de Arauco y que era Correjidor y Justicia Mayor del Reino, en Santiago, el 13 de Mayo de 1647, día del terremoto que asoló la capital; del general don Pedro de Zavala, uno de los fundadores de Copiapó en 1744, del general don Bruno Mauricio de Zavala, fundador de Montevideo en 1726, Gobernador y Capitán General de Chile, y de varios otros distinguidos personajes americanos y españoles.

El doctor Zavala estuvo poco tiempo en el país y regresó á su patria, no sin haber socorrido filantrópicamente á muchos pobres enfermos que solicitaron sus servicios médicos en la Serena. [9]

El Licenciado Pacheco, según consta en el acta del Cabildo de Santiago de 29 de Abril de 1566, fué nombrado perito tasador de los remedios, de la primera botica de la capital, á causa de los contínuos reclamos hechos por el público sobre la carestía de las hierbas y medicinas.

Don Diego de Ciffontes de Medina, fué médico, boticario y mayordomo del hospital del Socorro desde el año 1563 hasta 1580. Vino á Chile con su hermano Gabriel de Ciffontes, estableciéndose como encomendero feudalario en Cañete desde la fundación de dicha ciudad, en el año de 1557, y sirviendo bajo los gobiernos de don García Hurtado de Mendoza y don Rodrigo de Quiroga, hasta la destrucción de esa ciudad por los indios araucanos. [10] Después se trasladó á Santiago á donde se dedicó al bien de los pobres y de la humanidad doliente. En su testamento, otorgado ante el notario público Ginés de Toro Mazote, en 29 de Octubre de 1589, se lee la siguiente cláusula:

«Item: Declaro que yo he servido al Hospital de esta ciudad, y pobres de él, desde el año 1563 hasta 1580 y que son 17 años, sirviéndole de mayordomo, médico y boticario, y de las demás cosas al dicho Hospital pertenecientes; y por mi industria y mi buena dilijencia le he aumentado la hacienda que al presente tiene, y de ello no se me ha pagado sueldo alguno, como parece por las puntuales cuentas que en este tiempo he dado; á causa de estar el Hospital muy pobre, mando á mis herederos cobren al dicho Hospital lo que montara en los dichos 17 años á razon de 300 pesos por año, que es el precio que se dá á los médicos y mayordomos, y lesmando que en esto háganlo con la moderación que les pareciere conforme á la posibilidad del dicho Hospital.»

Don Diego Ciffontes de Medina, murió el día 23 de Noviembre de 1592.


§ III.


EL Bachiller Bazán, médico del Hospital del Socorro, y después boticario, por convenirle así á sus intereses, viene, en seguida, según el órden cronológico.

En el acta de 22 de Febrero de 1567, del Cabildo, se lee el párrafo siguiente respecto á este profesional: «El Bachiller Bazán presenta cierta petición por lo que toca á su botica, é porque sus mercedes estaban ocupados en cosas tocantes al servicio de Dios é de S. M. é bien é pró comun, que remitían é remitieron en este caso al capitan Juan Bauptista Pastene, é á Juan de Cuevas, fieles ejecutores de esta ciudad para que sus mercedes vean la dicha botica con veedores é personas que se las entiendan de boticario, é les pongan los precios, y tasa ó arancel, para que por virtud de ella pueda llevar é vender las medicinas de la dicha botica.»

Poco después, el mismo Cabildo, le obligó á elejir uno de los dos oficios, el de médico ó el de boticario, elijiendo, Bazán, este último.

Dicho bachiller, fué un fervoroso partidario de las teorías de Paracelso, de moda en aquella época, ocasionando graves perjuicios entre sus pobres enfermos, siendo tradicionales sus desaciertos y sus aplicaciones de mercurio.

En el primer libro de actas del ayuntamiento se dice que Alonso de Córdoba procurador de la ciudad, se quejó de Bazán ante el cabildo, diciendo: «Me parece cosa conveniente mirar y requerir el hospital; porque Bazán lo cura, y unta muchos indios de ellos, los cuales, como no se guardan, se mueren todos... Por tanto pido y requiero á vuestras mercedes lo vean y manden visitar y poner el remedio que es justo; y haciéndolo así cumplirán vuestras mercedes sus conciencias y lo que son obligados, á donde nó, descargo con vuestras mercedes la mía.»

El Bachiller Bazán con sus ungüentos mercuriales, se hizo más temible que los indios entre sus propios compatriotas, y, según es fama, despidió para el otro mundo al segundo gobernador, don Francisco de Villagran. Sobre este suceso, Góngora y Marmolejo, dice lo que sigue:

«El médico llamado bachiller Bazán le tomó á su cargo contra el placer de sus amigos encomendándose don Francisco á un médico que tenía plática de dar unciones con azogue preparado con otras muchas cosas... como las unciones le provocasen sed, estando el médico un dia ausente, pidió á un criado suyo le diese una redoma de agua, de la cual agua bebió todo lo que quiso. Acabado de beber se sintió mal, y mandó llamar al médico que lo curaba; luego que vino, tomándole el pulso, le dijo ordenase su ánima, porque el agua que había bebido le quitaba la vida.»

El Licenciado Alonso de Villadiego fué el primer asesor y examinador de cirugía del reino, nombrado por el Cabildo según consta de esta relación:

En la sesión del Cabildo de 2 de agosto de 1566 se ordenó la publicación de las órdenes que regían acerca del ejercicio de la medicina, con motivo de un pleito suscitado entre Alonso del Castillo y Bartolomé Ruiz, y proveído por el justicia mayor y muy magnífico señor teniente general gobernador don Martín Ruiz de Gamboa. Dicho mandamiento fechado el 30 de Julio de 1566, y dado á la publicidad, por la referida orden del Cabildo, dice que: «atento questa tierra es remota y apartada de los reinos de España, en tanta distancia que es más de tres mil leguas, y si los que curan de medicina y cirugía en ella hobieren de ir á examinarse á la corte de Su Majestad, con los protomédicos de S. M. sería gran inconveniente y daño para la república, pues ninguno, sin ir rico y con muchos dineros, pretende ni quiere ir destas partes á los reinos de España, y el que fuese con dineros, está claro no volvería á esta provincia, como por experiencia se ha visto que los demás que van á España no vuelven, por razón de su quietud y por excusar los gastos y trabajos de caminos y mar que hay desde esta provincia á España; y si los enfermos y heridos desta ciudad hobiesen de aguardar que viniesen cirujanos y médicos examinados por los dichos protomédicos para que los curasen, supuesto que á los dichos protomédicos les está prohibida por capítulo de cortes el poder subdelegar examinadores perecerían muchos de los dichos enfermos; y atento que así mismo conviene que los que hobieren de curar sean personas hábiles y suficientes y peritos en la medicina y cirugía, conformándose con lo dispuesto en derecho sobre este caso, dijo que mandaba y mandó que en el entretanto, y hasta que en esta ciudad haya número de médicos y zurujanos examinados por los dichos protomédicos de S. M. se guarda en esta ciudad lo contenido en la ley 1.ª del título 16 del libro 4.° del Fuero Real, que manda su merced insertar en este su auto, su tenor de la cual dicha ley es lo siguiente:

«Ley primera.— Ningún home no obre de fisica si no fuere antes aproado por buen fisico por los fisicos de la villa do hobiere de obrar é por otorgamiento de los alcaldes, y sobresto haya acá testimonial del Consejo, é esto mismo sea los maestros de las llagas, é ninguno de ellos non sean osados de tajar ni de fender ni sacar huesos, ni de quemar nin de medicinar en ninguna guisa, nin de faser sangrar á ninguna mujer sin mandado de su marido ó de su padre ó de su madre ó de su hermano ó de fijo ó de otro pariente próximo, é si alguno lo hiciere, peche diez maravedis al marido, si la mujer fuera casada, si no, al más próximo pariente que hobiere; é si alguno obrare antes que fuese aprobado é otorgado, asi como sobredicho espeche trescientos sueldos al rey; é si matare ó lisiare home ó mujer, el cuerpo é lo que hobiere sea á mercer del rey, si hijos no hobiese, y si hijos hobiese, hereden sus hijos el haber y el cuerpo sea á merced del rey.»

Y como á la fehca no había ningún médico examinado acordó el Cabildo que el más bueno y conocido Alonso de Villadiego, pasase á usar de las prerogativas de examinador de cirugía, para que juntamente con dos cabildantes otorgasen licencias previo el examen correspondiente. Los señores Histicia y Regimiento de la ciudad recibieron el juramento de Alonso de Villadiego «en forma de derecho, por Dios nuestro señor, y por la señal de la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del cual le encargaron, él prometió de usar bien y fielmente el dicho oficio y cargo de examinador de cirugía, y á la conclusión del dicho juramento dijo: si juro y amén

El Licenciado Villadiego, examinó y otorgó su aprobación á Batolomé Ruis Carrera y á Alonso del Castillo, presentando, al Cabildo, un informe juramentado sobre el resultado del examen, en vista del cual se dió licencia á Ruiz Carrera «para que cure de llagas simples y que no cure de casos penetrantes de cabeza ni del cuerpo, ni de fractura, y que de las demás llegas, postemas y heridas simples podrá curar; y á Alonso del Castillo, para curar á las señoras Catalina de Mendoza y Ginebra de Céspedes, «en las enfermedades que tienen en lo tocante á medicina, en vista de haberlas estado curando, por ser boticario y práctico en medicina, y en atención todavía á la presentación que hizo al Cabildo» de una escritura sinada é firmada de un nombre que dice Diego de Porras, escribano de Su Magestad, el cual parece dar testimonio quel Dotor Ceballos, protomédico de S. M. examinó al dicho Alonso del Castillo de zurujia, y le dió licencia para curar della, segun que por la dicha escritura se contiene y que asimismo parece estar firmada de un nombre que dice «El Dotor Ceballos», y parece que la data de la dicha escritura fué en la villa de Valladolid á 7 días del mes de Abril de 1551.»

En la sesión siguiente del Cabildo, de 30 de Agosto de 1566, se nombró al referido Castillo, cirujano del hospital, con el salario de doscientos treinta pesos, pagaderos en «cosas y bienes que el hospital tiene y tuviese de ganados, en comidas, y no en oro.» obligándole á asistir al hospital dos veces al día, y en caso de necesidad, todo el día y la noche, so pena de pagar dos pesos de buen oro al mismo hospital, por cada falta injustificada. Se le agregó también la obligación de «hacer los ingüentos que fueran menester y las conservas necesarias.»

Bartolomé Ruiz, que ejerció las funciones de cirujano del hospital San Juan de Dios, fué despedido por los patrones, que eran los mismos cabildantes, según reza el acta de esta misma sesión, á que hacemos referencia, y lo tratan de barbero y sin pericia, acordando reemplazarlo por Castillo, por no haber querido Alonso de Villadiego, aceptar el compromiso de asistir diariamente y durante un año al hospital, si no dos días en cada semana.

Con fecha 1.° de abril de 1568, se reelijió á Alonso del Castillo como cirujano del hospital, acordándosele esta vez su sueldo en ciento cincuenta pesos de buen oro.

Apesar de haber despedido á Bartolomé Ruiz, vemos que en la sesión del Cabildo de 29 de diciembre de 1576, se le vuelve á nombrar para que ejercite durante un año la cirujía y barbería del hospital, asignándole el salario de doscientos pesos, pagaderos cincuenta en comida y carneros, y el resto en oro.

En 1568, el procurador Martín Hernandez, de los Ríos se quejó de Alonso del Castillo, porque no cuidaba de la asistencia médica entre los naturales «con poco temor de Dios, con gran cargo para su ánima y conciencia y en menosprecio de la real justicia» y cita el hecho de que el indio Bartolomé, enfermo de calenturas murió a consecuencia de dos sudores de zarzaparrilla que dicho facultativo le administró, cuando todos los médicos del mundo no lo hubiesen hecho porque «no es cosa de ignorancia sino de quererle matar á sabiendas,» por lo cual pidió para el dicho Castillo la destitución de su puesto del hospital.

Entre muchas otras quejas, del procurador Hernández, tomamos las siguientes: Que el indio Alonso, á consecuencia de la misma zarzaparrilla, se está muriendo, porque estando muy enfermo del hígado, le han sobrevenido grandes fuegos por el cuerpo, y purgóle, de lo cual cegó del todo, etc.

Que á una india Leonor la dejó morir sin curarla de abajo, porque ella decía que se quería morir.

Que á otro indio enfermo de la barriga, les dijo: échenle una medicina y acabóse, porque yo no sé mas que le hagan.

Que á las indias malas de abajo, no las cura sino que las entrega á la negra para que les pongan un parche, á todas por parejo, sin saber lo que cada una ha menester.

Que no conoce de nada, pues ni las llegas sabe curar, porque es asquerosísimo y las curaciones las hace mal y aprisa, como todas sus visitas, sin dejar tiempo ni para hacerles preguntas sobre lo que han de comer los enfermos, porque sus muchas ocupaciones así se lo exijen, pues es médico, cirujano, boticario, fiscal, procurador, escribiente, corredor y jugador; que no sabe dar purgas ni jarabes conforme á la calidad de las enfermedades, que las medicinas las preparan los enfermos, pues él no las sabe hacer, como sucedió «con un barril de ingüento amarillo que se le quemó todo, que dicho día no había hombre que pudiese entrar al hospital y quedó negro como la pez, y todas cuantas llagas se han curado con ello, después que lo hizo todas están más dañadas de lo que estaban, y han ido empeorando, y porfía el dicho Castillo, que, es tan bueno aquello, que hace tan buena operación como todo lo del mundo, lo cual es tan al contrario, como por la obra paresce.»

Después de otras quejas, pide, para Castillo «las mayores y más graves penas en derecho estatuidas, como á hombre que, so color de curar los enfermos, los mata, no dándose nada por ello.»


§ IV.


Es digno de recordación el empeño gastado por el Iltmo. Obispo San Miguel, de la Imperial, para crear una Universidad en la sede de su diócesis, en el año 1567. El origen de este acuerdo vino de una resolución del Concilio de Indias, celebrado en Lima bajo la presidencia del Arzobispo fray Jerónimo de Loaisa. En dicho concilio se acordó que todos los prelados del Nuevo Mundo se dedicasen con actividad á la propagación de Seminarios y colegios á fin de aumentar la enseñanza religiosa y la instrucción en general, tan decaída y abandonada en aquéllos tiempos.

A su regreso de Lima, el Obispo San Miguel, elevó, á S. M., C. Felipe II, la petición de erección de una Universidad con asiento en la Imperial, ó algún otro centro poblado.

El rey—oído el Consejo de Indias—otorgó el permiso solicitado, siempre que dicha erección no fuese gravosa á la real hacienda, según consta de dos cédlas reales [11] fechadas en Madrid el 26 de Enero de 1568, lo que en verdad significaba la muerte de las nobles aspiraciones de su iniciador, dada la pobreza de la colonia.

El presidente y oidores de la Real Audiencia de la ciudad de Concepción á quienes el Rey encomendó el estudio de este proyecto y la presentación de un informe al respecto, lo elevaron á la mayor brevedad, y, á pesar de todo, quedaron defraudadas las esperanzas de ver erejida una Universidad chilena en el siglo XVI.




  1. Relación de la jente que va en las naos que su alteza manda enviar para el descubrimiento de la especería en que vá por capitán mayor Hernano de Magallantes etc.—Cirujano Juan Morales, etc.—Arch. de Indias—1519. Colección de Documentos Inéditos para la historia de Chile etc.—Colectados y publicados por José Toribio Medina—Tomo I.—Santiago de Chile—1888.
  2. Colección de documentos inéditos para la historia de Chile, por José Toribio Medina. Información del Bachiller Peñaronda. Tomo VII. El Primer Médico que hubo en Chile, por Juan Enrique O'Ryan. Estudio publicado en La Libertad Electoral, el 9 de Noviembre de 1896.
  3. Colección de documentos inéditos etc., por J. T. Medina. Declaración de Hernando de la Rocha. Tomo VII.
  4. Id id. Causa contra Juan Rodriguez Barragán. Tomo VI.
  5. Almagro y sus compañeros—Colección de doc. etc.—ob. cit.—Tomo VII—1895.
  6. Archivo de Indias— Id id 2 de abril de 1546.
  7. Vicuña Mackenna se refiere á Inés de Suarez. Mas tarde, este autor, rectificó su opinion en vista de documentos publicados por Crescente Errázuriz, tomados del archivo del Obispo Francisco de Salcedo, que comprueban que Valdivia trajo dos mujeres, siendo la otra María de Encío.
  8. Estos historiadores son:
    Los Médicos de Antaño en el Reino de Chile, por B. Vicuña Mackenna. Santiago, 1877.
    Repertorio de Antigüedades Chilenas, por Ramon Briseño. Santiago, 1889.
    Historia de la Medicina en Chile, por el Dr. Adolfo Valderrama—Ob.cit. 1889.
    Historia de la Medicina en Chile, por Eduardo Salas Olano, Médico y Cirujano. Santiago, 1894.
    Reseña del progreso Médico en Chile, por el doctor José Grossi. Valparaíso, 1895.
  9. Manuscritos inéditos del Archivo de Tribunales.
  10. Rejistro de Escribanos—Manuscritos de la Biblioteca Naciona—Tomo VIII—Años 1592 á 1594:
  11. Los orígenes de la Iglesia Chilena—1540-1603—por Crescente Errázuriz—1878.—En esta obra se copian las dos cédulas reales, á que nos referimos, tomadas de la colección de Manuscritos y documentos inéditos de la biblioteca del Arzobispado de Santiago.


Historia general de la medicina, tomo I de Pedro Lautaro Ferrer

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