De Murcia al cielo: 08


III editar

EL POEMA DE LAS FLORES

Para regalo del hombre en la tierra creó Alah estas cuatro cosas: las flores, los perfumes, los caballos y las mujeres.
AL-KORÁN.

«Cuando a las flores destierra
el invierno, y en la tierra
al materno abrigo duermen
del incienso son el germen
que ella para Dios encierra.

Las silvestres, que abrileñas
abren sus hojas pequeñas
al sol, la lluvia y las brisas,
son los guiños y sonrisas
de los montes y las breñas.

Las que en la estación lozana
primaveral la floresta
cubren de gualda, oro y grana,
son el vestido de fiesta
con que el campo se engalana.

Las que en plena floración
le dan tan sin par belleza,
son la primera oblación
que hace la Naturaleza
al que hizo la creación.

Dios y el pueblo aman las flores;
Dios las tiene en sus altares,
y de aquél son los mejores
atavíos y primores
en sus fiestas populares.

Todos los humanos seres
las aceptan con cariño
en duelos como en placeres:
las lleva a la tumba el niño
y a los saraos las mujeres.

Amor de la luz del día,
de las aves alegría,
manto y joyas del vergel,
dan al aire su ambrosía
y a las abejas su miel.

Son del amor el lenguaje,
de las bodas el mensaje,
del matrimonio la prenda,
de la gratitud la ofrenda,
de la gloria el homenaje.

Quien no gusta de las flores
¿a qué tendrá aspiración?
Quien no admira sus colores,
ni se arroba en sus olores,
¿qué tendrá en el corazón?»

............................

Calló, y esperó el ángel
el fallo del Señor;
en el pensil edénico
ni eco fugaz ni son;
de Dios y el ángel todo
quedóse en derredor
reconcentrado y mudo
y en muda espectación.

La voluntad del Único
y Omnipotente Dios
no se expresó con fórmula
de frase, ni con voz:
su voluntad recóndita
al ángel transmitió,
absorta comprendiéndola
con Él la creación.

.............................

«Tan fiel adoradora,
con tal leal fe en mí
gentil floricultora,
de genio tan sutil,
en la labor tan diestra
y en el trovar maestra
es un criatura
que no está bien allí.

La vida del espíritu
no está en la tierra vil,
la almée creyente y virgen
morar merece aquí;
¡que todo esté en su atmósfera!
la flor en el pensil,
la estrella en el espacio
y en el Edén la hurí.»

Apenas concebida
la voluntad de Dios,
segunda vez el ángel
sus alas desplegó.

De Murcia al cielo

A los señores…

En Murcia

I - II - III - IV

En el cielo

I - II - III - IV - V - VI