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Con lo [descrito] anteriormente hemos dispuesto acerca de los [elementos] necesarios para encontrar las Posiciones Verdaderas de la Luna. No obstante, en el caso de la Luna hay un problema adicional, incluso a los sentidos, que es que su Posición Aparente no coincide con su Posición Verdadera . Porque, como dijimos (al principio del Libro IV Capítulo 1), la Tierra no mantiene la proporción [tamaño] de un punto a la distancia de la Esfera de la Luna. Por lo tanto tanto es necesario y apropiado discutir las Paralajes de la Luna, especialmente con el fin de tratar la teoría de los eclipses solares, entre otros fenómenos. Por medio de las paralajes lunares será posible, dada la posición verdadera [de la Luna], [por ej. su posición] con respecto al centro de la Tierra y de la Eclíptica, determinar su posición como observada desde el punto de vista del observador, que esta [ubicado] en algún punto sobre la superficie de la Tierra, y, vice versa, determinar la posición verdadera desde la posición aparente. Ahora bien, esta es una característica de la clase de investigación en la que uno no puede hallar la cantidad de la paralaje en situaciones individuales a menos que se de primero una proporción de la distancia [del cuerpo al radio de la Tierra], ni [tampoco] que uno pueda hallar la proporción de la distancia sin que la paralaje siendo dada alguna situación en particular. Por lo tanto para estos cuerpos, sin una paralaje perceptible, a saber, aquellos donde [la distancia] en la que la Tierra mantiene la proporción de un punto, entonces, obviamente, es imposible encontrar la proporción de la distancia. Pero en el caso de aquellos cuerpos, como [por ej.] la Luna, que exhiben una paralaje, el único procedimiento apropiado es, primero, dadas algunas paralajes en particular, encontrar la proporción de la distancia. Dado que es posible hacer una observación de una paralaje [en particular] de este tipo por sí misma, aunque [sea] completamente imposible determinar la cantidad de la distancia [por sí misma].
Ahora, Hiparco utilizó el Sol como base principal de su examen en este problema. Porque como se desprende de ciertas otras características del Sol y de la Luna (que se discutirán subsecuentemente) que, dada la distancia hasta una de las luminarias, también es dada la distancia hasta la otra, Hiparco trata de demostrar la distancia de la Luna adivinando [encontrando] la distancia al Sol. Primero supone que el Sol tiene la menor paralaje perceptible, con el fin de hallar su distancia, y luego utiliza un eclipse solar que él [mismo] cita; en un instante asume que el Sol no tiene una paralaje notable, en otro tiene una paralaje suficientemente grande [a ser observada]. Como resultado la proporción de la distancia de la Luna le resulta diferente para cada una de las hipótesis que expone [más] adelante, porque es completamente incierto en el caso del Sol, no solo con respecto cuán grande sea su paralaje, sino incluso si este tiene absolutamente alguna paralaje [2].
Notas de referencia